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Balada para una revolución

Alfonso Zapico, Premio Nacional del Cómic en 2012, regresa con su obra más ambiciosa y al tiempo personal, alrededor del proceso revolucionario de 1934

El estilo remite a la novela realista del siglo XIX

Como un pez que se muerde la cola, el éxito de la novela gráfica gracias a abordar temas "de interés" propicia que esos temas, hasta hace no demasiado, exóticos en el mundo de la historieta, sean contemplados como interesantes puntos de partida para libros de éxito. Y si hay un tema que es interesante es la exploración de nuestra propia historia (basta recordar la mirada pulp a nuestro pasado de la serie televisiva "El ministerio del tiempo"). Así los lectores nos beneficiamos de cómics que reivindican a los republicanos exiliados tras la Guerra Civil ("Los surcos del azar", Paco Roca), o en el misterio que envuelve a la figura de Velázquez ("Las Meninas", de Santiago García y Javier Olivares). En esta senda se asienta el nuevo trabajo de Alfonso Zapico, "La balada del Norte. Tomo 1", una novela gráfica editada por Astiberri que se extenderá dos volúmenes para retratar la revolución de 1934 en la Asturias de la mina y miseria durante la república española.

La recuperación de la memoria reciente es un tema cada vez más afín a la cultura contemporánea, y este cómic se inscribe plenamente en esta idea, la de conocernos recordando nuestro siglo XX. Este capítulo ni es cómodo ni menor, en tanto que pueden entenderse como la mecha que estallará en la guerra civil. Pero además, y esto es posiblemente lo más interesante de la obra, supone la cristalización de un asunto que toca hondamente a su autor, asturiano y comprometido con la historia de "lo suyo". Las páginas de "La balada del Norte" transpiran una verdad íntima, fruto de la implicación de Zapico, personal. La voz del autor en la defensa de unas gentes y una herencia dura, injusta y con consecuencias latentes (como las huelgas mineras de 2013) cobra mucho más protagonismo que en obras pretéritas.

Para dar forma a esa voz el autor ha optado por un estilo que remite a la novela realista del siglo XIX en un retrato coral con personajes muy bien matizados, creíbles. Y adereza su novelón decimonónico, de un modo casi lógico en el contexto de este artificio, con una historia de amor tan increíble como oxigenante (sus pinceladas de romanticismo, humor y hasta erotismo otorgan frescor a una lectura densa, "seria"). En ocasiones la obra abunda en densos diálogos, otras la narración es silente (lo que generalmente genera tensión). La documentación es exacta y supone un punto atractivo para captar a un tipo de lector universal, no necesariamente especializado en historieta. Y, lugar ya habitual en el autor de "Dublinés", el dibujo es preciso pero limpio, y por otro lado amable, con un punto de caricatura y ligereza que resulta otro atractivo en una obra donde si encontramos algún pero, es quizá en la abundancia no siempre necesaria de citas literarias y poéticas de escritores rusos.

Un pero que no enturbia la recomendación: "La balada del Norte" nos traslada a nuestra propia historia contemporánea con un relato clásico que arrastra y deja, al cerrar su última página, ganas de que pronto tengamos en las manos su segunda parte.

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