Los niños pueden sufrir dolor de garganta por muchas razones diferentes, pero una de las causas más comunes es la amigdalitis.

Si bien es cierto que no se trata de una enfermedad grave, es muy molesta y puede llegar a complicarse, necesitando incluso cirugía.

¿Qué es la amigdalitis?

Según explica el doctor Miguel Fresnillo Cuesta, otorrinolaringólogo en el Instituto de ORL y CCC de Madrid (IOM), “la amigdalitis aguda es un proceso infeccioso de la faringe muy frecuente, que causa una inflamación de las amígdalas. Esta puede ser causada por virus o bacterias”.

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Las amígdalas son unas masas de tejido que se localizan a ambos lados de la garganta y forman parte del mecanismo de defensa del organismo frente a agentes extraños.

Es por eso que van aumentando de tamaño a medida que el niño crece y entra en contacto con agentes infecciosos. Alcanzan su máximo alrededor de los 6 años y comienzan a disminuir a partir de los 8.

Es por esto que la amigdalitis es más común en la infancia, aunque en ocasiones también puede darse en adultos.

Causas de la amigdalitis

Como ya ha adelantado el doctor Fresnillo, la amigdalitis aguda puede estar causada principalmente por dos motivos:

  • Infección vírica. Es la más común entre niños pequeños. Esta inflamación es causada por un virus, y suelen ser las más leves.
  • Infección bacteriana. La causa una infección por bacterias. Aunque se da en menor medida, los síntomas son mucho más graves.

Como podemos ver, la amigdalitis vírica y bacteriana tienen un origen completamente diferente, sin embargo, es difícil distinguirlas a simple vista, ya que los síntomas son parecidos.

Por eso, es importante acudir al pediatra y realizar una analítica y aplicar el tratamiento adecuado.

Síntomas y cómo identificar la amigdalitis

La amigdalitis puede causar dolor de garganta y fiebre

Los síntomas de la amigdalitis son claros, y las señales de alarma más comunes en todos los casos son:

  • Dolor de garganta. Especialmente en la parte alta.
  • Fiebre elevada. Sobre todo, en casos de amigdalitis bacteriana, puede superar los 39°C.
  • Dificultad para tragar alimentos y en ocasiones, tos.
  • Dolor de cabeza y oídos.
  • Malestar general.
  • Pérdida del habla

Sin embargo, una vez más, el doctor Fresnillo hace hincapié en que, aunque lo parezcan, no todas las amigdalitis son iguales.

Por ello, es esencial detectar la causa exacta y administrar un tratamiento efectivo.

¿Cuál es el tratamiento más común para amigdalitis?

El tratamiento dependerá de si se trata de una amigdalitis vírica o bacteriana. Una vez realizada la analítica, y se sepa con seguridad qué está causando la inflamación, se procede al tratamiento.

Como es lógico, es diferente en cada caso:

  • El tratamiento de las infecciones víricas es sintomático con analgésicos y antitérmicos para controlar la fiebre”, como es el caso del ibuprofeno o el paracetamol. Como es lógico, la medicación dependerá de la edad del niño.
  • En los casos de infecciones bacterianas, además de los analgésicos hay que añadir un antibiótico”, como puede ser la amoxicilina o penicilina durante varios días para asegurarnos que la infección es eliminada completamente.

Si la amigdalitis bacteriana no es tratada adecuadamente y por ejemplo, se suprimen los antibióticos antes de tiempo, el niño puede recaer y hay mayor riesgo de que genere resistencia a la medicación.

La amigdalitis suele producir molestias al tragar

¿Cuándo es necesario extirpar las amígdalas?

Antiguamente, la extirpación de las amígdalas o amigdalectomía, era una práctica demasiado común, y en ocasiones causaba más daños que beneficios en los niños.

Las amígdalas son la primera barrera defensiva contra los gérmenes. Es por eso que actualmente, existen algunos protocolos y es necesario que se cumplan una serie de requisitos antes de autorizar esta operación.

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El doctor Fresnillo explica que la amigdalectomía tan solo se realiza en casos de amigdalitis crónica, “cuando existe una recurrencia de las infecciones, o complicaciones recurrentes locales (flemones o abscesos) o a distancia”.

En definitiva, esta operación tan solo es aconsejable cuando son tan frecuentes o graves que llegan a interferir en la vida cotidiana del niño, impidiéndole hacer vida normal.