El magistrado, la Fiscalía y las defensas tienen en su poder el informe forense del Instituto de Medicinal Legal de Galicia (Imelga) que evalúa las capacidades psiquiátricas del presunto asesino de Velle, así como su imputabilidad, es decir, si tiene facultades para poder ser juzgado y responder por el crimen a cuchilladas, en febrero de 2021, de la joven A. B. R., de 22 años, y de las graves lesiones causadas con el arma blanca al novio de ella, Á. B. F. , con el que el investigado tiene parentesco.

A Diego R. T. le constan ingresos por problemas psiquiátricos, y cuando ocurrieron los hechos llevaba unos meses sin tomar la medicación. De hecho, el juez decretó su ingreso en la unidad de agudos de Psiquiatría para que reanudara el tratamiento, y de ahí fue conducido al centro penitenciario de Pereiro, donde está desde hace 15 meses y se garantiza el seguimiento de la medicación pautada.

En el curso de la instrucción, Diego R. T. ha sido evaluado por los forenses, que consideran que su estado mental es apto para ser juzgado. Además, creen que su modo de actuar antes, durante y después del crimen no permite descartar que hubiera atacado a sus vecinos de manera planificada.

Tras los hechos, el comisario jefe en Ourense de la Policía Nacional, Juan Carlos Blázquez, llegó a manifestar que el presunto asesino estaba “catatónico” y “alejado de la realidad”. Según relató el superviviente, tras pedir a la joven pareja de vecinos que le abrieran la puerta de madrugada, los acometió sin solución de continuidad –primero al varón– armado con un cuchillo, al grito de “voy a mataros”. El chico herido muy grave le dijo a su padre cuando acudió en su auxilio, tras alertarlo por teléfono: “Diego se puso loco del todo”.

El investigado sostuvo ante el juez que nunca salió de casa, sino que se levantó sobre las 4 de la madrugada, se preparó un té e hizo tareas sin dejar la casa. Una versión que desmontaron el superviviente, las evidencias científicas e incluso la madre, en una versión ante la Policía que no será corroborada en sede judicial, porque la ley la exime de declarar.

Horas después del crimen, la señora manifestó a los agentes que su hijo la había dejado encerrada después de decirle que salía a matar conejos.

Los policías que acudieron a la emergencia verificaron que había prendas ensangrentadas que el investigado se había quitado en la casa galpón en la que vivía, y vieron que tenía sangre en los brazos. Encontraron un chubasquero, un guante y un pantalón con sangre. El cuchillo del crimen lo encontraron los policías en una finca colindante.

El hecho de que tras el asesinato hubiera intentado deshacerse del cuchillo, e incluso hubiera regresado a su casa, motiva que los forenses no descarten que hubiera obrado con cierta ideación de sus actos, y no con una alteración completa de la personalidad que suele caracterizar los brotes psicóticos.

El investigado, tras su detención. FERNANDO CASANOVA

Después de este informe, que es clave para definir en el juicio si procede aplicar atenuantes o eximentes por una anomalía psíquica, que determinarán una condena de prisión o bien una medida de seguridad de internamiento en caso de condena, las partes aún pueden solicitar más pruebas.

El juez da diez días de plazo. Recientemente, la Audiencia Provincial ha denegado peticiones de diligencias de la acusación particular, como una reconstrucción de hechos. También está pendiente la transformación del procedimiento para adecuarlo a la ley del jurado.