El pariente lejano del nenúfar que acaba de presentarse en sociedad es sólo "la punta del iceberg". Los yacimientos de las cuencas mineras de Teruel empiezan a reclamar su lugar entre los más ricos del mundo en cuanto a fósiles de las especies vegetales que habitaron la Tierra hace más de cien millones de años y en estos hallazgos también ha colaborado la Universidad de Vigo. El profesor José Bienvenido Diez y estudiantes voluntarios de Biología e Ingeniería de Minas llevan años trabajando en tierras aragonesas para "reconstruir el puzzle" o, lo que es lo mismo, el entorno en el que vivían los dinosaurios.

Diez conforma un grupo de investigación con expertos de las universidades de Zaragoza y París y es codirector, junto a Javier Ferrer, de las tesis de Luis Miguel Sender y Uxue Villanueva. Los cuatro firman el artículo sobre la Ploufolia cerciforme, el nuevo género de angiosperma acuática hallado en Teruel, que acaba de publicar la revista Review of Palaeobotany and Palynology. No es el primero y, a pesar de la reticencia del equipo a anunciar nuevas especies hasta no estar completamente seguros, el experto augura más noticias de este tipo.

"Trabajamos en los afloramientos de Teruel desde 2001 y existen colecciones espectaculares. Hay miles de piezas por clasificar y muchísimas pertenecen a especies nuevas. "La revista Geodiversitas del Museo de Historia Natural de París se va a hacer eco de la aparición de la Aquatifolia Fluitans, de la que hasta ahora sólo se tenía constancia en todo el mundo en Dakota del norte ", destaca.

La Ploufolia cerciforme se remonta cien millones de años atrás y está relacionada con la familia de los nenúfares. Su nombre hace honor al yacimiento en el que fue encontrada, en Plou, donde los paleobotánicos trabajan desde 2007. "Todas irán dedicadas a las localidades de donde han sido extraídas en agradecimiento a su colaboración. Ellos son los que mejor cuidan los yacimientos", reconoce el profesor Diez.

Los restos de angiospermas (plantas con flores) del Cretácico inferior –entre 100 y 140 millones de años de antigüedad– son muy escasos a lo largo de la Tierra y Teruel ha unido su nombre al de enclaves como Potomac, en Estados Unidos. "Hemos pateado mucho el monte y hoy contamos con una treintena de yacimientos, que son muchísimos. Hemos encontrado nuestro bingo particular", destaca el experto.

El tamaño de la hoja fósil que estos día ha aparecido en todos los medios de comunicación es inferior a un centímetro, lo que da idea del esfuerzo de los paleobotánicos, que también analizan esporas o el polen: "Hay una labor muy ardua hasta la pieza final. Los trabajos en las excavaciones duran una semana, al contrario que las de dinosaurios, pero en pocos días obtenemos mucho material".

Trabajo de campo

A Diez le espera un verano de mucha actividad. A finales de este mes, acudirá a los yacimientos de Teruel con seis estudiantes de Vigo y, un mes después, empezará a trabajar con otros cinco alumnos del campus en Salas de los Infantes, en Burgos, otra zona rica en fósiles vegetales y donde colaboran con el Museo de los Dinosaurios. "Así es como se crean aficiones, porque hasta que no se conoce algo no se puede elegir y todos funcionan muy bien", aplaude.

Entre ambas fechas, José Bienvenido Diez presentará la Ploufolia junto a Luis Miguel Sender y Uxue Villanueva, de la Universidad de Zaragoza, en la Conferencia Internacional de Paleobotánica de Budapest.

El grupo, que ya colabora con expertos de la Universidad de Parías, se plantea extender sus lazos fuera de España y ampliar sus estudios a restos vegetales quemados para determinar la existencia de paleoincendios.