Entrevista | Álvaro Ruibal Catedrático de Radiología y Medicina Física

“La IA incidirá en una menor radiación y mejorará la seguridad diagnóstica en los tumores”

“El cáncer de mama es el más frecuente en las mujeres pero su superviencia es muy alta; prevenirlo es fundamental”, afirma

Álvaro Ruibal.

Álvaro Ruibal. / Víctor Echave

M. González

M. González

Álvaro Ruibal, médico emérito del Sergas y académico numerario Real Academia de Medicina de Galicia imparte esta tarde (19.00 horas) en la sede coruñesa de la RAMG la conferencia “Impacto de la imagen molecular en la caracterización del cáncer de mama”.

–¿Qué técnicas de imagen se emplean para el diagnóstico del cáncer de mama y cuáles son más efectivas?

–La mamografía, ecografía y la resonancia magnética (RM). Las dos primeras se usan rutinariamente y la resonancia suele dejarse para situaciones especiales o en las que es necesario descartar focos tumorales cerca o lejos del primario, dentro de la mama afectada o en la contra-lateral. Las más efectivas son la mamografía y la ecografía, dependiendo de las características de la paciente; la resonancia es menos utilizada, pero tiene una muy alta sensibilidad, aunque ello no siempre se acompañe de una alta especificidad.

En los últimos años ha surgido una nueva técnica de imagen totalmente diferente, que se denomina “molecular”, que puede complementar y ayudar a las anteriores en determinadas situaciones.

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Anuncio de la ponencia. / RAMG

–¿Cuál es la técnica más utilizada?

–La imagen molecular muestra la biología de un proceso y por ello es mucho más sensible, siendo la técnica más utilizada la tomografía por emisión de positrones (PET). En la práctica, la imagen molecular se fusiona con una técnica de imagen anatómica (TAC o RM), denominándose entonces “imagen multimodal” (PET-TAC; PET-RM, etc.), con lo que el aspecto biológico a estudiar puede ser localizado anatómicamente con una gran precisión.

Otra técnica molecular utilizada es el inmunoPET, que evidencia aspectos bioquímico-moleculares de la célula tumoral, como pueden ser receptores o antígenos de membrana, gracias a anticuerpos específicos marcados radiactivamente.

–¿Cuáles son sus principales usos en patología mamaria?

–La imagen molecular habitual es la obtenida con 18F-FDG y no se debe emplear en el diagnóstico de tumores iniciales, pero sí puede ser de utilidad en la estadificación de los estadios IIA y IIB, pues puede cambiarlos en el 18-25% de los casos. Donde es más efectiva es en el seguimiento: ante sospecha de recidivas, en la evaluación de la respuesta al tratamiento, en la detección de metástasis regionales y a distancia, y en aquellos casos con elevación de los marcadores tumorales sin evidencia por otras técnicas de imagen. Otra área de utilización futura es la planificación de la radioterapia, pues permitirá adecuar la dosis de radiación a la biología del tumor.

–¿Cuál es el principal problema con el que se encuentran en la clínica diaria frente a un cáncer?

–Sin duda alguna, la heterogeneidad del tumor, responsable de las limitaciones de las técnicas de imagen y del fracaso terapéutico. Se presenta al inicio (espacial) y a lo largo de la evolución (temporal), por lo que debemos ir cambiando el enfoque asistencial, intentando precisar dinámicamente el verdadero estado del cáncer. Asimismo, ciertas características iniciales del tumor pueden aparecer o desaparecer con el tiempo y ello conlleva un esfuerzo a realizar.

–¿Qué avances han ayudado en este diagnóstico?

–Como consecuencia de lo anterior, se han desarrollado nuevos radiofármacos encaminados a cubrir diferentes propiedades de la célula cancerosa, destacando la visualización de los receptores de estrógenos, de progesterona, del receptor HER-2 (que define un subtipo de cáncer de mama) y sus ligandos empleados en terapéutica (trastuzumab); el FAPI, un indicador de la activación de fibroblastos asociados a tumores y con una alta sensibilidad y especificidad, y la Fluciclovina, reflejo de la expresión de glutamina. Otro radiotrazador de gran interés es el que permite visualizar el antígeno CD69, que refleja la respuesta a la inmunoterapia y parece estar involucrado en un tipo específico de cáncer en mujeres portadoras de prótesis mamarias. Otros avances son la radiómica, que analiza la estructura de las imágenes; el teragnosis, encaminado al diagnóstico y tratamiento específico; la radiogenómica, combinación de la genómica y la radiómica; y el uso de nanoplataformas multifuncionales. No todas las técnicas pueden ser utilizadas rutinariamente.

–¿Cómo va a incidir el uso de IA en el diagnóstico?

–La inteligencia artificial va a incidir en el campo de la medicina, especialmente en el mundo de la imagen, que en nuestra área va a determinar una reducción de los tiempos de examen, menor radiación y una mejor seguridad diagnóstica. Otros hechos serán el descubrimiento de nuevas acciones terapéuticas, los análisis genómicos, los registros médicos electrónicos para extraer conocimientos y el establecimiento de tendencias para la toma de decisiones y la identificación de diagnósticos y tratamientos individualizados.

De la avalancha que nos espera, lo importante es saber qué debemos evaluar, dónde y cuándo. Asimismo, necesitamos tener presente la realidad en la que estamos.

–¿Qué papel juega la prevención en la lucha contra las cifras que fijan la tasa de incidencia del cáncer de mama en 132 casos por cada 100.000 habitantes?

–El cáncer es un importante problema social y sanitario. El de mama es el más frecuente en las mujeres, pero su supervivencia es muy alta. Todo lo que sea prevenirlo es fundamental, como también lo será mejorar su diagnóstico y tratamiento. El enfoque biológico debe ir prevaleciendo en el quehacer diario y recordar que “ese” enfermo que tenemos delante es diferente al resto.

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