Entrevista | Helena Martínez Epifanio Técnica del Concello de Poio

“Como aquí no se atiende a la gente en ningún lado; para mí los mayores de aquí son mis abuelos”

Tras casi tres décadas en la Casa Rosada, se jubila agradecida “porque disfruté mucho y fue un lujo trabajar para los vecinos”

Helena Martínez Epifanio, en el Pazo Besada.

Helena Martínez Epifanio, en el Pazo Besada. / Gustavo Santos

Más de un cuarto de siglo ha estado Helena Martínez Epifanio trabajando como técnica y animadora sociocultural en el área de Mocidade del Concello de Poio desde la Casa Rosada. A esta marinense le toca jubilarse y lo hace feliz con la satisfacción del esfuerzo realizado y por haber conocido durante todos estos años a personas que han formado parte, de algún modo, de su vida. Los mayores, reconoce, han sido su debilidad.

–Casi tres décadas en la Casa Rosada...

–Sí, casi todo aquí, solo tuve una época en la que me fui a Casa Guardeses, en Pazo Besada. De hecho aún a día de hoy me llaman “la guardesa de Besada”. Fue cuando se hizo la Casa da Mocidade. Fue un año y medio.

–Y su cargo ha sido Técnica de Xuventude.

–Yo empecé como informadora juvenil, ya que en principio aquí había un punto de información a jóvenes. Después se convirtió en OMIX (Oficina Municipal de Información Xuvenil). Yo entré en agosto de 1996 y en octubre también empecé como profesora de adultos, a través de una subvención de Educación, ya que yo había estudiado Magisterio. La educación de adultos me encantó. Trabajar con adultos es otro mundo.

– ¿Cuánto tiempo fue esto último?

–Alrededor de siete años, hasta 2002-2003. Al cambiar el plan de estudios de Graduado Escolar a Graduado en Secundaria la persona que impartiese las clases ya tenía que dar también las materias de Nuevas Tecnologías, Inglés, Química...

– ¿Quiénes eran sus alumnos?

– Era gente joven que no había alcanzado los objetivos. Hacíamos un previo contacto con el instituto para que nos derivase a esos jóvenes. También teníamos a gente mayor, algunos hasta de 60 años. Convivían jóvenes y mayores. Los mayores frenaban el ímpetu de los jóvenes y los jóvenes les daban esa alegría que los mayores habían perdido.

– ¿Con quiénes se sentía más cómoda usted?

– Con todos. También me gustó mucho trabajar en el área de mujer, pero como ya después empezaron a aparecer los CIM (Centro de Información á Muller) ya paré yo.

– ¿En qué consiste exactamente ser Técnica de Xuventude?

–Sobre todo, en su momento, era dar a conocer el punto de información. Al principio de todo nos íbamos con una carpa y la montábamos en las fiestas, donde ofrecíamos folletos y patrocinábamos el Carné Xové... La labor, básicamente, en la actualidad es organizar actividades, canalizarlas, buscar quién las imparta... También ofrecer información de todo tipo: becas, viajes, interrail, “au pair”, vivienda... todo lo relacionado con jóvenes.

"Por el Día Mundial del Sida nos dan preservativos. Recuerdo que queríamos repartirlos y no nos dejaban, porque los padres no querían. El año pasado y el anterior ya lo hicimos"

– ¿Pero los jóvenes se acercan a los edificios institucionales en busca de información?

– Hay que reconocer que los jóvenes vienen muy poco. Algunos vienen, pero son contados. Entonces trasladamos las actividades al instituto y a los centros de Primaria. Con el área de Animación nos movemos más en los colegios y con el área más propia de Mocidade, de 12 a 30 años, nos centramos más en el instituto. Es cierto que a día de hoy hay muchas asociaciones y centros que antes no existían, como los centros Quérote, la asociación Araña, Cruz Roja... que ofrecen actividades. Cada vez se fue acortando más la participación en cuanto a gasto del Concello, pero al principio lo hacíamos todo desde aquí: desde un curso para “namorar”, para que los jóvenes fueran correctos a la hora de interactuar entre ellos; teatro; el programa de oficios, para recuperación de profesiones tradicionales; medio ambiente, con programas de consumo responsable...

– ¿Y el tema de la sexualidad? ¿Ha sido fácil introducirlo desde el Concello?

– Desde el principio quisimos hacerlo. Por el Día Mundial del Sida nos dan preservativos. Recuerdo que queríamos repartirlos y no nos dejaban, porque los padres no querían. El año pasado y el anterior ya lo hicimos. Siempre se trataron talleres de sexualidad, de asertividad, de empatía, de compañerismo... De valores para que los jóvenes y las jóvenes vean que hay otras maneras.

– Han sido muchos años en el área de juventud, así que también habrá visto la evolución de los jóvenes muy de cerca...

– Muchísimo. De hecho, hicimos durante mucho tiempo un mini campamento; empezamos con dos noches y llegamos a acabar con cuatro. Nos íbamos con cien niños andando hasta el Castrove, acompañados de Protección Civil por el camino. Hacíamos todo: la comida, dormíamos con ellos, organizábamos las veladas... Hoy en día eso sería imposible, pero sobre todo por la sobreprotección de los padres. Antes te los dejaban tranquilamente y confiaban en ti. Ahora hay más libertad y ves a los chavales desatendidos, pero los padres no confían en los profesionales.

– Las nuevas tecnologías habrán marcado esa diferencia también.

– Sí, por supuesto. Nosotros también trabajamos en nuevas tecnologías, siempre con el CEMIT (Aula de Novas Tecnoloxías TIC). Evidentemente son importantes, aunque se trabajan también en los centros escolares.

– ¿Qué es lo que ha echado en falta a nivel profesional en todos estos años?

– Me hubiera gustado que las áreas no fuesen tan cerradas, que fuesen más transversales, para trabajar todos más en común. Creo que las OMIX debería ser más universal. Todo más abierto. Nunca tuve problemas con los jefes, eso también tengo que decirlo, siempre me sentí querida.

"Yo soy muy activa. Ya estoy anotada aquí en Corte y Confección. Hoy empecé Pilates y quiero anotarme a Aquagym. Paso de ser trabajadora a usuaria. Además, con mi marido nos vamos a comprar una furgoneta grande para viajar"

– ¿Y lo que más le ha gratificado?

– Yo creo que no se trabaja igual en todas partes. Desde mi punto de vista, como aquí no se atiende a la gente en ningún lado. Para mí los mayores de aquí son mis abuelos.

– Y también ha visto crecer a todos esos niños con los que ha tratado todo este tiempo...

– Sí. Ya te conocen por actividades que se repiten todos los años, como el Día de la Paz. Me gusta mucho cómo han crecido, han tenido hijos... Es la vida. Esto es un centro social, pero antes que nada es una casa. Tratamos a la gente como si estuvieran en su casa, por eso luego te hacen sentir querido, te devuelven.

– ¿Qué va a hacer ahora con tanto tiempo libre?

– Yo soy muy activa. Ya estoy anotada aquí en Corte y Confección. Hoy empecé Pilates y quiero anotarme a Aquagym. Paso de ser trabajadora a usuaria. Además, con mi marido nos vamos a comprar una furgoneta grande para viajar. Yo vivo el presente. Lo importante es que ahora ya no tendré que poner el despertador a las seis y media de la mañana. Pero, sobre todo, voy a echar mucho de menos a esta gente. Me voy agradecida porque disfruté mucho y fue un lujo trabajar para los vecinos.

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