Hoy en día se está perdiendo la "vieja costumbre" de acudir al mercado. Cada vez son más los que optan por ir a los grandes supermercados y abastecerse allí de todo lo necesario para el hogar. Se dice que allí se encuentra todo, sin necesidad de ir a buscarlo a otro sitio. Pero se nos olvida una cosa: "los productos del mercado suelen ser de mejor calidad".

No podemos comparar lo ofrecido en los puestos del mercado con lo que se nos ofrece en las grandes superficies. Tal y como explica Francisco Javier Rodríguez, uno de los cuatro comerciantes que trabajan "o rianxo" en la Plaza de Abastos de Ourense, "no es lo mismo un producto que tenga dos días de la planta a aquí, a que estén dos meses o tres meses, que hay cosas que están ese tiempo en cámara".

Pero el trabajo que requiere supone que el precio de estos productos se eleve ligeramente, "de ahí viene que una cosa sea a un euro y otra a cinco euros, siendo la misma cosa, bueno la misma cosa entre comillas. La misma no". Cada día, excepto domingos, están a las cuatro de la mañana y colocan todo para después al mediodía volver a recogerlo.

Consecuencias de la crisis

La crisis, al igual que en otros muchos sectores la están notando estos trabajadores. Ahora, al lado de la Plaza de Abastos, simplemente hay cuatro puestos diarios, cuando hace unos años aquello estaba totalmente ocupado.

Para estos comerciantes, la responsabilidad de que esto no funcione bien es de la gente, y no de los supermercados, "es culpa de la gente que va allí a comprar. Es como la persona que está vendiendo cosas ilegales, la culpa no solo es de él sino de quien le compra".

Rosa Martínez Trigo, otra de las "rianxeiras", no confía demasiado en que "o rianxo" tenga futuro, más bien piensa que "está en peligro de extinción". Su hijo tiene pensado continuar con el legado, aunque ella no cree que pueda sobrevivir con esto. Hace años, Rosa cuenta que "vendía a tiendas, pero ahora muchas de estas tiendas han cerrado, por lo que no podemos contar con esos ingresos".

Francisco Javier Rodríguez opina que si "el presente es muy malo, el futuro que se ve es peor aún", aunque también confía en que "morir del todo, no morirá. Yo aún tengo gente, de hecho mi negocio me lo defiende más que nada gente joven, que es curiosa".

La plaza dentro

Si los puestos de "rianxo", situados a los exteriores de la plaza, notan los efectos de la crisis, también los pequeños establecimientos que se encuentran dentro de la Plaza de Abastos.

María Dolores Barreiros, encargada de una pescadería, considera que si la plaza estuviese completa "esto beneficiaría al mercado, porque si vienen buscando un pescado concreto, por ejemplo, y tú no lo tienes, pues podría encontrarlo en otro puesto". Ella sí cree en que la plaza pueda tener futuro, aunque considera que serían necesarias algunas innovaciones. "Por ejemplo, lo único de lo que carece el mercado es de productos de droguería, pues esta podría ser una posible alternativa interesante de atraer clientes, o llevar la compra a casa, al igual que hacen los supermercados".

Los clientes habituales son personas mayores, porque "los jóvenes, por la semana trabajan, y no tienen tiempo, cuando sí vienen es los sábados".