Lola, la “tejedora pasional” que crea, forma y vende sus diseños para el mundo

Esta artesana dejó la ingeniería y ha convertido Hilokune en un centro creativo de piezas y patrones únicos y formativo

Da clases en vivo y también “on line” a alumnas del resto de España y otros países

Lola García (segunda por la derecha)  en su centro creativo Hilokune , con alumnas de uno de sus grupos formativos

Lola García (segunda por la derecha) en su centro creativo Hilokune , con alumnas de uno de sus grupos formativos / Alan Pérez

M.J.A.

Hace tiempo que tejer no es cosa de abuelas, sino un arte en plena tendencia, que involucra a personas de todas las edades en cualquier punto del mundo, y una vía de aprendizaje, creatividad y terapia que, además, tiene premio: la satisfacción de rematar esas piezas que, desde el corazón a las agujas, realizan los artesanos.

De eso sabe, y mucho, Lola García, más conocida como Lola de Logaro, su marca, que ha convertido su centro creativo Hilokune, en la calle Ervedelo de Ourense, en un local único en su género. Un centro en el que ha entretejido la formación de alumnos, con clases en vivo, pero también “online”, en las que participan alumnas de otras ciudades de España, Francia o Argentina; y el diseño, gracias a esa capacidad creativa que lleva en vena, y materializa a través de técnicas nuevas y tradicionales. Ahora mismo muchos de los patrones que se divulgan en las revistas especializadas del sector, son obra de Lola de Logaro, que les vende temporalmente los derechos.

Ella es también una las artífices de Paseo de la Lana, que trae a hilanderas de todo el mundo, y este año será en Ourense, concretamente en la aldea de Couso de Limia, con artesanos internacionales. “En nuestro caso apostamos por la preservación de la lana de oveja autóctona; quedan pocos ejemplares y es un producto único”, explica.

Una de las técnicas que se imparten en el taller de Hilokune.  |

Detalle de uno de los chales de Camariñas y lana mohair , con posible destino para novias / Alan Pérez

Detrás de este hervidero de ideas y proyectos está Lola García Romaneli –de ahí sale la marca Logaro– , “la tejedora pasional”, como ella se define, pero también una auténtica “genia” en la matemática del diseño.

De hecho Lola, cuya vida e imaginación se han movido siempre entre hilos, estudió Ingeniería Técnica Agrícola, trabajó incluso varios años en un centro de investigación, “pero desde niña mi pasión era tejer, y mi madre, que era tejedora de oficio, se negó a enseñarme. Soy autodidacta; de hecho al ver mi insistencia me hacía tejer cintas elásticas, lo más aburrido de tejer”. Pero no claudicó. Así que hizo su carrera un poco por imperativo, pero “siempre me sanó tejer; luego me fue dando ingresos incluso para comprar apuntes y me recuerdo haciendo cadeneta en la biblioteca mientras estudiaba la carrera”.

Cuando lo que quieres late dentro, lo demás viene rodado. Tuvo un primer taller “de ropa de ciclista, porque había que sacar adelante la hipoteca”, recuerda, pero su instinto le animó a venderlo en 1992 y acertó al predecir que ese mercado se iba a ir a otros países.

Así que, en 1995 registró Logaro. “Hasta 2015 recorrí con pequeñas piezas, más bien complementos hechos por mí, muchos países de Europa, Nueva York; eran ferias a veces en lugares “underground”, pero con miles de visitas” explica. En ese año, 2015, la artesana, que ha sabido aplicar su imaginación a todos sus proyectos, abrió Hilokune en Ourense y se centró en lo que le gusta, la formación y el diseño.

“Dar clases me encanta y además me permitía seguir investigando”, comenta. Con la pandemia la soledad del tejedor la pilló montando “El mundo teje”, una iniciativa online de 24 horas con hilanderas de todo el mundo. Algo sin precedentes.

Detalle del nuevo diseño de mohair y Camariñas, con posible destino a novias.

Uno de las muchas técnicas de Logaro / Alan Pérez

Enumerar todas las técnicas, diseño, ideas y proyectos que ella cultiva y transmite es imposible. Como la serie “Orixe”, con la que fue finalista de los premios de Artesanía 2023, con un jersey de lana de oveja gallega y técnicas que captó de la tradición oral y de algún ancestro mundial de la calceta. Ahí cerró el circulo a lo que fue para avanzar en lo que siempre quiso hacer.

La página web @hilokunedelogaro en Instagram, es el mejor escaparate para ver otro proyecto delicado y de enorme belleza. Se trata de piezas fruto del mestizaje entre el encaje de Camariñas y la lana, un trabajo por encargo de Arte Encaixe de Camariñas, que emocionó y convenció a este colectivo.

Encajes y lana mohair, procedente de un productor de Extremadura, son ahora tras pasar por las manos de esta artesana, chales o piezas de gran belleza, que quiere destinar a una colección de novias, por su exclusividad o a la alta costura. ¿Alguien duda aún de que Lola va a conseguirlo?

Lola, con su jersey Orixe de lana de oveja gallega, finalista de Premios de Artesanía. |   // ALAN PÉREZ

Lola, con su jersey Orixe de lana de oveja gallega, finalista de Premios de Artesanía. / ALAN PÉREZ

“Cuando estás en clase de calceta o ganchillo desconectas de todo y estás deseando volver”

En Hilokune, el centro creativo y formativo de Lola, el tiempo no es algo evanescente, porque tras cada clase, los minutos se transforman en tejidos. “Hace casi ocho años que vengo a estas clases; sabía algo cuando empecé pero, además de todo lo que aprendes, aquí hay mucho más como compañía, charla con las colegas, compartiendo problemas. Desconectas de todo”, dice Dolores, una de las alumnas. Se siente orgullosa de todo lo realizado, “porque es algo hecho por una misma”. Rosa Nieves reconoce que “al principio hasta lloraba y ahora he decidido, que ya no doy pasado a la ESO en esto de tejer ”, bromea. Asegura que, cuando acaba la clase, “estás deseando que venga ya el miércoles para volver”. Begoña también lleva años sacando tiempo a su faceta de trabajadora y madre, “porque venir aquí me relaja muchísimo; llevo unos siete años y aquí te olvidas de tus quehaceres diarios. Me encanta venir aquí”. Ha hecho jerseys, chaquetas, chales y como el resto de alumnas del taller de Lola, esto es compartir y es terapia. “Todos mis proyectos parten de una necesidad de tejer y de crear y aportar ideas, pero son también una forma de dignificar un oficio, el que tuvo mi madre, en tiempos en los que no se veía como tal, pero en el que cumplían las ocho horas de jornada laboral”, explica Lola. Un homenaje a una generación y a su arte.

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