La musa bajo la hoz y el martillo

Cuando se cumplen 50 años de “Archipiélago Gulag”, un libro recopila la historia de represión de artistas y escritores en regímenes comunistas

El escritor francés Albert Camus, uno de los intelectuales más destacados en su crítica al comunismo.

El escritor francés Albert Camus, uno de los intelectuales más destacados en su crítica al comunismo.

Rafa López

Rafa López

Publicado en 1973 (un año después en España), el libro “Archipiélago Gulag”, de Aleksandr Soljenitsin, descubrió a muchos las atrocidades cometidas por la Unión Soviética. Pasado medio siglo, regímenes comunistas ostentan todavía el poder en cinco países: China, Corea del Norte, Cuba, Laos y Vietnam. Por primera vez un libro cuenta la historia del socialismo totalitario a través de las vivencias y obras de los escritores, intelectuales, periodistas y artistas que sufrieron censura, represión o muerte, y también de los que optaron por el silencio cómodo o por la complicidad con los opresores.

A lo largo de más de 900 páginas, “Escritores y artistas bajo el comunismo” (Arzalia Ediciones) aborda más de un siglo de historia, desde la Revolución Rusa de 1917 al presente, en países donde hubo o todavía hay regímenes comunistas o afines, como Venezuela o Nicaragua en la actualidad. Su autor es el periodista y editor Manuel Florentín, que fue corresponsal en las guerras de Yugoslavia y el Golfo, y en la invasión de Panamá. Hace casi treinta años publicó “Guía de la Europa Negra. Sesenta años de extrema derecha”.

Recuerda Florentín en la introducción que, a mediados del siglo pasado, la izquierda europea y los intelectuales afines no solo apoyaban a los regímenes comunistas, sino que descalificaban a quienes criticaban aquellas dictaduras: “Estar con Sartre era defender el progresismo y la revolución; estar con Camus, denunciando el totalitarismo comunista y sus campos de concentración, era hacerle el juego al capitalismo y al imperalismo yanqui”. Alude así a una célebre frase de la filósofa francesa de izquierdas Élisabeth de Fontenay: tanto ella como sus correligionarios se negaron a leer a Soljenitsin porque prefirieron “equivocarse con Sartre a tener razón con Camus”.

El Nobel de Literatura Albert Camus fue uno de los destacados intelectuales que, muchas veces desde posiciones de izquierdas, denunciaron la naturaleza liberticida del comunismo. Tal fue el caso de otro Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, así como George Orwell, Guillermo Cabrera Infante y Milan Kundera (fallecido este año), entre muchos otros.

El dramaturgo checo Václav Havel fue líder de la disidencia y llegó al poder tras la caída del comunismo. El libro cuenta que descubrió a Kafka a través de una edición en alemán porque el autor de “El proceso” estaba prohibido en la Checoslovaquia comunista. En ese país vivieron también el director de cine Milos Forman y Kundera, exiliados en EEUU y Francia, respectivamente. De Kundera es una cita que inspira este libro: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.

En el prólogo del que es autor, el catedrático de Ciencias Políticas e historiador Antonio Elorza, que militó en el Partido Comunista de Euskadi entre 1977 y 1982, demuestra su honradez intelectual al reconocer que publicó en “Revista de Occidente” un artículo sobre la Revolución Cultural de Mao “del que hoy no suscribiría una sola línea”.

Más llamativo aún fue el caso de Valentín González “El Campesino”, militar comunista durante la Guerra Civil, que se instaló en la Unión Soviética y terminó internado en un Gulag. “Lo que recibe el nombre de comunismo no es otra cosa que un fascismo con bandera roja”, declaró.

El libro dedica buena parte de sus páginas a la represión en la Unión Soviética, la Europa del Este y China, pero cuenta también la actividad comunista y anticomunista en los países occidentales: España durante la dictadura franquista; Gran Bretaña, “entre Oxford y Cambridge”, la gauche divine de Francia; y Hollywood y el FBI en Estados Unidos.

Una de las virtudes de esta exhaustiva y documentadísima obra es que no solo cuenta las atrocidades del totalitarismo comunista, sino también aspectos de la vida cotidiana de los intelectuales e incluso chistes. Uno de ellos daba cuatro consejos para sobrevivir en un país comunista: “No debes pensar; si piensas, no debes escribir; si escribes, no debes firmar; y si firmas, luego no te lleves sorpresas”.

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