El Juzgado de lo Mercantil Número 2 envía a la Consellería de Emprego la notificación de la fase de liquidación de Confecciones Guerral, la empresa textil lalinense propiedad de las hermanas Ángeles y Milagros Guerra sobre la que pende una deuda de más de 3,8 millones de euros, según los cálculos de la CIG. La firma, que había solicitado de forma voluntaria un concurso de acreedores en julio de 2014 (se le concedió en septiembre), llegó a un acuerdo con sus acreedores en marzo del año siguiente, y según ese pacto abonaría su pasivo (por entonces de 2,42 millones de euros, según el informe del administrador concursal) en nueve años. Ahora recurre a la liquidación al no poder cumplir ese convenio.

El secretario comarcal de la federación en Pontevedra, Xabier Aboi, compareció ayer en la sede de la CIG junto a más de 20 trabajadoras de la firma, que en la actualidad cuenta con 33 empleados y a los que se le deben, en conjunto, más de 400.000 euros. El último cartucho que les queda a estos empleados es cobrar sus indemnizaciones a través del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa), aunque recalca que los propietarios de Guerral podrían afrontar los gastos en salarios "con el 1% de su fortuna", ya que calcula que el valor de su capital inmobiliario asciende a 13 millones de euros, en varias propiedades repartidas entre Lalín, Santiago, A Coruña, Lugo, O Grove y A Toxa.

Guerral mantuvo actividad en sus instalaciones del polígono Lalín 2000 hasta hace un mes, por lo que Aboi tiene claro que esta liquidación "estaba premeditada". Varios empleados llevan sin cobrar desde hace cuatro meses y, si los tramites ante la Xunta van a buen ritmo, podrán gestionar el cobro ante el Fogasa en enero, es decir, cuando lleven ya medio año sin recibir su sueldo. En muchos casos, se trata de mujeres que llevan en esta empresa 30 ó incluso 40 años, a las que no les sirve la promesa de las hermanas propietarias de incorporarlas a su nueva empresa. "¿Cuándo van a cogerlas, si no les pagaron antes?" indica Aboi. El sindicalista recalca que "oficialmente" no está en marcha esa nueva empresa, pero que se ubicará en la antigua nave de la firma, que todavía tiene licencia de actividad. Es más, Aboi asegura que las empresarias "están visitando ya a clientes y afirman que se trata de la misma gente de Guerral".

Desaparición de prendas

En una junta en junio, la organización sindical se reunió con las dos hermanas "y una de ellas se escudaba en la otra, mientras la segunda aseguró que no haría nada sin su abogado", apunta Aboi. El representante sindical confronta esta actitud con incidentes como la desaparición de prendas de ropa, "que levanta sospechas de que no todo se facturaba", y de las que no se sabe si se vendieron o si se van a abonar. "Alegan que la maquinaria de la empresa es de Guerra Hombre, que puede valer 300 euros. Pero no les preocupa las prendas que llevaron", esgrimen desde la CIG, que exige que se busquen los documentos referidos a dichas prendas.

En relación a los demás acreedores de la firma, Guerral "pagó a algunos en efectivo, en los últimos meses, y a remolque". Una vez declarado el concurso de acreedores, fueron más de 202, entre personas físicas y jurídicas, los que demostraron que la firma tenía algún tipo de deuda con ellos. En su mejor época, Confecciones Guerral llegó a tener una plantilla de más de 100 personas, siendo una de las firmas mas grandes del sector en Lalín.