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Un coleóptero voraz y difícil de combatir

Cada hembra deja una puesta de unos 200 huevos, todos fecundos, y dependiendo de cuánto tarden en acabar con la sabia, en cada ejemplar pueden nacer hasta cuatro generaciones de picudo. Acostumbran a depositar los huevos en agujeros excavados por ellas mismas o en las hendiduras o heridas de la propia palmera. El picudo rojo nace de una larva amarillenta tras 100 días satisfaciendo el apetito. En este recorrido desde la corona de la palmera hacia abajo el gusano crece y engorda de 2 milímetros hasta 5 centímetros causando destrozos irreversibles. En la fase final construye un capullo con fibras de las galerías del árbol del que saldrá el adulto. Pero para entonces las hojas se habrán desplomado y en lugar del color verde será marrón, casi amarillo. "Cuando esto sucede ya no queda nada por hacer", zanjan los expertos. Si los métodos para combatir la plaga en su fase inicial resultan desalentadores, cuando aparecen esos llamativos síntomas, como la corona alicaída, el paso siguiente es talar, triturar y enterrar los restos. Y ni así muere el escarabajo. Se han enterrado trozos de palmeras a un metro de profundidad y salió a la superficie vivo para marcharse volando.

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