El metano tiene una capacidad 23 veces mayor que el dióxido de carbono para atrapar el calor y, por tanto, para contribuir al calentamiento global del planeta. El metano está presente en los gases que emiten las vacas, y el dióxido de carbono en, por ejemplo, los vehículos o el sector de la industria. A nadie se le escapa que, aunque haya 16,5 millones de vacas en todo el mundo (son los datos de la FAO de 2012, los más recientes), el número de vehículos es bastante más grande.

Sin embargo, desde hace años la Unión Europea, como principal emisor de gases de efecto invernadero junto a China y Estados Unidos, quiere reducir en un 40% la emisión de dichos gases. Una de las medidas que baraja es gravar a la agroganadería por la contaminación de sus vacas durante la digestión, pues se calcula que una vaca emite entre 100 y 500 litros de metano por día.

Es un paso más tras el decreto que el año pasado invitaba a cambiar los sistemas de esparcido de purín para contaminar menos. Pero el querer imponer un impuesto a las ventosidades de las vacas causa bastante estupor en el sector. Desde Unións Agrarias, su secretario comarcal, Román Santalla, recuerda que en España la agronadería es responsable del 10% de las emisiones, de modo que el 90% corresponden a la industria y la automoción. En Centroeuropa, el porcentaje llega al 20%. En el caso español, ese 10% se distribuye a partes iguales entre el ganado y los trabajos agrícolas. "Y tenemos que pensar que, para compensar, en Galicia tenemos el 50% del bosque de toda España, así que incluso deberíamos pensar en que tendrían que pagarnos a nosotros" por el aporte de oxígeno que realiza el sector primario. En idéntica postura se manifiesta Francisco Bello, presidente de la Asociación Agraria de Galicia. "El ganadero realiza ya una importante labor medioambiental como freno a incendios forestales con sus labores de cultivo", apostilla. Considera que este tributo, de materializarse, será "una lacra más que tenemos que soportar y que va afectar a las personas que ya se dedican al agro o que están pensando en convertirlo en su modo de vida".

En Estados Unidos hay un estudio sobre un catalizador, un inhibidor de metano, que se aplica en la comida. Pero su coste dificultaría aún más la rentabilidad de las granjas, cuya labor es cada vez más necesaria dado que la FAO augura un aumento de la población y de la demanda de alimentos, debido a que aumenta la capacidad adquisitiva". En todo caso, para cumplir con las nuevas normativas ambientales, "no podemos hacerlo con precios de hace 40 años", apostilla Santalla, en referencia a la baja cotización en origen tanto de la leche como la carne.