Poco después de las vendimias de 2003, el Ayuntamiento de Cambados se despertó con la noticia de que el pleno de Rías Baixas había aprobado instalarse de forma definitiva en Pontevedra. Una decisión que en la Vila do Albariño atribuyeron a la entonces presidenta del Consello, Marisol Bueno, hasta el extremo de que algunas organizaciones sociales propusieron nombrarla persona "non grata".

El entonces alcalde, José Manuel Cores Tourís, mostró su enfado y prometió batalla, pero lo que parecía un terremoto en el seno del PP de Pontevedra acabó apagándose poco a poco, sin más consecuencias.

Cuando, años después, Tourís fue nombrado delegado de la Xunta en Pontevedra, unas declaraciones suyas en prensa parecieron reavivar las esperanzas de Cambados. Pero el presidente de la Diputación, Rafael Louzán, se apresuró a poner las cosas en su sitio. No era el momento ni de reabrir heridas.