Cuando ya muchos creen superado el cataclismo de la pandima, miran de soslayo las atrocidades de la guerra en Ucrania y olvidan por completo el volcán de Cumbre Vieja, simplemente porque a veces hay que dar carpetazo al cerebro, resulta que la normalidad queda tan lejana que parece inalcanzable, de modo que los más débiles serán los grandes perjudicados en esta etapa que se quiere forzar.

Y débiles son especialmente los jóvenes que siempre quedan olvidados de cuanta política pudiera favorecerles, incluso, ¿por qué no decirlo?, protegerles.

Llegó el verano. Tiempo de vacaciones para la mayor parte de ellos, para disfrutar del día y de la noche, para regalarse el merecido tiempo tras dos años de pandemia en los que ni siquiera han podido disfrutar con tranquilidad de una fiesta-jolgorio de amigos.

Y es el momento de salir de marcha, de darse un respiro, de disfrutar en suma de las ganas de vivir. Pero los Ayuntamientos que anuncian la recuperación de todas las fiestas a lo largo y ancho de la geografía comarcal, no han dicho ni mu de cómo van a favorecer su movilidad sin riesgos para su integridad.

¿A qué espera la Mancomunidade para contratar una línea de transporte nocturno comarcal para que estos chavales viajen seguros a la fiesta del Albariño, la vikinga, la del Agua, o a las zonas de pubs de O Grove y Sanxenxo?

No se puede perder ni una vida este verano. La movilidad no solo es promover los paseos en bicicleta por carriles seguros, sino tener medios de locomoción públicos adecuados.

Recuperar los autobuses nocturnos, con horarios de ida y vuelta adecuados a sus necesidades, debería estar entre los objetivos de todos los alcaldes y, más ahora, cuando los carburantes, se han puesto por las nubes y el transporte colectivo puede ser una opción más razonable para las economías familiares, pero sobre todo y ante todo para la seguridad.

Olvidarse de los buenos programas se ha convertido en la esencia de las excusas de la santa administración. Por eso conviene recordarlas ahora que se les vuelven a ver las caras a los políticos porque ya se han retirado las mascarillas.

De ahí que sea el momento para recordarles que hace solo un par de años destinaban recursos municipales para contratar autobuses circulares en el que los jóvenes podrían ir seguros a los centros de ocio y regresar a casa indemnes.

Eso si que daba tranquilidad a los padres que ya no se desvelaban tanto en la larga espera de la noche.

¡Vuelvan señores a promover estas iniciativas! Hagan ese esfuerzo cuanto antes para que no les coja el toro y vuelva a haber sangre en las carreteras.

Y a la vez ayuden a un colectivo, el del transporte, que también está pasando las de Dios es Cristo con esto de que no pueden llenar el depósito de gasoil.

La normalidad no es solo destaparse la boca y la nariz, sino actuar como mandan los cánones en una sociedad que se dice de progreso, o lo que es lo mismo, segura para todos.

Para conseguirlo solo es necesario un poco de buena voluntad, pues dinero tampoco han gastado demasiado las administraciones. Vamos, en Vilagarcía quedó un sobrante de dos millones de euros.

Dediquen una parte a salvaguardar a los chavales a los que el próximo año le pedirán el voto y verán si sus caras se sonrojan. ¡Salve a las urnas!