Una visita más que discreta

Adolfo Costas Gascón

Después de la reciente visita a España del rey emérito, concretamente a Sanxenxo, y a la vista de cómo se ha desarrollado la estancia en esta localidad gallega, considero que las medidas adoptadas de privacidad y reserva, las considero excesivas, en el sentido de que una cosa es que se trate de evitar las concentraciones de público, como ocurrió hace un año, y otra que ni siquiera se le permita atender a los medios de comunicación en sus desplazamientos. Situación esta que está fuera de lo razonablemente permitido a una persona que tiene todo el derecho del mundo a desplazarse por donde quiera, siempre claro está, con las limitaciones que se puedan dar en su caso, por la figura y el rango que representa. Por todo ello, urge ya que, de una vez por todas, las visitas del rey Juan Carlos se desarrollen con total normalidad, sin volverse a repetir las secuencias que han tenido lugar en sus últimas apariciones en Sanxenxo, en las que el número de reporteros era muy superior al de los vecinos que se concentraron en el espigón del muelle, donde embarcó para realizar su primera singladura, antes de la regata del fin de semana, en la que, por inclemencias del tiempo, no pudo participar. Sin embargo, y a pesar del poco público existente en el puerto, para cumplimentarlo, no le faltó el apoyo y cariño de los allí presentes, resumido en un grito de “Viva el Rey”, al que me adhiero.