José Carlos Martins Malta, un portugués de 33 años, reconoció ayer en juicio que el 30 de noviembre de 2014 intentó matar a su pareja sentimental, golpeándola con un sacho. La Fiscalía y la acusación particular reclamaban 15 años de cárcel por intento de asesinato y malos tratos habituales, pero su confesión rebajará la condena a 7 años más una orden de alejamiento y prohibición de comunicación por un total de 21 años. La defensa mostró conformidad y la Audiencia Provincial de Ourense dictará la sentencia de acuerdo entre las partes. El delito principal fue calificado, finalmente, como un intento de homicidio, sin circunstancias agravantes como la premeditación o la nocturnidad.

El maltratador reconoció que golpeaba con frecuencia a su pareja, con la que mantuvo una relación durante 4 años y tiene una hija menor en común. La agredía incluso delante de los hijos. Ayer en el estrado, dos de ellos confirmaron los episodios de insultos, menosprecios y violencia física que tenían lugar en el domicilio de convivencia en Verín. Según uno de ellos, las discusiones y golpes eran sobre todo de noche , cuando ellos estaban durmiendo en cama. Se despertaban y "no dejaban" que fuera a más.

La víctima recordó ayer su calvario. Las patadas, puñetazos, golpes y descalificaciones comenzaron a ser costumbre durante el último año y medio de la convivencia. Aguantó creyendo que cambiaría, dijo ayer. En "dos ocasiones", según la mujer, incluso intentó que bebiera veneno.

El hecho más grave, el que colmó el vaso, tuvo lugar el 30 de noviembre de 2014 en una casa de la pareja en Boticas, una localidad de Portugal situada a unos 50 kilómetros de Verín. Inicialmente, la defensa discutía que el caso pudiera juzgarse en Ourense aludiendo a que la competencia jurisdiccional correspondía al país vecino, si bien la víctima residía en Verín. El reconocimiento de hechos sellado ayer salva toda discusión al respecto.

Que se mataría con sus hijos

Ese día, el acusado fue a buscar a la mujer al bar en el que trabajaba en Verín y la instó a acompañarlo a la localidad lusa. Se subió al coche forzada. Al llegar, ella trató de hacerse con las llaves del vehículo y escapar pero no fue posible. El hombre entró en la casa golpeando la puerta y ella se lo reprochó. La reacción del individuo fue ir a buscar un sacho y la violencia se desencadenó.

La mujer, temiendo por los niños, los apartó. Estando ella de espaldas y con intención, el agresor la golpeó con el apero en la espalda, haciendo que cayera al suelo. Acto seguido, colocó el pie sobre el costado de la víctima para impedir que se moviera. Un segundo golpe de azada dio a la mujer, de refilón, en la cabeza. Un tercero le alcanzó el hombro. La víctima consiguió esconderse bajo la mesa de la cocina, mientras el acusado seguía intentando golpearla. Los hijos le pedían que parase. "Él partió hasta las sillas. Dijo que me iba a matar", reiteró ayer la víctima.

En un primer momento no quiso llevar a la mujer al hospital y después le planteó trasladarla a Chaves. Finalmente, accedió a llevarla a Verín pero la amenazó con que dijera que las heridas que la hacían sangrar abundantemente por la cabeza se debían a una caída accidental por las escaleras. La intimidó asegurando que si lo denunciaba, se subiría al coche con sus hijos y se arrojaría por un precipicio. Fue detenido por agentes de la Guardia Civil mientras su mujer era atendida en el hospital y él esperaba fuera.

Según los forenses que atendieron a la mujer, "el instrumento utilizado podía haberle causado lesiones graves e incluso la muerte. Si el golpe de la azada hubiera sido directo al cráneo se lo podría haber fracturado". Los expertos añadieron en el juicio que "la versión de la víctima es absolutamente compatible con sus lesiones".

Maltratador reincidente

El maltratador tendrá que pagar a la víctima 17.120 euros de indemnización por las lesiones y daños. José Carlos Martins Malta, preso preventivo desde el momento de los hechos -el año y medio ya cumplido se descontará de la condena de 7 años- es reincidente. En 2014 lo condenaron a 2 años de prisión por un delito de lesiones sufridas por una anterior pareja.