Las terrazas de la Plaza Mayor, vacías a media mañana. | // B. LORENZO

Dos personas con el pulgar hacia abajo en O Carballiño . | // F. CASANOVA

China entra en “modo guerra” y Galicia endurece las restricciones. La primera lo hace con medio millar de casos en dos localidades y la comunidad gallega con más de 10.000 casos activos pide que se rebaje el toque de queda a las 18.00 horas. Mientras la primera confina a 22 millones de personas, la segunda pide un autoconfinamiento para salir a por lo esencial y mantiene la actividad económica.

La provincia inició ayer las semanas duras de la tercera ola de la pandemia con todos los concellos en grado medio-alto de restricciones, excepto Ourense, Verín, Monterrei, Carballiño, Allariz, Xinzo y Barbadás que tienen las peores medidas de la provincia por su alta incidencia de casos positivos.

En A Valenzá (Barbadás), María Conde y su hijo Iván abrieron ayer la Vinoteca O Liñar como “un experimento” para probar a ver si la facturación es suficiente para cubrir gastos. La primera lo tiene claro, al explicar que “lo mejor era cerrar quince días o un mes todo y después volver a recuperar la forma de trabajar, aunque no sea como antes, al menos no va a ser como ahora, que se está abriendo y cerrando, cerrando y abriendo”. El segundo, mientras pide un café para la terraza, dice que “las medidas que se tomaron no son proporcionales con el sector hostelero. Muchos negocios de hostelería se ven beneficiados por tener terraza y otros cierran por no tenerla. Las autoridades tenían que adaptar las plazas de aparcamiento o las zonas de las aceras para que los que no tienen pongan las terrazas y los que tenemos que nos dejen un poco más de mesas. La hostelería lo está pagando siempre y aquí tenemos medidas de seguridad y en la hostelería está claro que no se contagia la gente, son las reuniones familiares. Son injustas las medidas”.

María, como los epidemiólogos, aboga por un confinamiento general de la población, no solo por para parar la transmisión del virus, si no para reducir al mínimo su carga viral como sucedió en los meses del verano. El gobierno gallego lo descarta y el ejecutivo nacional desoye a los expertos que lo piden a gritos ante una tercera ola que tiene unos índices explosivos.

Los propietarios de la Vinoteca O Liñar piden una “vigilancia a pie de calle” ya que sería más efectiva a la hora de controlar el aforo de los locales y también para controlar la responsabilidad individual de no bajarse la mascarilla durante toda la consumición, ya que “los clientes al ver a los agentes se velan más”.

La reivindicación de los hosteleros no se queda ahí, ya que piden un plan de rescate para su sector, como también se rescataron a otros sectores La Xunta presentó sus propuestas, pero con el 50% del aforo en terraza muchos están obligados a cerrar o a experimentar con que un día tengan clientes y aprovecharlo al máximo. La meteorología da un respiro, pero el virus no.

Y es que la hostelería vuelve a ser el gran damnificado de unas medidas que afirman que son necesarias para parar los contagios, pero “no siempre contra los mismos”, ya que defienden que son un sector seguro y que el problema está en las reuniones privadas sociofamiliares, aludiendo que “es ahí donde tenían que intervenir más”

El comercio es otro de los grandes sacrificados por el bien común, ya que al reducir el aforo y el horario, la movilidad se ve reducida y el mensaje del gobierno es solo “salir para lo esencial”. Muchos no saben si soportarán de nuevo estas restricciones y la falta de facturación para hacer frente a los gastos mensuales y trimestrales. Más incertidumbre en una carrera de fondo en la que no se ve la meta.

Una de las novedades es la reducción del aforo en el centro comercial Ponte Vella y el gerente Marcos Vila no quiere entrar en polémicas y explica que “nosotros tenemos un cuenteo de personas a través de las cámaras de seguridad en los accesos a las instalaciones y cumplimos lo que nos dicen las autoridades, sabemos al minuto las personas que están en el centro comercial”. Además, tras la prohibición de las zonas comunes incide que “había mobiliario en algunas zonas comunes que quitamos y las terrazas interiores están cerradas. Los establecimientos de restauración solo están para el ‘take away’ o el envío a domicilio”.

Son el ejemplo de lo que sucede en la provincia. Resignación y hastío de los hosteleros viviendo un segundo capítulo después del primer pase de octubre y un comercio que merma en su facturación al perder la movilidad de los clientes. Y todo ello, por una tercera ola que acaba de empezar.

La Xunta, en la mesa con el sector hostelero

El delegado territorial de la Xunta, Gabriel Alén, presentó en una reunión ante una representación de los hosteleros ourensanos el segundo Plan Rescate del gobierno gallego. En dicho plan, se estipulan unas características similares al que se puso en marcha a finales de año pero en un procedimiento donde se simplificarán los requisitos para que el acceso a las ayudas sea todavía “más ágil y fácil”. Las nuevas ayudas estarán dimensionadas y orientadas a cubrir las necesidades de los sectores más afectados por las restricciones. Alén dijo que “dada la situación actual es prioritario ahora evitar peligrosas interacciones sociales que afecten a la salud de los ourensanos, pero mantendremos firme nuestro compromiso con los sectores más afectados”.