Una tesis constata el efecto del cruce de especies en las alergias fuera de estación

Sabela Álvarez estudió la carga alergénica en la ciudad de Ourense, donde alisos, fresnos, abedules, olivos y plátanos emiten la mitad del polen que se concentra en la atmósfera

Sabela Álvarez es investigadora en la Facultade de Ciencias de Ourense. |   // IÑAKI OSORIO

Sabela Álvarez es investigadora en la Facultade de Ciencias de Ourense. | // IÑAKI OSORIO / S. DE LA FUENTE

La relación entre la concentración de polen en la atmósfera y los síntomas alérgicos se conoce desde el a antigüedad y, actualmente, un 24% de la población padece algún tipo de alergia provocada por partículas biológicas como el polen. De hecho, es una de las enfermedades crónicas más frecuentes y las previsiones de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica indican que dentro de 15 años la mitad de los europeos sufrirá algún tipo de alergia. Datos recientes señalan que esta reacción inmunitaria se está convirtiendo en una amenaza para la salud pública de dimensiones pandémicas con un impacto en la calidad de vida y la economía de la salud.

Así lo recoge en su tesis doctoral la investigadora Sabela Álvarez López, que ha centrado su trabajo en el estudio de la carga alergénica en la atmósfera de la ciudad de Ourense, donde la mitad del polen emitido al año procede del aliso (Alnus), el abedul (Betula), el plátano de sombra (Platanus), el fresno (Fraxinus) y el olivo (Olea).

Prevenir episodios de riesgo

La autora explica que uno de los motivos por los que decidió realizar este estudio es que la información principal a la que puede acceder la población alérgica son los datos de concentraciones de polen de la atmósfera. Sin embargo, apunta, “suele haber discrepancias entre los momentos en los que se libera el polen y la presencia de síntomas alérgicos”. Esto es importante, porque lo que causa la reacción alérgica en el polen son las proteínas que hay en su interior, es decir, los alérgenos. “Por lo tanto, trabajar con la combinación de los datos polínicos y alergénicos de forma conjunta hace posible determinar la carga alergénica real de la atmósfera. Así, se puede prevenir e informar de los episodios de riesgo de alergias de una forma más precisa, elaborar calendarios polínicos y realizar modelos de predicción”, explica la investigadora.

Con una adecuada predicción de la carga alergénica real en la atmósfera, apunta, “se podría ahorrar en medicamentos, ya que la medicación profiláctica para las alergias es más eficaz si se realiza antes de que se produzca la exposición al polen”.

La tesis doctoral, dirigida por Francisco Javier Rodríguez Rajo y María Fernández González dentro del programa Ciencia e Tecnoloxía Agroalimentaria de la Facultade de Ciencias de Ourense se llevó a cabo en el marco de un convenio entre la Dirección Xeral de Saúde Pública y la Universidade de Vigo mediante el proyecto “Control Aerobiolóxico de Galicia”.

El muestreo polínico en la ciudad de Ourense se realizó de forma continua los 365 días del año desde 2009 a 2020 y el análisis del comportamiento de la estación polínica identificó el aliso y el fresno como especies arbóreas que florecen en invierno mientras que el abedul, el olivo y el plátano de sombra florecen durante la primavera. En el caso del aliso se produjo desde los primeros diez días de enero hasta mediados de febrero, con una duración media de la estación polínica principal de 44 días, detalla el estudio.

Sabela Álvarez, en el laboratorio donde desarrolla su labor investigadora.

Sabela Álvarez, en el laboratorio donde desarrolla su labor investigadora. / INAKI OSORIO

Uno de los aspectos importantes que aborda la tesis doctoral, señala la investigadora, “es el estudio de las reacciones cruzadas que se producen entre especies pertenecientes a la misma familia”. Estas reacciones, añade, “hacen que pacientes sensibles a una especie puedan presentar sintomatología en una época en la que esa especie no se encuentra en período de polinización, ya sea por la presencia de polen con una proteína compartida con la que produce la alergia o de floraciones sucesivas de especies que se cruzan entre sí”.

Así, uno de los principales resultados fue la detección de alérgenos relacionados con el polen de fresno y aliso mediante el uso de anticuerpos de otras especies pertenecientes a la misma familia. “La población urbana alérgica al polen de abedul o al del olivo podría presentar respuestas alérgicas en los meses de invierno como consecuencia de los alérgenos del polen de fresno y aliso”, señala.

Otro efecto negativo de las reacciones cruzadas, añade, es el conocido como cebado o ‘priming effect’. Se ha comprobado que las floraciones sucesivas de aliso y abedul “pueden reducir enormemente las concentraciones umbral de polen necesario para desencadenar la sintomatología que produciría el polen de abedul”. De la misma manera, determina este estudio, el polen de olivo aparece cuando pacientes sensibles han sufrido la alergia al polen de fresno durante un tiempo prolongado, ya que las floraciones de estas especies se producen en estaciones polínicas continuas. “Este hecho podría reducir la concentración umbral de polen de olivo”.

En esta línea, la investigadora destaca que “establecer los niveles de alérgenos a partir de los cuales se desencadenan los síntomas es una información clave para la correcta administración de tratamientos”. Su estudio, apunta, ha identificado los umbrales de aeroalérgenos que se corresponden con los de polen, lo que ha permitido conocer los periodos reales de riesgo de alergia en la zona de estudio.

Para determinar la carga real de partículas alergénicas en la atmósfera, concluye Sabela Álvarez, “es necesario combinar los datos de concentración de polen con los de aeroalérgenos”, ya que así se podrán establecer y desarrollar sistemas destinados a predecir la contaminación biológica ambiental y los momentos de riesgos de alergias. “De hecho, en el estudio se detectaron fases de elevada carga alergénica atmosférica coincidiendo con niveles bajos de polen, lo que permite explicar, en gran medida, las alergias fuera de estación”.

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En el marco de este estudio, la investigadora corrobora que se pueden llevar a cabo acciones para minimizar el daño de las alergias. Por un lado, detalla, “una herramienta muy útil es la jardinería hipoalergénica, que consiste en el uso de especies con menor capacidad alergénica en la planificación de parques y jardines”.

Un uso extensivo de estas plantas, señala, “puede evitar que especies del mismo género produzcan reacciones cruzadas entre sus alérgenos, potenciando las sensibilizaciones a los granos de polen”. Por otro lado, añade, “las buenas prácticas en la poda de árboles son elementales, ya que si esta se lleva a cabo antes de la floración, disminuye significativamente el polen liberado por el árbol”.

Además, concluye, “al estudiar las variables climáticas se puede entender mejor cómo estas influyen en las especies y así poder llevar a cabo predicciones más precisas”.

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