Opinión | mirador de lobeira

El país de Jauja: papá ven en tren

Jauja. Viajar gratis en tren era un privilegio para aquellos hijos que a mediados del pasado siglo, tiempo de emigración masiva, se quedaban sin tiempo para terminar el trayecto, en parte por los vaivenes del vagón que solían acelerar procesos de gravidez. De aquella había sietemesinos a tutiplén y muchos revisores que presumieron de ejercer también de improvisadas comadronas.

Esos que nacían en el Expreso o el llamado Tren Hotel o incluso en un vagón hacinado de mercancías, porque no había otro remedio, conseguían un pase vitalicio para recorrer la piel de toro de forma gratuita. Al menos así se les decía a las embarazadas que subían al convoy para llegar, como mínimo, al otro extremo de España, obligadas a emigrar.

Muchos años después, el privilegio se convirtió en universal y resulta que ahora cualquiera que se haya sacado un bono de 20 euros tiene la posibilidad de recorrer por el morro de una a otra punta toda Galicia. Sin rubor, porque al fin y al cabo, el servicio lo vamos a pagar entre todos, a escote. Y por ello qué más da reservar de una vez plazas de ida y vuelta a todos los destinos, asientos por la mañana, tarde y noche, o incluso pedir a un amigo que reserve plaza en el mismo vagón para ir estirado en dos o más butacas, ¡papá, ven en tren!

La medida no puede ser más populista, en tanto que favorece a quienes tienen la suerte de vivir cerca de la estación, y ya se sabe que esas son solo las grandes ciudades, Vilagarcía incluida.

Pero ¿qué ocurre con el extrarradio y los pueblos del entorno? Pues nada, a seguir como siempre, en tanto que a nadie se le ocurra que los servicios deben ser para todos por igual, también para los que no quieren o no pueden vivir en la gran ciudad.

Sobre todo para los que no pueden, parece bastante razonable que alguien imagine que también deberían contar con el derecho a viajar gratuitamente o a mitad de precio por toda España. Y nadie pide que se amplíe la vía férrea, pero parece justo que se busque un transporte complementario, bus o similar, p. ej.

O Salnés es una de las comarcas peor comunicadas de Galicia. Lo dicen todos los ciudadanos, pero también los alcaldes son conscientes de que es más difícil ir de Cambados a Meaño o de Vilagarcía a Ribadumia que llegar a la capital de España.

Las líneas de bus en O Salnés ni enlazan pueblos, ni tienen horarios adecuados, ni vertebran nada, básicamente porque la Xunta sigue sin apostar por el transporte colectivo y además porque los ayuntamientos más afectados son los que tienen menos peso poblacional y, por tanto, con alcaldes con poca o nula influencia, independientemente del partido al que representen.

Es decir, basta con el sepulcral silencio para que todo siga igual para unos votantes de segunda categoría, esa que antes despectivamente llamaban aldeanos versus ciudadanos con privilegios.

Esos mismos que nunca tendrán ese derecho a viajar gratis, esos que si quieren llegar a una estación tendrán que conducir su coche, esos que deberán aparcar en un subterráneo de pago. Esos, en definitiva, que nunca tendrán pase gratuito en Renfe y que tendrán que llegar al paritorio por sus propios medios y que tampoco podrán volar gratis en un Falcon o similar.

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