Opinión | Crónica Política

Ojo al Corredor

Alguien habrá, seguramente, que considere “casual” que el comisionado para el Corredor Mediterráneo de mercancías ferroviarias reclame prioridad para el remate de las obras. Y es posible que lo sea, pero más parece remate de una estrategia que de momento le está dando excelente resultado. Sobre todo si se compara con el Atlántico, sólo en fase de anteproyecto y con unos plazos que cada día se parecen más a aquello que decían los romanos de ad calendas graecas.

La reclamación coincide, curiosamente, con la que hace unos años hizo la CEOE presidida por el señor Cuevas. De aquella el empresariado pidió al Gobierno que las inversiones públicas se concentraran en Levante, por entender que “eran donde más rentabilidad puede obtenerse de toda la península”. Los empresarios no obtuvieron todo lo solicitado, pero si una buena parte. Y ese riesgo no debe ni repetirse ni consentirse porque supone desigualdad mayor aún de la que existe.

Uno de los problemas, ya comentado, es el de la brecha que si el Noroeste queda olvidado se agrandará entre las dos Españas la oriental y la occidental. Y si a eso se añade el falso concepto de “rentabilidad” el daño puede ser peor: las infraestructuras no solo suponen un gasto sino también un estímulo para las inversiones, y por tanto generan otro tipo de rentabilidad que se llama “social”. Cualquier gobierno ha de tenerlo en cuenta a la hora de decidir donde ubica su apoyo.

Existe otro factor de inquietud. Consiste en el aparente abandono por parte del comisionado para el Corredor Atlántico de sus funciones teóricas. Hace más de un año que se le designó y su balance de actividad ha consistido en algunas reuniones con patronales que apenas supusieron información solvente. No se trata de rebajar su importancia, sino de advertir que si las cosas siguen como hasta ahora el proyecto que unirá los puertos gallegos con Europa no se verá hasta la próxima generación. Y eso con suerte, con mucha suerte.

Es por eso que conviene no quitar ojo al asunto. Que lo es “de país”, inaplazable, y exigiría un acuerdo de las fuerzas políticas y sociales gallegas para que no se retrase más ni se olvide. Es un hecho que hay un consenso de base para que este corredor llegue a tiempo de mejorar la competencia entre lo gallego y lo europeo –en términos mercantiles– y por tanto significa progreso. Hay que insistir por lo tanto en que “ojo al corredor” siquiera para no correr el riesgo de que haya que repetir las alarmas incluso antes de tiempo.