Los momentos más dramáticos de la escenificación fueron la prisión de Jesús en el Huerto de los Olivos, el encuentro con Caifás, el encuentro con Herodes, la intervención de Poncio Pilatos, que se lavó las manos, ante el clamor de la muchedumbre que reclamaba la crucifixión, y las tres caídas que sufrió Jesús, con la cruz a cuestas. La primera caída se produjo ante la puerta grande del coro; la segunda, al final de los bancos del coro; y la tercera, junto a la escalera que se encontraba al pie de la cruz. El actor que encarnaba a José de Arimatea tuvo que emplearse a fondo para impedir que la cruz aplaste al que representaba la figura de Jesús. También se vivió un momento de tensión, cuando Jesús recibió "los cuarenta azotes de rigor".

La representación tiene tal realismo, que los feligreses pueden escuchar perfectamente los golpes del martillo, para que los clavos se introduzcan en la cruz, con los mesurados gritos de dolor emitidos por el actor que representaba a Jesús. La gente "vive una tensión muy fuerte, al escuchar las palabras de Jesús en la Cruz", que incluso llega a desprender lágrimas reales, ante la intensidad del dolor que supuestamente está padeciendo. El párroco, Cesárea Iglesias, reconoce que "al principio tuve que tener cuidado, porque la representación te va llevando, hasta un momento de máxima tensión, en el que muchas personas no pueden reprimir las lágrimas".

La representación, de hora y media de duración, terminó a las 13,30, cuando Jesús pronuncia la frase: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". En ese momento se escuchó el estruendo de una tormenta, y empezó a llover sobre los actores, en medio de una intensa humareda, cuando Cristo expira.

El párroco explica que la lluvia artificial que cayó en el templo no daña los retablos ni las imágenes, porque la echan entre dos personas desde la barandilla de la cúpula, con un aparato diseñado para cumplir esa función.

Durante muchos años, el exsacerdote José Luis Ferro interpretó el papel de Jesús, pero fue relevado en esa función por el abogado Alejandro Diz, doce meses después de que fuera elegido alcalde, tras la renuncia de Antonio Mouriño.

La representación de la Pasión de Cristo que se realiza en Celanova desde hace 25 años es única en la provincia de Ourense. Cuenta con la colaboración de los organizadores de la Festa do Esquecemento de Xinzo y de la Festa da Istoria de Ribadavia, que aportan trajes, espadas y armaduras para la recreación de la Pasión del Señor.

El evento cuenta con un seguimiento importante en toda la provincia, pero en esta edición también ha tenido visitantes de A Coruña, Vigo y Portugal.

El escenario que se habilita, aprovechando el desnivel de tres escalones que hay junto al altar, se complementa con un juego de seis cortinajes para representar sucesivas escenas, además de iluminación cedida por la orquesta Nevada de Celanova. Todo esto contribuye a crear una mayor presión y dramatismo sobre la Pasión de Cristo.

Ya por la tarde, realizaron el enclavo del Cristo articulado en la iglesia parroquial, a las 19,30 horas. A las 19,45 se realizó el Sermón de las siete palabras.

La procesión del Santo Entierro se realizó a las 20,30 horas, por las principales calles de la villa, con los pasos del Cristo Yacente, el Niño Jesús de la Pasión -tiene la función de introducir a la población infantil en la Semana Santa-, el Ecce Homo -anónimo del siglo XVIII-, el paso de la Crucifixión, con un Cristo del siglo XVII, de Castro Canseco, autor del retablo mayor de la iglesia de Celanova, el paso de la cruz con imágenes de la Virgen y San Juan, y la Dolorosa.