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Escucho en la radio una entrevista al padre Ángel. Asturiano de las cuencas mineras, es el párroco de la madrileña parroquia de San Antón, el patrón de los animales. En esta iglesia se dicen misas, se bautiza, se celebran bodas y funerales, como en todas las iglesias del mundo cristiano. A diferencia de la inmensa mayoría de ellas, en la parroquia del padre Ángel se prestan otros muchos servicios a la comunidad. Se puede tomar un café y sentarse a una mesa camilla para charlar, o dormir; utilizar los lavabos o retirar un pequeño paquete para el aseo personal. En la parroquia de San Antón, en Madrid, se hace lo inesperado, se hace cada día un milagro.

El padre Ángel ha vivido la pobreza en su niñez y ahora, de nuevo, convive sorprendido con ella desde esta parroquia. Sirven cientos de desayunos diarios, quizá quinientos al contacto con la pandemia y la crisis, y se entregan innumerables bolsas de comida, sin requisito administrativo o burocrático alguno. “¿Acaso, nos interroga, alguien que no lo necesitara haría cola en la calle durante cinco, diez o veinte minutos para recoger un bocadillo?”.

"Se atiende a quien entra por la puerta en la certeza de que la ayuda pública no llega a todos los necesitados ni cubre todas las necesidades"

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En la parroquia del padre Ángel no se pregunta nada a nadie. Ni su nivel de renta, ni su nacionalidad, ni sus creencias religiosas. Se atiende a quien entra por la puerta en la certeza de que la ayuda pública no llega a todos los necesitados ni cubre todas las necesidades. Activan los resortes de la solidaridad en la enraizada confianza de que todos somos solidarios, “nadie es malo, dice el padre Ángel, salvo aquellos que padecen esta enfermedad”.

En la parroquia de San Antón afirman con rotundidad, sin necesidad de estadísticas, que en España existe la pobreza y muchas personas, entre ellas también los niños, pasan hambre. Saben de lo que hablan: conviven allí con una y otra. Señalan también los nuevos perfiles sociales que hoy demandan sus servicios: autónomos de la hostelería y el pequeño comercio arruinados por la pandemia; profesionales expulsados del mercado laboral en la anterior crisis.

Encoge el ánimo la radiografía que de la pobreza hace el padre Ángel, pero sobrecoge aún más que para trasladarnos con toda eficacia el mensaje de este drama no tenga ninguna necesidad de culpar a esta o aquella institución, de criticar a nadie. Esto también es parte del milagro.

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