Martínez: “Lo positivo de las guerras son las personas buenas, como mi padre”

Cuenta Patricia Martínez que su padre, el médico vigués Eduardo Martínez Alonso, “iba los fines de semana a Miranda de Ebro a sacar a gente” durante la II Guerra Mundial

Antonio Giráldez, Emilio Grandío, Patricia Martínez y Javier Rodríguez, ayer en Club FARO. |   //           R. GROBAS

Antonio Giráldez, Emilio Grandío, Patricia Martínez y Javier Rodríguez, ayer en Club FARO. | // R. GROBAS / selina otero

Todo empezó al encontrar un diario (Londres, 1942) con un montón de nombres escritos. Ocurrió durante una mudanza, de manera casual. Durante unos años, Patricia Martínez, antropóloga social e hija del Doctor Martínez Alonso, llevó con ella el misterioso diario. Era de su padre. Hasta que un historiador, en México, le dijo que tenía que tirar del hilo e investigar. La primera fuente sería su madre, si bien no le resultó a Patricia nada fácil sacarle información sobre el pasado de su padre y su heroica vida.

Veinte años de investigación desembocaron en el libro “La clave Embassy” (La Esfera de los Libros), investigación ahora completada con la desclasificación de los documentos secretos que se conservan en los National Archives de Londres y que aparecen en “El té de la libertad” (Kolima Books), libro que ayer presentó en el Club FARO Patricia Martínez de Vicente, en una interesante charla titulada “Juego de Espías”, con Antonio Giráldez, historiador y vicepresidente del Instituto de Estudios Vigueses; Emilio Grandío Seoane, profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Santiago y Javier Rodríguez González, profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de León.

En el centro de la historia las aventuras de su padre, Lalo, y de su madre, Moncha. “A los cinco años del primer libro me llamaron de la Embajada Británica para decirme que mi padre había sido médico de esa embajada”, apunta Patricia, que en las sucesivas obras hasta “El té de la libertad”, ha ido incorporando claves y datos de la investigación sobre la vida de su padre. Eduardo Martínez Alonso era un médico de Vigo. Se jugó la vida salvando a judíos durante la II Guerra Mundial. Les ayudaba a huir del nazismo. “Iba los fines de semana a Miranda de Ebro a sacar a gente. Hay muchos datos. Se iban a una finca de Redondela, ahí recalaban, el fin de semana. La señora les preparaba caldo gallego a los que allí llegaban. ‘Viñan cheos de fame”, decía ella. Se quedaban dos noches y se iban”, expresa Patricia Martínez, detalles que recoge en su obra. Para ello habló con marineros de Redondela, por ejemplo.

Eduardo Martínez Alonso fue considerado el Schindler español: liberó a centenares de judíos internados en el campo de concentración de Miranda de Ebro.

Con este tercer libro, Patricia Martínez asegura haber llegado a una conclusión. “Toda guerra tiene un lado positivo, evidentemente casi todo es negativo pero lo positivo son las personas de buen corazón, como mi padre y las que lo acompañaron”, cuenta Patricia. Según sus palabras, hubo un poco de confusión sobre el papel que él jugaba (¿espía o no?). “La verdad es que él había sido médico de la Cruz Roja desde el año 25 y siempre lo respetaron. Jefe de cirugía torácica en Madrid, con mucho respeto, siempre. Lo usaron o se ofreció como cabeza de turco”, añade la autora e investigadora.

Javier Rodríguez González, profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de León, habló sobre el papel fundamental que jugó España en la II Guerra Mundial, como enclave estratégico tanto para británicos como para alemanes. Un hecho que Emilio Grandío Seoane, profesor titular de Historia Contemporánea en la USC, explicó también de Galicia: “por su situación geográfica, la frontera con Portugal y por las minas de Wolframio”. Según Rodríguez, Patricia Martínez, en su obra, realiza una magnífica conjunción de la memoria pública con los datos de la investigación, “algo que no es fácil, sobre todo contar con esa memoria de la gente”. Para Emilio Grandío, “la relación de los servicios de espionaje británicos y alemanes es muy estrecha”. Según Grandío, “hay muchos tópicos sobre los espías”. “Hay que ir más allá porque había muchos más espías de los que aparecían en los listados. Lo que a nosotros nos llega es solo la punta del iceberg”, indicó el profesor, que apuntó que ubica el papel de Eduardo Martínez Alonso en la primera fase de la implantación de la inteligencia británica en España.

Rutas secretas a lo largo de Europa y una parada en la finca del Doctor Martínez: “Lalo”

Miles de personas recorrieron rutas secretas a lo largo de Europa en una desesperada huida para escapar de Hitler. Una de esas rutas pasaba por Galicia, por una finca propiedad del doctor Martínez Alonso, Lalo Martínez, que colaboró con la inteligencia británica para ayudar a salvar la vida a decenas de judíos perseguidos.

Y lo hizo gracias a su desenvoltura tanto en altas esferas sociales inglesas y españolas como entre los aguerridos pescadores gallegos que jugaron un papel fundamental en los rescates. Con él colaboró un variopinto grupo de civiles y servidores públicos, héroes silenciosos cuya inestimable labor permitió salvar miles de vidas.

“Mi madre nació aquí, en el centro de Vigo, en un edificio emblemático (donde estaba ‘la Caixa’), en 1919, y mi padre en el Arenal, al lado de la fábrica de Antonio Alonso: dos vigueses. En Madrid, tenía enfrente una oficina de alemanes. ¿Por qué se exiliaron mis padres en Londres? Yo lo tengo claro, el jefe del servicio secreto le dijo que estaba en la lista y que se tenía que marchar. Mi padre dijo que sin Moncha (mi madre) no se iba. Y se tuvieron que casar en un mes. Y se marcharon”, describe Patricia Martínez. Antonio Giráldez apuntó ayer en el Club FARO que los libros de Martínez de Vicente son “novelas históricas” y que valen la pena para entender el papel de Galicia y España en la II Guerra Mundial.