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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La visita

Una de las características más llamativas, al menos en opinión personal de quien escribe, de la reciente visita del presidente de la República de Portugal a España ha sido su -relativamente- escaso eco mediático. Lo que tendría poca explicación, dada la relevancia política de lo que ha repetido en Madrid el señor Rebelo de Sousa, pero que aquí sorprende más bien poco. Ha de tenerse en cuenta que la atención de las opiniones publicada y, en menos cuantía, la pública estaban ocupadas por cuestiones como el "caso Cifuentes" -y sus derivadas- y la asombrosa actitud del ex/presidente socialista andaluz Chaves en el juicio de los ERE. Verbigratia.

(Conste que en asuntos como este, y en la jerarquía que se les da en la atención social de estos Reinos, reside más que probablemente el motivo por el cual, y salvo en determinados aspectos de la política económica, la razón por la cual la imagen de España está tan deteriorada ante el mundo occidental. Tanto que incluso los Puigdemont y demás políticos independentistas catalanes tienen en muchos países "mejor prensa" que la razón y el respeto a la Ley de los jueces que guardan la Constitución democrática y homologable con cualquier otra moderna).

En lo que respecta a la visita del presidente Rebelo, cumple insistir, primero, en que ha tenido un carácter mucho más político que otros que se basan sobre todo en aspectos comerciales y de negocios y que tan frecuentes son en los líderes estatales y regionales de este país. Y también, vistas sus referencias al momento europeo y la hipótesis de que desemboque en una Unión Europea de dos velocidades, un más que destacado carácter estratégico. En el que ha de enmarcarse con caracteres destacados su referencia a la colaboración con España y a superar viejos fantasmas.

Desde el punto de vista de Galicia, y además de destacar la presencia del titular de la Xunta en la recepción a don Marcelo, la visión del presidente portugués sobre el papel hispano/luso tiene las virtudes claves de la oportunidad y la necesidad. Lo primero, porque, sin duda, la suma de varios suele tener más peso que el de uno solo en sociedades parecidas. Lo segundo, porque es el momento de advertir seriamente del riesgo de hacer una Europa más regional que estatal, hipótesis que tendría poco que ver con el espíritu fundacional de la UE.

Así las cosas -y desde un punto de vista personal- cabe dejar claro que no se trata de rechazar el concepto de región ni de minusvalorar su papel en el marco europeo, y menos aún de negarle su papel económico e incluso de vertebración de esfuerzos colectivos concretos, que para eso está, por ejemplo, la que forman Galicia y el norte de Portugal. Pero la Unión ha de ser de Estados o no lo será, sobre todo en un tiempo en el que los viejos nacionalismos se están convirtiendo en elementos excluyentes de valores que han sido y son patrimonio del concepto que consagró en su día el Pacto de Roma. Y esos valores se defienden mejor entre entidades estatales que en ningún otro marco.

¿Eh...?

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