Entrevista | Enrique Ramil Cantante

“El verdadero triunfo es llenar la nevera con tu trabajo”

“Es una oportunidad para trabajar más y mejor”, dice el aresano tras su éxito en el Festival Internacional de Viña del Mar

Enrique Ramil con el trofeo de la Gaviota.

Enrique Ramil con el trofeo de la Gaviota. / Pablo Ovalle / Agencia UNO

M. González

M. González

“Permítete brillar”. Es la frase que le dijo Lady Gaga a Enrique Ramil (Ares, A Coruña, 1984) en un encuentro con la artista internacional allá por 2017. El cantante sigue tratando de asimilar que ha sido elegido como mejor intérprete internacional del prestigioso Festival de Viña del Mar en Chile con su canción “La última vez”. A punto de iniciar su tercera gira en México, atiende a FARO DE VIGO para rememorar las sensaciones vividas en la Quinta Vergara.

–¿Asimilado ya su triunfo en Viña del Mar?

–-Hasta que duerma ocho horas enteras, imposible. Hasta que esté en Ares, en mi casa, y me despierte y me vea allí con la Gaviota, no creo que lo haga.

–¿Cómo ha sido el camino hasta llegar a este éxito?

–Estuve en unos cuantos talent shows, cantando en la calle en Londres, viviendo en Miami... Fue después de mi segunda gira por México cuando me junté con Paty Cantú y Ángela Dávalos, las coautoras de la canción, para componer. Les conté de lo que quería hablar, fuimos desarrollando la canción, y nos dimos cuenta de que nuestras vidas no eran tan distintas y que casi todo el mundo se podía sentir identificado con el tema. Cuando la vimos suficientemente preparada, decidimos enviarla. Cuando me llamaron yo estaba en Ares y me sorprendí muchísimo. Tuve que estar casi dos meses sin contárselo a nadie, ni a mi familia.

–¿Esperaba ganar? El público se volcó con usted.

–Yo iba con la posibilidad en la cabeza, porque si se presentan 6.000 y entran 6... Sí, estaba ahí esa opción, pero lo que no me esperaba era toda esa reacción del público. Me sentí como un artista invitado, más que concursante.

–Fue una frase de la mismísima Lady Gaga la que le animó a luchar por su sueño, ¿qué le dijo?

–-“Permítete tener éxito”, me dijo. Fue en la época en la que yo estaba en Londres. Lady Gaga hizo un show para 30 personas y yo estaba entre los elegidos. Empecé a hablar con ella y me abrazó. Yo le conté que cantaba en la calle, que había hecho cosas en España en televisión, que había firmado con discográficas pero que no pasaba nada... Ella me dijo que tenía que permitirme tener éxito porque ella y yo tampoco éramos tan distintos. “Si yo lo conseguí, tú también puedes”, insistió. Yo ya salí de aquel encuentro rumiando eso y me volví a España.

–¿Y empezó a despegar?

–Estuve de corista en La Voz, en La Voz Kids; luego, en Factor X... Llegué a Madrid y al día siguiente ya estaba trabajando, fue una locura.

–¿En algún momento llegó a pensar en tirar la toalla o a buscar otro camino?

–No, solamente cuando estuve malo. Un foniatra me dijo que podía cantar solo diez minutos al día. Pero eso no me daba para comer. Entonces, eché un currículum en una empresa de traducción de videojuegos. Trabajé allí tres meses hasta que ya tuve bien la voz. Si no fuera cantante sería dibujante o guionista de cómics. Estudié ilustración, diseño de moda... Me hubiera gustado tirar por ahí si no fuera que la música lo absorbió todo, algo de lo que me alegro mucho. Como no tengo la capacidad de concentrarme en dos cosas a la vez, cuando me concentro en una voy a muerte, a dolor.

–¿Qué horizonte se abre ahora para usted?

–Como ahora, pero con más gente. Llevo ya dos años haciendo tours por Latinoamérica y, antes de volver a España, gracias a Viña del Mar vamos a probar otros países e incluso voy a regresar a algunos a los que fui hace tiempo, también a Chile.

–Un país que también es muy importante en su carrera.

–Yo me presenté a Viña del Mar porque mis fans de Chile me decían que me querían ver allí cantando. Y a mí me daba como miedito, pero al final me tiré a la piscina. Ahora, ya que estamos, vamos a hacer Argentina, Perú, Chile y se están cerrando un par de cositas más, por lo que, además de la gira de México, tendremos un tour por varios sitios más de Sudamérica. Paso a paso. Al final, es una oportunidad para trabajar más y mejor.

–Tras cantar en Nueva York, Miami, Panamá, Guatemala, Venezuela..., toca triunfar en casa.

–Me gustaría. Hace muchos años que no hago nada que no sea en Galicia o en Andalucía (fue ganador del programa Tierra de Talento de Canal Sur en 2020), pero me gustaría poder hacer un teatro grande en Madrid, que fue el lugar que me vio formarme como artista, o en Barcelona, donde también estuve viviendo un tiempo. En Galicia espero que se convierta en tradición hacer un Jofre al año. Para mí es un lugar muy bonito y me reconcilia mucho con el niño que fui y con mi adolescencia. Me encantaría hacer una gira en España también.

–¿Está donde siempre ha soñado, o solo es el punto de partida?

–Yo aprendí una cosa de esta profesión: a no esperar nada más allá de la satisfacción propia. Siempre me acuerdo que uno de los momentos más bonitos de mi vida que fue ir al supermercado cuando vivía en Londres, cantando en la calle, y no hacer cuentas para comprar. El día en el que, de repente, tenía no sé cuántos ceros en el banco y todo lo había ganado cantando en la calle pensé que ese era el verdadero triunfo, llenar la nevera con tu trabajo, sin tener que hacer nada que no te guste.

–Empieza la cosecha de lo que ha sembrado.

–Lo que más me gusta es pensar que puedo estar dando ejemplo a mucha gente. Toda la vida se me dijo que para triunfar había que adelgazar, que había que caber en una talla concreta... Ese mensaje no me gustaba nada, sobre todo por lo que podía estar generando para quien lo viera desde su casa. En mi adolescencia me hubiera gustado mucho ver a un referente como un señor de dos metros, maquillado, cantando lo que le da la gana, en televisión. Me hubiera ahorrado muchas horas de llorar y de incomprensión porque yo pensaba que era un bicho raro y, al final, como dice mi canción, somos más los que no somos como los demás. Y, de repente, pienso en el ejemplo que puedo estar dejando, en el referente que puedo ser más allá de mi ego. Cuando nos dan lugar en los medios de comunicación a gente más diversa estamos haciendo un bien a todo el mundo.

–Hablando de referentes, le han comparado con artistas como Sam Smith. ¿Se siente identificado?

–Me encanta. Me comparan con gente que admiro: Sam Smith, Adele, Pancho Céspedes... Me resulta bonito, pero sí que espero ser el día de mañana Enrique Ramil y ya está. O que le digan a Sam Smith: “Eres como Enrique Ramil, pero en inglés”. Como decía Lola Flores, cuando la comparaban con Tina Turner: “Ella es la Lola Flores de Nueva York”. Pues lo mismo.

“Conté con un equipo maravilloso en el que todo el mundo ha dado lo mejor de sí mismo”

–Después de tanto esfuerzo, por fin llegan las recompensas...

–La profesión de cantante callejero es muy solitaria. Cuando estaba en Londres sacrifiqué muchísimo, pero estoy muy orgulloso de haberlo hecho porque aprendí mucho de la vida.

–Pero el de Viña del Mar, ¿es un triunfo compartido?

–Mi vocal coach, Lucía Lago –de la escuela MaiSon Música e Danza en O Porriño–, se levantaba a las tres de la mañana para calentarme la voz por videollamada. Cuando estoy en el escenario están también el coreógrafo, los de iluminación, los músicos, los bailarines... Y Ángela Conde, mi profesora de interpretación; el que me hace el vestuario, Antonio Velasco (que ha vestido a figuras desde Isabel Pantoja a Cristina Aguilera)... Conté con un equipo maravilloso y todo el mundo ha dado lo mejor de sí mismo. Estoy muy feliz. Sigo emocionándome viendo el vídeo.

–Este año trae muchos proyectos...

–Nuria Boreal, mi corista, y yo les hemos puesto voz cantada a los personajes en la película de animación “La aventura infinita”. Antes de venir a Chile también dejé grabadas algunas canciones para el programa de Telecinco “Bailando con las Estrellas” (“El tango de Roxanne”, “I’m Still Standing” y “Volver”). Me parece una fantasía que esté pasando todo y todo a la vez. Son momentos que hay que exprimir al máximo porque nunca sabes cuándo te cae otro.