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Un San Benito de récord

Miles de romeros pasaron por el monasterio del "máis milagreiro" para hacerse con el aceite del santo y disfrutar posteriormente del almuerzo en la ribera del río

Un San Benito de récord

La lámpara en la que se quema el aceite del "máis milagreiro" (que según la tradición es un remedio infalible para las afecciones cutáneas, a la cabeza las verrugas) está habitualmente en el interior de la iglesia del monasterio de Lérez. De ella salió el pasado domingo para una dependencia cercana que ayer recibió la visita de miles de romeros.

Éstos pudieron hacerse con el "aceite del santo", bien en las pequeñas botellas a la venta a 1 euro o acudiendo con sus propios envases para rellenar.

A cambio, los fieles repitieron el rito de ofrendar huevos, gallinas y, especialmente, aceite, de modo que coincidiendo con el oficio religioso solemne de las 13 horas ya habían entregado más de 120 litros.

Es el aceite que alimentará posteriormente la "lámpara del santo", encendida toda la noche antes de la romería y durante la misma para atender las numerosas peticiones del ungüento.

Entre las ofrendas también destacan los exvotos de cera que reproducen las distintas partes del cuerpo que el santo ayudó a curar. Al finalizar la mañana en el monasterio había una pequeña montaña de cabezas, piernas, torsos que "se reutilizan para elaborar cirios", indica la organización.

Recoger el "aceite del santo" es el principal rito, pero no el único, asociado a San Benito. Así, los fieles volvieron a renovar otras tradiciones como la de pasar el pañuelo o la estampita por la imagen del santo o caminar por debajo del altar.

Otra de las tradiciones es dejar constancia de las peticiones o los agradecimientos en los dos libros llenos de los comentarios de los fieles: "Gracias San Benito por ayudar a que mi padre se pusiera bien del golpe en la cabeza y de la operación", ""Gracias San Benito por todos los favores recibidos. Te pido por todos nosotros, en especial porque mi hijo vuelva pronto a casa", "San Benito pídoche saúde, paz e douche as gracias pola marabillosa familia que teño, ogallá ma conserves moitos anos máis"...

La afluencia de romeros fue sensiblemente superior a la de anteriores ediciones. "Tal vez por el día nublado", señalaban desde la organización para explicar que, se hiciese necesario organizar el acceso a la iglesia en rutas de entrada y salida que supervisaron voluntarios de Protección Civil.

También fueron numerosos los fieles que acompañaron al santo en el desfile religioso por las inmediaciones del monasterio, que dio paso al concierto de la Banda de Música de Pontevedra.

Hubo tiempo para las compras, por ejemplo de artículos religiosos: bolas de nieve, rosarios de cristal, medallas, placas de coche o trípticos con la imagen de San Benito a precios de entre 2,5 y 6 euros.

En las inmediaciones del monasterio, puestos de rosquillas, complementos y ropa completaron la imagen típica de romería gallega, en la que tampoco podían faltar los pulpeiros ni las rosquilleiras.

La fiesta reservó un espacio para los niños y contó con hinchables y otras atracciones de pago para los más pequeños.

Y si en algunos momentos se hizo necesario organizar la entrada al templo, también el acceso de vehículos al monasterio exigió un dispositivo especial de la Policía Local, que estableció una ruta de una única dirección para evitar las congestiones.

Ese mismo dispositivo se extendió hasta la playa fluvial, donde se celebró la degustación de mejillones y empanada.

Un año más, fueron cientos las familias y grupos de amigos que hicieron cola (en los momentos de máxima afluencia, de unos 15 minutos) para participar en la degustación y que llenaron posteriormente la carpa instalada en la ribera del río Lérez.

Padres, niños, abuelos, grupos de amigos y también numerosas mascotas disfrutaron del festivo local en el espacio natural. Por su parte, la música corrió a cargo de los Gaiteiros das Rías Baixas, Os Alegres y las pandereteiras de Verducido y Aturuxo Pequeno, que ambientaron la tarde hasta la verbena popular en el atrio del monasterio con la que se despidió el largo día de romería.

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