Mareos, vómitos, dolor de cabeza, picor en la piel, problemas para respirar o conjuntivitis. Son algunos de los síntomas que vecinos de la parroquia de Moreira, en el Concello de A Estrada, achacaron en la pasada jornada al abono utilizado para preparar la tierra en tres fincas próximas a la iglesia para destinarlas a la producción de maíz. Al menos cuatro personas fueron trasladadas para recibir asistencia sanitaria. Algunas de ellas fueron atendidas en el Punto de Atención Continuada (PAC) de la localidad en la noche del jueves, momento en el que en Moreira comenzaron a saltar las alarmas y a vivirse momentos de gran tensión y preocupación, que se hicieron extensivos a la mañana de ayer.

Según detallaron fuentes vecinales, hace aproximadamente un mes que a estas fincas comenzaron a llegar camiones que fueron amontonando residuos procedentes de una planta de residuos orgánicos de Castro de Rei, en la provincia de Lugo. Sin embargo, el problema estalló el martes, cuando se empezó a extender este abono. Además del mal olor, que todavía se hacía muy patente ayer, los vecinos aseguraron que cerca de las 22.00 horas del jueves se levantó una "nube gris", "como si fuese a nevar" y después aparecieron en algunos lugareños varios de los síntomas antes descritos.

Hasta el lugar se desplazaron ayer técnicos de Medio Ambiente, Medio Rural y Sanidade. Según las explicaciones que pudo recabar sobre el terreno el alcalde, José López Campos, el abono empleado contaba con las pertinentes autorizaciones. Sin embargo, apuntó que, al no ser incorporado de modo inmediato con la tierra, y ayudado por las altas temperaturas de las últimas jornadas, se produjo una reacción química que –con todas las cautelas y reservas pertinentes– acabaría generando un gas que, en pequeñas concentraciones, podría generar algunos de los síntomas descritos por las personas afectadas.

El regidor explicó que, al conocer la situación, se puso en contacto con el conselleiro de Medio Ambiente, Agustín Hernández, el secretario xeral de Calidade Ambiental, Justo Benito, y el jefe territorial de Medio Rural en Pontevedra, Gerardo Zugasti. Comprendió el mandatario las molestias y dudas que corrieron entre la vecindad. Indicó el munícipe estradense que este abono está autorizado pero que, al no haber sido extendido cuando fue depositado sobre los predios, habría fermentado y generado "gases que en pequeñas dosis pueden causar ciertos síntomas, como pasó".

El mandatario insistió en que hay unas "autorizaciones muy estrictas" pero también recordó que existe "un código de buenas prácticas" por el que estos residuos orgánicos deben incorporarse a la tierra "lo más rápidamente posible".

Hasta Moreira se desplazó también ayer la persona que tiene arrendadas estas tres fincas, Vicente Iglesias, acompañado por un representante de la planta lucense Agroamb, Fernando Paz. Iglesias insistió en que es un abono orgánico y corroboró que se comenzó a extender el martes. Afirmó que llegaron hasta esta parroquia 12 camiones, cada uno con 25.000 kilos de este compuesto. Añadió que otros cuatro fueron conducidos a una finca que posee en Xerlís, en la parroquia de Guimarei. Este estradense reconoció que es la primera vez que utilizaba este tipo de abono pero señaló que en muchos lugares lleva empleándose desde hace años. "No hice esto con ánimo de hacerle daño a nadie", lamentó. El arrendatario de estos predios soportó las críticas de los vecinos y ofreció su versión y sus disculpas.

Por su parte, Fernando Paz explicó que este abono se compone de lodos de depuradoras combinados con subproductos animales no aptos para el consumo humano –caso de cáscara de mejillón o huevo, pelo o productos orgánicos pasados de fecha, por ejemplo–, todo ello inertizado mezclándolo con cal. Dijo que es un abono habitual en toda Galicia y en Castilla León, que cuenta con los permisos y autorizaciones pertinentes. "Huele porque es abono orgánico", le explicaba a los vecinos, incidiendo en que no por ello tenía que ser contaminante. Además, hizo hincapié en que todos los residuos que componen este abono son "valorizables", que se puedan incorporar al terreno. Consideró también "injusto" vincular este abono a los problemas médicos que aseguran los habitantes de la zona.

Metales pesados

Una de las preocupaciones expresadas ayer por vecinos de Moreira congregados en las inmediaciones de las fincas en las que se extendía este abono era la posible existencia de metales pesados en este compuesto. Indicaron que una de habitantes de la parroquia afectadas es alérgica a determinados productos químicos, entre ellos níquel. "No puede salir de casa; tiene que andar con una mascarilla", explicaron sus vecinos, señalando que tuvo que acudir varias veces al médico. Indicaron también que otro vecino tuvo que ser trasladado al hospital con la boca llena de bochas después de haber comido cerezas y fresas de la zona. Los vecinos temían también la afección a producción ecológica del entorno, caso de plantaciones de manzana, olivos, mirabeles o huerta.

"Me picaba en la garganta y en la nariz y me flaqueaban las piernas", explicó uno de los jóvenes que tuvo que ser trasladado en ambulancia al ambulatorio en la noche del jueves, junto a otros dos vecinos de Moreira. Según mostraban, parte médico en mano, se les diagnosticó faringitis leve y conjuntivitis.

Los vecinos insistían en que intentaron en su momento paralizar las labores para esparcir este abono y que les mostró que tenían los permisos en regla. Además, aseguraban que le mostraron a una de las afectadas los análisis de la planta. Los técnicos de diversos departamentos tomaron muestras en diversos puntos de la zona para su estudio en profundidad.