Cinco meses y medio después de ser detenidos por orden judicial sin que se lo aguardasen -decían ayer-, la magistrada Eva Armesto volvió a interrogar en una jornada intensiva a los policías gemelos Roy y Bernardo D. L., investigados por la muerte de su compañero y amigo Celso B. A., que falleció de un tiro en la cabeza en la comisaría de Ourense, el 9 de abril de 2016. Están en libertad bajo fianza de 60.000 euros desde el 21 de enero. Roy solo tiene que comparecer una vez por semana, a la espera de que la Audiencia Provincial resuelva sobre su hermano, que aún debe hacerlo a diario. Los interrogatorios se prolongaron ayer hasta cerca de las 12 de la noche. La jueza aplazó hasta esta mañana -10.15 horas- la comparecencia para decidir si los mantiene en libertad o dicta prisión preventiva.

Los hermanos negaron cualquier implicación en el homicidio y dieron su explicación sobre los indicios que la instructora les atribuye. Son más de 5.000 los folios que acumula ya la causa -durante 21 meses estuvo secreta-. La jueza, que hizo recesos y compaginó la tarea con las declaraciones de detenidos en su guardia -es la especializada en violencia contra la mujer en la ciudad- dirigió un interrogatorio que se prolongó todo el día. Los policías estaban citados para las 10 y las 12 de la mañana. Bernardo pasó más de 5 horas declarando. Roy comenzó a hacerlo pasadas las 19. Respondieron a todas las preguntas.

Su comparecencia tuvo lugar a petición del abogado de la familia del fallecido, después de un positivo en ADN de los hermanos -comparten el mismo perfil genético, al ser gemelos univitelinos- en un folio arrugado que contenía pólvora y que apareció bajo el cuerpo del agente fallecido, en un despacho del área de prensa que también usaba Bernardo hasta ser apartado del puesto a finales de 2015, meses antes de empezar un periodo de baja -era el jefe del departamento y superior de Celso-. Unas dependencias de la quinta planta de comisaría a las que también iba Roy.

La acusación particular, que la parte que solicitó la comparecencia celebrada tras los interrogatorios para resolver si los gemelos continuaban libres, considera que esa prueba sitúa a los investigados en el lugar del crimen. La defensa, Neil González, subraya que es normal que tras tantos años usando esas dependencias haya perfil genético de los hermanos. Recuerda que ambos participaban en competiciones como tiradores de élite -efectuaban entre 30.000 y 40.000 disparos en un año, llegaron a representar a la Policía a nivel internacional-, por lo que, según esta parte, era habitual que descargaran en algún sobre o papel doblado el contenido de cartuchos defectuosos para reutilizarlos después.

¿Es posible que hubieran quemado pólvora para simular residuos de disparo en la mano de Celso, con el fin de aparentar un suicidio? Los gemelos aseguran que no. Según detalló Roy -que ganó recientemente el concurso para ser el jefe de la Policía Científica-, cuando se acciona un arma, el fulminante desprende unas partículas microscópicas que se definen como residuos específicos de disparo. Son bario, antimonio o plomo y, de acuerdo a la defensa, el laboratorio detectó estos elementos en el brazo izquierdo del fallecido. Quemar pólvora no dejaría un rastro de estas partículas, asegura esta parte.

El interrogatorio llega después de un anónimo recibido por la familia del fallecido sobre una supuesta connivencia de las autoridades con los gemelos para encubrir el crimen -la jueza encargó a la Guardia Civil hallar al autor-, y de que la Unidad de Análisis de Conducta de la Policía Nacional, una división de Madrid del servicio de inteligencia del cuerpo, hubiera emitido un segundo informe en el que, tras analizar algunos wasaps y entrevistarse con personas del entorno del fallecido, considera "incompatible" que la muerte hubiera sido un suicidio. La defensa discute el cambio de criterio de la unidad pese a contar con los mismos datos, y que no se le remitieran otras declaraciones que aludían a la situación de estrés de Celso en los días previos.

El juzgado entregó a las partes ayer, poco antes del inicio de los interrogatorios, un informe de la Guardia Civil sobre el posicionamiento de los teléfonos de ambos el día de los hechos. Por la mañana, bajaron en dos coches a la comisaría. Roy dejó uno allí tras ver un aviso de avería. Solían aparcar en una hilera que no capta la cámara del garaje policial. Por la tarde, las grabaciones registran a Roy llegando en un Volvo que fue analizado y en el que se descartaron rastros de sangre humana. La UDEV sospecha que Bernardo pudo acceder a comisaría por un pasadizo próximo a las plazas de fuera de cámara, pero su móvil lo sitúa la tarde de los hechos en el complejo deportivo de Monterrei, a 8,4 kilómetros de la sede policial. En el conducto que lleva al interior de la comisaría se hallaron 14 huellas, ninguna de ellos.