Aumentan las parejas “DINK” en Galicia: dos sueldos y sin hijos

Es la tercera comunidad con mayor número de hogares “dual income, no kids”: son casi una de cada cinco

Joven pareja disfrutando de un día soleado.

Joven pareja disfrutando de un día soleado. / Eduardo Parra

M. González

M. González

El 16,6 por ciento de los hogares gallegos se encuadran dentro de la tipología DINK, siglas en inglés de dual income, no kids: doble ingreso y sin niños. Se trata, generalmente, de parejas con dos salarios que o bien no tienen hijos o bien éstos viven fuera del hogar, con un poder adquisitivo medio-alto y con tiempo para el ocio y la autorrealización. Son datos de un informe elaborado por Habits, big data desarrollado por AIS Group que contiene cerca de 2.000 indicadores económicos y sociodemográficos que ofrecen un retrato estadístico preciso de la sociedad española.

Los hogares DINK adultos, cuyos miembros están entre los 35 y los 65 años, están aumentando y actualmente representan el 9,2% del total de las familias españolas (cerca de 2,8 millones de hogares en 2022), 2,6 puntos por encima del 6,6% que suponían en 2019. Galicia es la tercera comunidad con mayor densidad de esta tipología de familias, tan solo superada por Cantabria (16,7%) y Extremadura (18%). Inmediatamente detrás están Aragón, Castilla y León y La Rioja, con un 16,5% de hogares DINK. Destaca también el hecho de que hay más hogares DINK adultos que jóvenes; en el caso de Galicia, las parejas DINK jóvenes representan un 5,9% y las adultas, un 10,6%, este último entre los más altos del país.

“Esta tendencia ya se viene observando en Estados Unidos desde hace varias décadas y tiene mucho que ver con sociedades desarrolladas”, destaca Jorge García Marín, doctor en Filosofía y Ciencias de la educación y profesor titular del departamento de Sociología de la Universidad de Santiago de Compostela. En este contexto destaca que “se cruzan varias variables sociológicas que se pueden analizar”. La primera es que “vivimos en el paradigma de Adam Smith del ‘homo economicus’ y toda nuestra vida gira en torno a un principio que tiene mucho que ver con ingresos-gastos”. “La familia ha pasado de ser una unidad de producción a una unidad de consumo”, sostiene García Marín. “En la Galicia rural, por ejemplo, cuantas más personas hubiera en la granja, o en el campo, más capacidad tendría de producir alimentos y, por tanto, más capacidad de tener ingresos; en una época, además, en la que tampoco se gastaba mucho”, reflexiona. “Hoy en día casi todo el mundo es asalariado, autónomo o funcionario por lo que cada persona que entra en una unidad familiar supone un gasto, un gasto además considerable con respecto a generaciones anteriores”.

“La familia ha pasado de ser una unidad de producción a una unidad de consumo”

Jorge García Marín

— Prof. Sociología de la USC

Un segundo factor tiene mucho que ver con el tema del hedonismo: “Vivimos en sociedades donde tenemos una cierta aceleración social, tal y como lo define el sociólogo alemán Hartmut Rosa”. “Tenemos esa necesidad de estar constantemente viajando, cambiando de móvil, haciendo footing y running...”, prosigue. “Invertimos mucho más en nosotros mismos, también estudiamos mucho más: un C1 de un idioma, un máster... Esto, evidentemente, es incompatible con el cuidado de una persona, lo que correlacina mucho en el tema de que  tenemos más mascotas que hijos”.

También podría analizarse desde una vertiente que tiene que ver con “conquistas de feminismo y con el papel de la mujer en esta sociedad”. “El rol de la mujer ha pasado de ser exclusivamente cuidadora del hogar, con una expectativa de matrimonio, tener hijos, etc., a ser una triunfadora profesional y una mujer que, igual que los hombres, también invierte en sí misma y, por tanto, entra en la misma lógica del ‘homo economicus’”, destaca el sociólogo.

“La muerte del príncipe azul también trae consecuencias en el sentido de que las mujeres, todavía en una sociedad que sigue siendo patriarcal, entran en la lógica de “¿para qué quiero estar con esta persona si al final tengo que planchar más camisas, hacer el doble de comida o estar cuidándolo?”. Optan por seguir ellas en su casa y él en la suya, y se van viendo en la de uno o la del otro; al mismo tiempo, si hay una ruptura, no tienes que estar llevando las cosas de un lado para otro”. Para García Marín esta situación “conecta con el tema del amor líquido de Zygmunt Bauman, porque las relaciones hoy en día son más frágiles, con menos ataduras”. El experto destaca aquí un tema “que no es baladí”: “La emancipación de las mujeres y su empoderamiento con estas nuevas formas de organización”.

“Las sociedades avanzadas no vamos a cambiar nuestro esquema porque sabemos lo que es el disfrute”, añade. Y aquí alude a la pirámide de Maslow. “Hay sociedades donde están cubriendo sus necesidades básicas –con comer, vestir y tener un techo ya tienen el objetivo de su vida–, pero en otras se busca la autorrealización, que sería la cúspide de la pirámide. Estamos metidos en una lógica asfixiante, por eso el sistema en sí, con ese tipo de aceleración que tiene, es insostenible”.

Población envejecida

Para terminar, el experto hace el inciso de que “Galicia tiene una población muy envejecida, con índices de natalidad muy bajos, por lo que habría aquí otras variables socio-demográficas que habría que analizar; pero, ya de por sí, somos una comunidad con pocos niños”.

Problemas socioeconómicos, falta de apoyo político y precariedad laboral son algunas de las razones por las cuales las mujeres tienen hijos en edades avanzadas, hecho que se refleja en que el 11% de nacimientos que hay en España son de madres de 40 años o más, ascendiendo este porcentaje un 5% en tan solo 10 años, según un estudio del INE. Estadísticas que evidencian un cambio en los patrones de maternidad, donde la edad media para tener un hijo es notablemente alta, alrededor de los 33 años. 

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