Baldomero Pestana (Lugo, 1918), Baldo como le gusta que le llamen, ha fotografiado con su cámara a artistas de la talla de Mario Vargas Llosa, Pablo Neruda, García Márquez, Polanski, Bryce Echenique, Borges, Lalo Shifrin -su legado supera los 17.000 negativos-, aunque la exposición que ayer inauguró en el Centro Social de Caixanova de Vigo no muestra sus famosos retratos, sino sus dibujos, con los que ha expuesto en los lugares más remotos. Criado en Buenos Aires, Baldo ha desarrollado su carrera en Perú y París, de donde regresó a Galicia en 2008.

-Cuando decidió marcharse a París ya era un fotógrafo reconocido en Perú. ¿Por qué se fue?

-Porque París es la meca del artista. Desde pequeño quise ir a París, vivir allí. Con 39 años me marché a Perú y en 1967, a París, donde viví durante cuarenta años. Lo logré, y me resultó relativamente fácil.

-¿Por qué?

-Lo más importante son los amigos, y yo tenía muchos amigos en Perú, pintores y escritores para quienes había trabajado. Solo tuve que continuar ese trabajo en París. Además, era una época en que aceptaban a la gente de fuera que quisiera trabajar. Hoy me hubiera sido más complicado entrar.

-¿Su carrera habría sido distinta sin París?

-Me habría quedado reducido al país donde hubiese vivido.

-Su primer trabajo fue detrás de una máquina, pero de coser...

-Me pusieron a coser con 11 años, pero como a los 18 ya me las arreglaba solo, en cuanto pude lo dejé. Abrieron una escuela de fotografía, me inscribí y saqué notas superiores. A partir de ahí, me dediqué a la fotografía, que luego fue mi oficio en Perú y después en París. Pero después me contagió el arte, que en París es visible en todas partes, incluso en las tiendas. Siendo fotógrafo de artistas, vi que podía hacer cosas incluso mejor que ellos y como tenía ciertos conocimientos, me dediqué a dibujar. El resultado es esta exposición que inauguro en Vigo.

-¿Le cuesta desprenderse de sus obras?

-En cierta forma sí. He vendido mucho. Éstas son de mi colección personal, obras de las que no me desprendería nunca.

-¿Cómo se definiría como artista?

-Siempre digo que soy realista clásico, pero de este tiempo. No soy un realista a la manera del Renacimiento.

-¿Qué aspecto le gusta mostrar del fotografiado?

-Un retrato ha de mostrar la vida interior del personaje. Un fotógrafo que hace un retrato a una personalidad no puede hacérsela como a alguien que posa en un lugar y ya está. El retratado tiene que estar cómodo; el fotógrafo tiene que hace que se sienta cómodo.

-¿Y siempre se consigue?

-A veces no, porque está pensando en que está siendo fotografiado. Yo intento hacer que olvide esto. La primera foto nunca sirve, pero sigo buscando hasta que llega un momento en que llega la gran foto.

-La Biblioteca Nacional de Perú está interesada en su legado fotográfico. ¿Ha pensado dónde le gustaría que se quedase?

-Evidentemente, eso se lo dejo a mis herederos, pero es muy posible que se quede en Galicia.

-¿Qué faceta artística le ha dado mayor satisfacción?

-Mis dibujos, aunque estoy satisfecho con el trabajo que he hecho como retratista, con el que además nunca me he ganado la vida. Yo vivía de mi trabajo como fotógrafo de publicidad. Los retratos siempre los he hecho como un regalo al retratado.

-¿Y hay algún personaje a quién le hubiese gustado retratar?

-A Cortázar. Nos habíamos encontrado en varias ocasiones, pero el día que nos citamos para realizar las fotografías, no encontré su casa.