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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La inopia

Así que, dicho con todo respeto para los puntos de vista de los portavoces respectivos de En Marea y BNG, habría que recomendarles que, a la hora de exponerlos sobre lo que pasa en Venezuela, hiciesen un par de cosas: la primera, informarse mejor y sin ánimo sectario y, la segunda, viajar hasta allí en cuanto les sea posible para certificar la autoridad de quien o quienes les suministran los datos que después manejan. Porque, aunque discrepen de esta opinión tanto como el que la expresa lo hace de las suyas, aún quedan los hechos. Y son irrefutables.

En este punto quizá habría que explicar la discrepancias con los dos honorables portavoces parlamentarios del Bloque y En Marea sobre un país que está a siete mil millas de distancia. Y es bien simple: allí hay miles de gallegos y sus descendientes, un grupo que nunca ha perdido el amor a su Tierra, que siempre ha contribuido a su progreso y que merece respeto al hablar de su situación actual real y de que se haga con la verdad y no con cuentos, cosa que no se hizo en el Hórreo como no se hacía, tampoco, cuando se hablaba de Cuba.

Claro que no todo lo que sucede en aquel país es responsabilidad de Maduro y sus cómplices. Antes que ellos robaron a mansalva los partidos "clásicos", AD y Copei, que se turnaban en el poder, y antes que ellos otros, como el general Pérez Jiménez. Y el chavismo tampoco es introductor de los asesinatos y los presos políticos: eso lo practicaban, en la selva o en las cárceles, el castrista Douglas Bravo y los "milicos" del dictador, cuando no los secuaces de una "democracia" casi tan falsa como la de ahora.

Así pues, negar que allí hay presos políticos y que la represión asesina es estar en la inopia, como afirmar que se respetan los derechos humanos o la libertad de expresión. Y se cita la "inopia" porque quien expone esta opinión está convencido de que la contraria sólo se debe a un defecto de información y no a una manipulación aviesa de los hechos. Y por respeto a doña Ana Pontón y al señor Villares, que son personas honestas, pero sobre todo a los miles de gallegos que hoy, allí, viven bajo una dictadura. Por desgracia, no es nuevo para ellos, pero sí tan condenable como todas.

¿O no??

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