¿Importan a alguien las vidas de los ucranianos?

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Sí, ¿es que importan a alguien las vidas de los ucranianos, y no digamos ya los rusos, unos y otros pueblos eslavos?

No lo parece, de escuchar a esos senadores estadounidenses que defienden el rearme de Ucrania con el argumento de que es la mejor inversión que puede hacer Estados Unidos: debilitar a Rusia sin que muera un solo soldado estadounidense.

Tampoco si creemos a la primera redactora jefe del influyente semanario británico The Economist, Susan Minton Meddoes, según la cual lo que hace la OTAN “es la forma más barata de hacer retroceder a Rusia”.

“Los que combaten son los ucranianos mientras que nosotros les proporcionamos las armas”, dice esa mujer educada en las Universidades de Harvard y de Oxford.

El conocido politólogo y profesor de la Universidad de Chicago John Mearsheimer, de la escuela realista de relaciones internacionales, lo tiene claro: “Esta es una guerra impulsada por las élites”. Las élites políticas, dependientes como ocurre sobre todo en Estados Unidos de su poderoso complejo militar-industrial, y también de las elites de los grandes medios de comunicación.

¿Cómo se explica si no, se pregunta Mearsheimer, que en aquel país, a diferencia de lo que dicen los políticos, sólo un 12 por ciento de los ciudadanos crean todavía que Ucrania puede ganar la guerra a Rusia?

Su respuesta es que las élites sólo se hablan entre sí, y están totalmente desconectadas de la realidad, mientras que cada vez más ciudadanos se informan en los medios alternativos surgidos los últimos años en internet.

Medios de los que hay en aquel país muchos más que en Europa, en los que trabajan brillantes periodistas de investigación, algunos de ellos antiguos premios Pulitzer, que no pueden ya expresarse en The New York Times o The Washington Post.

Incluso el conocido economista norteamericano Jeffrey Sachs, muy crítico con la política exterior del Gobierno de Joe Biden, se queja de que el citado diario neoyorquino se ha negado a publicarle algún artículo que la propia redacción del periódico le había solicitado.

Según el profesor Mearsheimer, dada la actual situación, lo mejor que podría hacer el Gobierno ucraniano es aceptar negociar con Rusia antes de que el país invasor le ocupe más territorio.

El politólogo estadounidense no descarta que, si Kiev se empeña en su rumbo actual, Rusia continúe avanzando y sume a los oblasts del Donbás que ya controla los de Járkov y Odesa.

A diferencia de lo que, cegado por su ultranacionalismo, asegura el propio gobierno ucraniano y repiten muchos políticos occidentales, Mearsheimer descarta totalmente que el presidente Putin esté interesado en ocupar el oeste de Ucrania, y mucho menos que fuese a atacar luego a un país de la OTAN, lo cual sería suicida.

Lo más probable, explica, es que termine instalándose a ambos lados del frente una “paz fría”, en la que los ucranianos “tratarán de causarles los mayores problemas a los rusos y éstos a los ucranianos en lo que quede de Ucrania”. ¡Triste panorama el que nos espera a todos los europeos!

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