En Katmandú, epicentro de la tragedia, una empresa pontevedresa ha prestado una importante ayuda en medio del caos que asola al país. Se trata de la constructora Grupo San José, que trabaja desde hace más de año y medio en la ampliación y remodelación del aeropuerto internacional de la capital nepalí. Las oficinas con las que cuentan al lado de las instalaciones aeroportuarias se convirtieron en refugio de decenas de personas, la mayoría españoles, pero también de algunos turistas de otras nacionalidades, como franceses o griegos.
"En nuestra oficina hay ahora más de un centenar de personas [a la hora de esta entrevista aún no habían empezado las labores de evacuación]; hay grupos de trabajo para cocinar, para tareas de limpieza...; tienen agua y, aunque sencilla, no les falta comida", afirmaba ayer por la tarde desde Nueva Delhi Jean Claude Curell, director para Asia de la constructora que preside Jacinto Rey. Entre los refugiados en ese inmueble de planta baja -perfecto por sus características para protegerse de las réplicas del seísmo- estaban los diez trabajadores españoles de la empresa desplazados en Katmandú. Tres son vecinos de Pontevedra. Y cinco familiares de los empleados. El resto eran casi todos turistas.
Curell, en contacto permanente con sus trabajadores en Katmandú, cuenta que ya están más tranquilos. "El sábado es el día libre en Nepal; cuando fue el terremoto pasaron nerviosismo, miedo...; algunos estaban en sus casas y veían como se les venían los muebles encima; otros en la calle y vieron caer los cascotes...; afortunadamente, todos están bien", dice. Maquinaria que tiene allí San José para las obras se la llevaron los equipos de emergencia "para labores de desescombro", entre otras, tras la tragedia. ¿Cómo afectó el seísmo a los trabajos en el aeropuerto? Este directivo afirma que eso se verá pasados estos momentos de caos, "poco a poco". "Hubo afectación, pero aún no lo hemos evaluado", concluye.
