Opinión | Mira Vigo

Ellas, de arte en Quadro

Ellas, de arte en Quadro

Ellas, de arte en Quadro / Fernando Franco

Hoy nuestra propuesta es netamente femenina. Quienes veis participan en la muestra Ellas de la sala Quadro, en la rúa Fermín Penzol, y sus obras son todo un mosaico artístico de pintura, escultura, fotografía, grabado.... Ahí veis a Luz Valiño, Paula Mariño, Macarena G. Muñoz, Tania Ciffer, Blanca García de Quadro, Carla Viso, Tania Ulloa, Cristina Rommel, Diana Cordero y Rut Martínez, y exponen también aunque no están ahí Rosa García, Susana Suniaga, Pilar Cabezas, Ana Soler y Juli Molares. ¡Qué variada oferta en sala tan pequeña!

Vigo, barrio viejo, tiempos nuevos

El barrio forma parte de la memoria inicial y sentimental de las personas, nuestro espacio de socialización primitivo en el que aprendimos a hablar, a vivir, a confiar, a sobrevivir, a reconocer valores y antivalores. En un barrio viejo como el de Vigo, sometido a un largo proceso de regeneración, hay viejos y nuevos pobladores, antiguos y modernos comercios, edificios que mudan la piel y calles que son contenedores de historia. En sus viviendas, hoy aparece con fuerza un nuevo género invasor, los pisos turísticos, que acogen a transeúntes y expulsan a residentes. Cierto que la ciudad tiene varios centros (lo tiene Las Traviesas, Calvario…) pero el más común a todos, el que lo une en historia urbana es el del barrio viejo, que pasó largos años en decadencia y ahora brilla con humana excelencia. La hostelería , que es espacio de encuentro, da vida principal a sus bajos, con sus perímetros de terrazas. Ahí están Lume de Carozo, La Contenta, Princesa , El Amante, El Escalón, La Comidilla, la Central, el Sinatra, el Plaff, A Lareira, Chavolas, la Pinxoteca, La Consentida, El Capitán, El Mosquito…

La tienda de los Rivera

De los contados negocios que sobreviven al pasado, ahí junto a La Colegiata que hace años abrió César F. Vidal y ahora tiene el argentino amable Néstor Torres (como tiene el Fai Bistés en esa zona) está en la Praza da Igrexa, ante la iglesia Colegiata, la tienda de los Rivera. Si no hubiera fallecido este año, José Rivera recordaría los años en que andaba de mozo en la tienda de Julio Mera, y aquel año 1956 en que se independizó con ese diminuto ultramarinos al que enseguida puso letrero: Alimentación Rivera. Desde entonces por ese espacio, concurrido pero tan pequeño que no se sabe qué milagro le permite tener tantas cosas, han pasado cuatro generaciones: su hijo José, su nieto Óscar y sus bisnietos Pedro y Borja. ¡Ay, aquellos años en que tenía alrededor, en amable competencia, a Dositeo Barreiro, a Pablito Vaquero, a Abel y Julio Mera, a Valentín Franco…! Hoy Rivera es presionado para el cierre. Solo queda Arjeriz de esa época en que los ultramarinos no habían sido devastados por supermercados y las grandes superficies.

En memoria de Pepe el del Lichoca

No solo están los bares o tiendas. Cada barrio tiene en sus edificios sus historias, unas secretas, otras difundidas a los 4 vientos... En la calle Oliva, 10, por ejemplo, junto a los recios muros de la iglesia Colegiata, estuvo el restaurante Cre-Cotté ahora renovado pero en sus pisos superiores ya rehabilitados hubo veraneantes que vincularon a Vigo con el famoso Crimen de Fuencarral, en 1889, cuando ocupaba el bajo a finales del XIX un bar donde don Ángel Hermida daba de tapa, con las tazas, vieiras y berberechos. . Otro día lo explicaremos.En el barrio viejo alto vivió Pepe el del Lichoca, fallecido hace unos años. Era un tipo amable, jovial, devoto del Cristo y de tan grande y olívica memoria como de poco oído, dolido por los años.Nació en 1929 en la calle San Sebastián de la Herrería cuando solo había dos bares de cancaneo en la zona que él vio multiplicar por 30. Con su padre y hermanos fue abriendo allí el Lichoca, Cacholi, Cholica y Calicho, locales emblemáticos en los tiempos de esplendor meretricio de este barrio. Uno de ellos es hoy parte de la nueva Pinacoteca, que hizo pasar a manos de la cultura aquel refugio de hermanitas del pecar.