Mira que da juego esto del termalismo. Que la ciudad tiene unas potencialidades naturales es incuestionable, pero que eso lleve a creernos los reyes del mambo va un abismo. Pero da igual. Aquí lo importante es lanzarse a una promoción de internacionalidad turística sin más. Con unos recursos en fase de explotación, véase el anuncio de que la Xunta lleva a cabo un trabajo sobre la calidad de las aguas y su caudal. Unas charcas públicas con control de aquella manera, y otras privadas de limitaciones para asumir una normal demanda. Pero nada, esas son cuestiones menores, y allá van el alcalde a China, a la ciudad de Jiyuan, según la nota oficial para firmar acuerdos de cooperación. Vamos a ver. Por su parte, el edil de Termalismo, entre otras competencias, y vicepresidente segundo de la Diputación, Jorge Pumar, aterrizó en Azerbaiyán para asumir un nuevo cónclave termal en la ciudad y, de paso, girar invitación al ministro de Brasil para la feria de Termatalia. Qué más dan las juntas de área, atender las necesidades de unos servicios generales y de otras áreas con muchos rotos y demasiados descosidos.
No aprenden. El político es el animal que tropieza mil veces contra esa piedra de la imagen aparente y poco real. Y mira que solo pasaron algo más de cinco años desde que el entonces alcalde socialista Agustín Fernández se fuese a México, a Tlalnepantla de Baz, en donde anunció la construcción de dos nuevos hoteles-balneario en el Miño, con la reorganización de las actuales áreas de A Chavasqueira y el Campo de Santiago. Y como un campeón puso fecha al concurso del hotel-balneario en el antiguo edifico de la prisión, la de enero de 2014. Y hasta ahora. Los unos, aquellos, y estos otros, los de ahora, son el fiel reflejo de que la ficción puede formar parte de nuestro devenir cotidiano. Lo malo es cuando despierten los ciudadanos. Subirá la temperatura, no lo duden.
