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Juan Hidalgo: "Soy el más transgresor de los artistas españoles"

"No busco el escándalo pero me gusta desconcertar"

Juan Hidalgo y su pareja Carlos en su casa de Ayacata, acompañados de uno de sus perros. // Yaiza Socorro

El suave aroma a talco de su madre marcó la niñez de Juan Hidalgo (Las Palmas de Gran Canaria, 1927), el más transgresor de los artistas españoles y creador hace cincuenta años del descarado grupo neodadaísta ZAJ para animar el erial cultural del franquismo con las "performances" o arte de acción. Hidalgo , que presume a sus 87 años de ser el Galileo canario: pianista, compositor, pintor y maestro de la provocación, se ha refugiado junto a su pareja, Carlos Astiárraga, en la cumbre grancanaria de Ayacata, a 70 endiablados kilómetros de curvas mareantes de la capital isleña, donde vive acompañado de 16 perros, 17 gatos sphynx y una tortuga. El frío aprieta en este pueblo de 53 habitantes a 1.297 metros de altitud. "Voy a tomarme una ginebra antes de sentarme", espeta animadísimo Hidalgo mientras se prepara para resumir su larga y azarosa vida.

-Pero bueno, ¿va a tomarse a estas horas, antes de comer, una ginebra a palo seco?

-¿Por qué no? Yo siempre he bebido mucho y lo sigo haciendo. Mire, en toda mi vida solo he padecido un cáncer de próstata y un infartito. La verdad es que me encuentro fenomenal.

-Como un jovenzuelo de 87 años, ¿no?

-Exacto. Le aseguro que cuando viajo con Carlos y vamos, por ejemplo, a Madrid no me acuesto antes de las cinco de la mañana y bebo todo lo que puedo. Siempre he hecho lo que he querido y no me ha ido mal.

-¿Es cierto que es usted el más transgresor de los artistas españoles?

-Yo creo que sí. Yo crecí con el franquismo y siempre tuve las agallas de decir lo que pensaba gustase o no al auditorio. Y no era fácil, pero le aseguro que nunca se me puso chiquita y nunca pasé miedo a pesar de haber acabado alguna que otra vez en la Dirección General de Seguridad. En aquella época, o estabas con Franco o estabas contra él.

-¿Con quién estaba usted?

-Yo siempre he sido un anarquista pero de los que no ponen bombas, ni queman iglesias ni violan a las mujeres. Ahora me identifico con Podemos porque defienden mis ideales de luchar por sobrevivir de una manera decente igual que hacen los ricos. No dude de que en las próximas elecciones votaré a Podemos.

-¿Reniega usted de haber nacido en una familia muy pudiente de Las Palmas de Gran Canaria?

-Mi padre tenía dinero, pero no era excesivamente rico. Mi padre era un cabrón que le hizo pasar a mi madre todos los males del mundo. Se separaron y me dijo que si me quedaba con él heredaría su fortuna.

-¿Se quedó?

-Me quede con mi madre, nos dejó sin nada y fue nuestra salvación. Mi madre y yo nos quedamos sin un duro pero fue fantástico.

-¿Tan fantástica era su madre como para renunciar a una fortuna?

-Mi madre era extraordinaria. A veces salía a cenar con mi padre a los consulados que existían en Las Palmas de Gran Canaria y se maquillaba. Se ponía unas cremas estupendas, suaves y con un olor a talco inconfundible. Cuando se acercaba a darme el beso de buenas noches, yo aprovechaba para lamerle la cara. Le estropeaba todo el maquillaje.

-¿Cuándo y cómo se descubrió a sí mismo?

-Desde muy pequeño hacía cosas que no hacían otros niños de mi edad. Era hijo único y tenía una habitación vacía en casa que llenaba de papeles de colores y los colocaba en las esquinas con bombillas detrás. Luego encendía y apagaba la luz para ver las luces de colores que había inventado.

-Y se entregó a la música, a la poesía, a la pintura y a las acciones que ahora llaman "performance", pero, ¿cuál es su gran pasión?

-¡No diga performance! Son acciones. Todas esas artes que parecen tan diferentes son lo mismo. Yo lo que de verdad quería ser es químico. Quería dedicarme a los análisis clínicos pero estudiar Farmacia era muy largo y por el camino apareció la música. La Química es también arte con sus colores, aromas, productos y sonidos. Es una especie de orquesta. El medio cambia, pero la intención es siempre la misma: crear.

-Se queja usted de que sólo los poetas le consideran de su cuerda, ¿es así?

-Los músicos no me veían como músico, los artistas plásticos tampoco pero sí que me incluyeron en el grupo de poetas raros con Miguel Ángel Bernat, Blai Bonet, Pedro Casariego Córdoba, Teresa Gracia, Carlos Oroza, Joseba Sarrionandia y Eduardo Scala. En este grupo también estaría Leopoldo María Panero.

-¿Trató usted a Panero?

-Lo veía por la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria pero nunca hablé con él.

-¿Cómo define usted su obra?

-No tiene definición posible.

- ¿Qué le recuerda la pieza "Ukanga" con la que se presentó como el primer español al festival de Darmstadt, en 1957, que le consagró como compositor?

-La pieza se llamaba en principio "Ukanka". Yo no quería componer algo folclórico, sino algo africano. La hice en los cursos del compositor Bruno Maderna, en Milán, y en 1957 la llevé al XII festival de Nueva Música de Darmstadt.

-En la edición del año siguiente conoció usted a John Cage, ¿cómo descubrió en él a su padre?

-Fue poco a poco. Le conocí ya con Walter Marchetti y nos convertimos en una familia. Organizábamos cursos de música contemporánea en los que participó también el pianista norteamericano David Tudor. Lo que nos unía era una gran simpatía y la satisfacción de hacer caso omiso a las propuestas que te hacían otros. En esa época se fraguó el pre-zaj.

-¿Y a su abuelo Marcel Duchamp?

-No le llegué a conocer, pero fui muy amigo de su viuda, Lydie Duchamp. Cage y Duchamp son mi familia hasta el punto de que me inventé mi propia zajografía.

-¿Zajografía?

-Sí, para decir que mi padre es John Cage, aunque me llame Hidalgo y Marcel Duchamp, mi abuelo, aunque no se llame Cage.

-¿Consiste el arte conceptual en elegir elementos cotidianos para descontextualizarlos y para darles un nuevo contexto?

-El arte conceptual es cosa del pensamiento. En nuestro caso era todo libertad. Marchetti lo tenía muy claro: ZAJ era como un bar donde la gente entraba, salía, se tomaba una copa y se despedía. Lo que pocas personas saben es que cualquier acción de ZAJ tenía una partitura pensada. Nosotros no improvisábamos nada y únicamente lo hacíamos cuando el público se convertía improvisadamente en artista y te impedía seguir tu rumbo.

-¿Cómo nació el grupo neodadaísta ZAJ en 1964?

-En un principio éramos Marchetti y yo. Luego se fueron juntando y separando personas. Pronto se unió Ramón Barce y más adelante Esther Ferrer y José Luis Castillejo. Marchetti y yo vivíamos en Milán con mi madre porque España era un páramo cultural. Estaba desolada, ¡casi como ahora! Los italianos ya conocían nuestras acciones y nos animaron a presentarlas en España. Barce ya estaba en el grupo y encontramos a unos intérpretes españoles de música contemporánea para que interpretasen nuestras partituras, pero no lo hicieron porque no les podíamos pagar. Ese año, en 1964, llevamos a cabo algunas interpretaciones, pocas en España.

-¿Qué significa ZAJ?

-Nada, pero es una palabra sonora.

-¿Qué tomaron del grupo japonés Gutai y de los americanos de Fluxus?

-Gutai fue el primer grupo de acción que hubo. Con la gente de Fluxux éramos amigos pero teníamos puntos de vista muy diferentes. ZAJ era Buster Keaton y Fluxus los hermanos Marx. En ZAJ, insisto, éramos muy rigurosos, serios e incluso aburridos. Nos lo tomábamos todo muy en serio. Los de Fluxux eran un poco cantamañanas.

-¿Qué queda de ZAJ?

-Quedo yo, ¿no? Algún día tendrá que morir.

-Pensé que usted ya había matado a ZAJ.

-Morirá porque todos hemos nacido para morir, que nadie se haga ilusiones. En ZAJ siempre fuimos todos muy autónomos. Barce se marchó del grupo con mucha educación, Marchetti regresó a Italia y Esther Ferrer se casó en Estados Unidos. No siempre estábamos juntos y eso a Esther Ferrer le vino muy bien.

-¿Por qué?

-Esther Ferrer no tenía capacidad creativa cuando estaba con nosotros y la ganó cuando se vio obligada a solucionarse la vida porque ya no se la solucionábamos nosotros.

-¿De dónde viene su inspiración artística?

-No existe la inspiración, pero si por inspiración entendemos esa lamparita que se te ilumina en la cabeza cuando tienes una idea, quiero dejar muy claro que uno necesita estar primero preparado para saber encender esa lucecita. En ZAJ no nos fijábamos en los límites, hacíamos lo que queríamos sin importarnos si gustaba o no.

- ¿Qué aprendió de Manolo Millares?

-Millares hubiera aprendido mucho de mí. Seguimos caminos separados. Lo que puedo decir es que Millares me gusta mucho aunque su obra ha quedado obsoleta. En aquel momento, Millares era el número uno.

-¿Y de Chirino?

Chirino ha sido siempre muy especialito y él mismo se ha considerado así. Es un gran artesano, un trabajador del hierro al que le gusta más la pompa y el boato que otra cosa y eso le ha hecho poco innovador.

-¿Y de Kraus?

-Alfredo Kraus ha sido uno de los grandes tenores que ha dado España gracias a mi madre.

-¿Qué quiere decir?

-Su padre era muy raro, muy tacaño. No se gastaba ni una peseta y no le quería enviar a Barcelona a seguir los estudios de canto. Mi madre le convenció para que se viniese conmigo a Barcelona. Luego nos fuimos a seguir los estudios a Milán, yo de piano y composición. Éramos muy amigos y dentro de los tenores con posibilidades de voz aguda era el mejor que ha habido. Kraus vocalizaba muy bien, era muy riguroso. Era un dios, un divo al que le gustaba mucho lo que yo hacía. Fue el primero en felicitarme cuando me dieron la Medalla de oro al mérito en las Bellas Artes del Ministerio de Cultura, en 1989.

-¿Cómo fue su larga estancia en Milán?

-Maravillosa. Gracias a haberme ido he sido un artista de primera fila. En España nadie me ayudaba y en Italia no solo me ayudaron sino que además me dieron la oportunidad de poder trabajar.

-¿Por qué ese afán de los artistas isleños por salir de la Isla?

-Para aprender. Yo me marché a Barcelona, luego a París, más tarde a Ginebra y después a Miilán.

-Y al final ha regresado a Gran Canaria. ¿Ve ahora el terruño con otros ojos?

-¡Qué va! Yo tengo muy mala leche y he pasado mucha hambre. He tenido amigos muy ricos y muy pobres y me considero africano y canario. Si he vuelto es porque aquí puedo vivir mejor con el poco dinero del que puede disponer un jubilado como yo. ¡Eso sí! En cuento puedo me voy con Carlos a pasarlo bien donde sea y hasta la hora que sea. Aquí estamos cómodos con nuestra familia.

-Perdone, ¿de qué familia habla?

-De nuestros 16 perros y nuestros 17 gatos sin pelo. Aquí, en Ayacata, no nos aburrimos nunca. Tenemos televisión y una cabeza que funciona.

-¿Por qué decidió usted romper con su frenética vida nocturna y retirarse a un pueblo tan apartado como Ayacata, en Gran Canaria?

-No siento que me haya retirado. El otro día estuve hasta las tantas en la fiesta del pueblo. Aquí también puede uno llevar una vida frenética nocturna.

-¿La lleva?

-Sigo bebiendo. He dejado la cocaína porque me hace sangrar la nariz. En California tomé LSD y he fumado cigarros japoneses de clavo y marihuana. Sin embargo, mi droga es el alcohol y le aseguro que tengo unas analíticas para enmarcar.

-¿Le sigue Carlos, treinta años más joven que usted, el ritmo?

-Sí. Llevamos 23 años juntos. Le conocí en el Cook de Madrid. Estamos casados pero no me gusta que digan que es mi marido. Yo no soy esposa de nadie.

-¿Ha sido usted hombre de muchos amores?

-No, de pocos y largos. He tenido la suerte además de no haber ocultado que soy homosexual. Ni he tenido que salir del armario ni he ido pregonando que soy gay.

-¿Busca usted el escándalo con su obra?

-No, pero me gusta desconcertar. No pongo ni quito rey, pero ayudo a mi señor.

-¿Qué representa artísticamente para usted el falo, órgano al que tanta atención presta en su obra?

-Es un homenaje a la mujer, a la que han convertido en la prostituta más grande que ha habido en la historia del arte. Los artistas se han apropiado del desnudo femenino desde el principio de los tiempos y así siguen: mostrando tetas y nalgas. Yo estaba hasta el coño de ver solo cuerpos de mujeres y que pareciese que el hombre era intocable así que me propuse mostrar al mundo lo bonito que es el desnudo masculino. ¿Sabe que me río mucho con el programa Adán y Eva que echan ahora por la televisión?

-¿Por qué se ríe?

-Porque es ridículo y de vómito. Todos salen depilados, las mujeres no se abren de piernas y los tíos tienen unas dimensiones ridículas y parece que va escondiendo su pene. Eso no es la verdad del desnudo.

-¿Cómo lleva su particular búsqueda de la verdad?

-Muy bien. Yo soy cualquier cosa: budista, trapo de cocina, mujer, hombre, elefante, cabra, mierda, leche o pimienta. Y lo que soy también es un pequeño maestro del budismo zen.

-¿Maestro del budismo zen?

-Es un modo de vida basado en la meditación poderosa y que estudié durante 10 años.

-¿Ha conseguido usted fusionar arte y vida?

-¡Claro que sí! No hay ninguna diferencia entre arte y vida, lo que hay que tener es paciencia.

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