Pontevedra nota el tirón del CBD, el cannabis legal

Las dos tiendas de la ciudad atienden a gente de todas las edades

LOCAL DE VENTA DE MARIHUANA HIERBA MEIGA.

LOCAL DE VENTA DE MARIHUANA HIERBA MEIGA. / Gustavo Santos

Gala Dacosta

Gala Dacosta

Aunque hace unos años había más desconocimiento y desconfianza con respecto a las tiendas de CBD, los vendedores de la ciudad (que son dos, actualmente) han comprobado cómo cada vez es más amplio el abanico de clientes. El cannabidiol (CBD) es una sustancia química de la planta Cannabis sativa cuyo uso cada vez está más extendido.

¿Y qué acogida tiene un negocio de productos legales de cannabis en Pontevedra? Pues aunque esta no sea como A Coruña, la ciudad del Lérez tiene consumidores habituales y también quien se acerca para curiosear y probar. Sobre todo, dicen, notaron un aumento desde que hubo interés en los medios por estos locales.

Recomiendan productos para ansiedad, artritis, dolores menstruales y una gran variedad de dolencias. Los productos más consumidos son la hierba, las resinas, los aceites y las cremas. Además, existen muchos productos comestibles basados en el cáñamo.

Quienes regentan estas tiendas son conscientes de que todavía pululan por el aire ciertas dudas con respecto a sus productos, y por eso son claros pero precavidos a la hora de defender su negocio: “En general, yo no recomiendo fumar porque no es bueno, aunque con esto tire piedras contra mi tejado. Creo que lo de que la marihuana medicinal tiene que ser fumada es un estigma que nos queda”, explica Xenxo Escalante, propietario de la tienda Herba Meiga situada en la calle Real. Por eso, muestra toda una serie de productos alternativos que no tienen por qué fumarse, al menos a través de un proceso de combustión.

Estos productos son los aceites, los cosméticos, las gominolas o los vaporizadores, todas ellas alternativas perfectamente válidas. “Mucha gente usaba el hachís o la marihuana para relajarse y ahora se pasó al CBD porque no es psicotrópico”, comenta. Herba Meiga fue en su momento la primera tienda de CBD de toda la provincia de Pontevedra, y cuatro años después ya está más que consolidada.

Sobre el tipo de cliente, Xenxo dice que no responde a un único perfil, sino que se ha diversificado más cada vez: tiene desde gente joven hasta personas de más de 70 años. “Gracias a la cartera de clientes fijos que tengo, mantengo esta tienda”. También se beneficia bastante de los turistas y peregrinos, pues en otros lugares está más asentado el consumo del CBD. Por la tienda pasa un cliente habitual, que dice consumir CBD porque le produce un efecto relajante. El tabaco, por el contrario, genera ansiedad y adicción.

Antonio Meirás lleva la tienda Supermenta, en la calle de la Oliva, un local que abrió más tarde que Herba Meiga pero que ya tiene a su clientela también consolidada. Varía según el día, y no saben dar un perfil de cliente porque atienden a “personas de todo tipo”. Eso sí, en el local de la Oliva asesoran y recomiendan a los clientes opciones para temas de lo más variados.

Popular como es su poder como analgésico, Meirás defiende el uso del CBD en pacientes oncológicos, y de hecho colabora con asociaciones de lucha contra el cáncer como Adicam y la AECC en Pontevedra.

El principal temor que suele surgir entre nuevos clientes e interesados, según detallan los propietarios de estos comercios, está relacionado con el uso del automóvil. En este sentido, el CBD contiene una pequeña cantidad de THC, cuyo límite máximo ha establecido la Unión Europea en un 0,3%. No obstante, a menos que se tenga un consumo excesivo, es poco probable dar positivo en un control de drogas.

“Tengo a gente de 70 años que empieza a fumar”

Para quien no lo sepa, para el cerebro el CBD no tiene efectos secundarios: “Mucha gente viene con miedo, pero cuando le explicas los estudios científicos hasta el momento y los casos clínicamente probados en temas desde ansiolíticos hasta antiinflamatorios, se queda más tranquila”, explican los comerciantes.

En Pontevedra, la aceptación de esta tendencia ha sido rápida y notable, y aunque no sea una metrópolis de gran tamaño, se percibe un movimiento significativo. “Incluso personas de 70 años muestran interés en comenzar a consumir”, relata Escalante. Y es que a algunos, comenta, a su edad ya no les preocupa tanto probar cosas nuevas: “Pierden el reparo que antes les daba”.

Así, en general, se observa una “amplísima variedad de perfiles socioeconómicos y edades”, pero quienes más llaman la atención son las personas que uno menos imagina consumiendo algo que ha sufrido tantos tabúes y restricciones a lo largo de la historia.

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