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Rafael López Torre: "El pontevedresismo es una emoción que late en este libro"

"No es algo nostálgico sino pontevedresismo vivo, del presente y nada provinciano, sino todo lo contrario"

El periodista y colaborador de FARO Rafael López Torre. // Gustavo Santos

Al presentar la primera entrega de "De vuelta y media" ya avisaba Rafael López Torre, cronista de la historia de la ciudad desde las páginas de FARO, que quedaba mucho material por investigar y publicar, trabajos que reúne ahora en el volumen 2 de esa obra. Se trata de "Esencia de Pontevedra", la nueva promoción cultural de FARO que estará a partir de este sábado en los quioscos, una oportunidad para acercarse a historias, instituciones y personajes de la ciudad. "Leer este libro supone darse un baño en pontevedresismo", resume el autor.

- ¿Ha sido muy difícil seleccionar las crónicas?

-Sí, cuando presentamos el primer volumen teníamos unas 90 publicadas, de las que escogimos 50, pero es que ahora vamos a cumplir 400 y me tuve que enfrentar con la dificultad, entre comillas, de entre 300 elegir las que podían entrar en este libro. Al final como hicimos la letra un poco más grande para facilitar la lectura solo entran 60, entonces realmente había dos libros posibles, pero solo se podía publicar uno y lo que me costó un poco fue tratar de encontrar un hilo conductor, que no fueran unas crónicas sin más cogidas de cualquier manera sino ver qué tipo de entronques se podían hacer, y hasta ahora eso creo que se ha conseguido.

- No le gusta que sus libros se lean antes de ser publicados.

-No, antes de la presentación solo lo leyeron dos personas, no me gusta dejar leer los libros a nadie antes de publicarlos, es un defecto que tengo porque los corregiría, siempre hay cosas que se te pasan, pero no me gusta nada. Lo que pasa es que Fortes me exigió leer el libro para escribir el prólogo, me dijo no quiero un sumario ni me cuentes, quiero leer el libro entero (sonríe). Lógicamente se lo tuve que editar y él es el primero y me lo decía también Fernández Sieira, los dos es curioso, que se ven reflejados en el libro en cuanto a su propia vida. El libro recorre toda la primera mitad del siglo XX y entonces la gente de edad al leer las crónicas tienen un efecto activo en sus memorias y recuerdan las cosas que ellos hacían.

- Recorre la historia de una generación.

-Exactamente, entonces Fortes dice yo compré mi primera pelota en el Gran Garaje, estuve en la plaza de toros viendo la actuación de Blume que fue inolvidable, y así sigue el recorrido por su vida; eso es un poco lo que yo quería.

- ¿Hay una crónica favorita? ¿Se ve capaz de elegir?

-Una sola es muy difícil, y las favoritas para mí tienen que ver con la dificultad. No tuvo mucha dificultad pero es favorita y tuvo una acogida muy buena (la receptividad es importante para mi para darme cuenta de cosas) la historia de la primera cabalgata de Reyes de Pontevedra. Para mi tiene un significado especial porque lógicamente no vi esa cabalgata pero fue en mi primera cabalgata de Reyes cuando el rey Gaspar me cogió en brazos y me llamó por mi nombre desde ese momento no vivía (sonríe) nunca olvidé esa anécdota. En el caso de la primera Cabalgata, que no la buscaba sino que me encontré con referencias, lo que más impacto me ha causado es que se hace en plena República, tarde con respecto a otras ciudades y capitales, podría pensarse que lo normal es que hubiese sido en la dictadura de Primo de Rivera, por ejemplo, que había mucha actividad en Pontevedra, pues no, es en plena República y un republicano intachable como Bibiano Fernández Osorio-Tafall, que es en ese momento alcalde de Pontevedra, director del Instituto y lo eligen presidente de la Sociedad de Artesanos, el primer acuerdo que toman esa noche es hacer una cabalgata y él es la persona que aún encima pone más dinero que nadie para hacerla.

- Pero si alguna le obligó a bucear en archivos fue la relativa a la apertura del Savoy.

-Era un reto, saber el día en el que se abrió el Savoy, era un reto que estaba ahí, Sabino ( Torres) empeñado en que tenía que investigar eso porque él lo había vivido y había sido después de la guerra y Paquito el del Savoy me había dicho que había sido antes de la guerra. Me costó muchísimo, fue a lo largo de años y solo lo podía buscar en Madrid, que es donde está la prensa de esa época. Y me pasó una anécdota parecida a la que viví con la fecha de la llegada de Bóveda a Pontevedra, porque yo soy muy de fechas, que creía que la tenía cercada por delante y por detrás en un tomo de 3 meses; fui avanzando, vi que nada, después fui avanzando desde atrás y créame, en el único periódico que me quedaba estaba ahí: "Hoy abre el Savoy?"

- Ha citado a Sabino Torres, una de las personas clave en este libro con Amancio Landín Carrasco.

-Les dedico el libro a los dos, primero porque si Sabino viviera él habría sido el que habría presentado este libro, en eso habíamos quedado y me parecía que había que tener un reconocimiento con él y Amancio porque afortunadamente todavía vive y porque también me ayudaron mucho no solo a contarme cosas sin más que ellos habían vivido, sino que me incentivaron para buscar otras y me transmitieron un cariño enorme. Los he conocido tarde, a Sabino hace solo 16 o 17 años y a Amancio hace 7, pero me parece que los conozco de toda la vida y desde el primer momento vivimos una relación cordialísima, hemos hablado mil veces y al ver las crónicas (yo no lo hice para eso pero fue al verlas) vi que había mucho de los dos y me pareció que era oportuno hacerlo. Curiosamente uno fue director del otro, Amancio Landín fue director del Litoral con Sabino de subdirector después de que Sabino hubiese vendido el Litoral.

- El libro recorre desde finales del XIX hasta pasada la primera mitad del siglo XX ¿es posible sacar un balance, una conclusión de este periodo?

-Le puedo resumir una, creo que en este libro laten las mejores esencias del pontevedresismo, el pontevedresismo es una emoción que late en este libro y a mi me van a oír a hablar desde hace un tiempo y hasta que me muera de ello, reivindico el pontevedresismo bien entendido de aquella época, de ninguna de las maneras como algo nostálgico sino pontevedresismo vivo, del presente, y nada provinciano sino todo lo contrario. Las píldoras que van componiendo esas crónicas creo que rezuman mucho pontevedresismo y de alguna manera está un poco plasmada la evolución positiva que tiene Pontevedra desde principios de siglo sobre todo hasta la guerra civil, que supone un corte brutal, pero desde 1900 o 1910 va creciendo, sube muchísimo con la época de la dictadura de Primo de Rivera y se mantiene arriba con la República.

- Es asombroso el nivel intelectual de una ciudad tan pequeña.

-Sí, en aquella época eso destacaba especialmente, una ciudad pequeña con tan poca gente donde hay una unión muy grande entre todos ellos. En ese sentido, hay una crónica representativa de esta idea que dice que es la historia del Comité de Cooperación Intelectual, una cosa que se puso en marcha a nivel nacional, que se trasladaba al ámbito provincial y local y la de Pontevedra asombra (por eso peco de poner muchos nombres, pero para que se vea el contraste) porque ahí está, y estamos hablando de finales de 1933, gente que tres años después se enfrenta de una manera brutal. En ese colectivo convivieron todos, un colectivo que nació para desarrollar temas culturales y creativos pero nada de política, y eso hizo posible la convivencia.

- ¿Alguna crónica se le ha quedado en el tintero? ¿Echa de menos alguna?

-Sí, el libro tiene 100 páginas más que el anterior y creía que podría meter 80 o 90 crónicas, cuando el maquetador me dijo que no era posible tenía una selección inicial de 75 quedaron unas 14 fuera. Y ahí me ha quedado pena de no meter un par de ellas que eran el brindis a mi mismo, a cosas de mi infancia y adolescencia, y en línea con eso creo que debe acabarse el libro con una crónica especial, en el primer libro fue la del 23-F porque lo había vivido muy directamente y en este caso pensaba meter la crónica del gran concierto que Los Bravos dieron en el Pabellón (donde allí se soltó la coleta muchas de las mamás y abuelas que hoy andan por ahí, sin que los padres lo supiesen) y me parecía un brindis curioso para terminar, pero me quedé con el Ambulatorio y Montecelo por el entronque con la actualidad: se cuenta como tardaron mil años en llegar cada uno y ahora estamos viendo otros mil años (sonríe) para la ampliación.

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