El jueves 7 de noviembre de 1957, un Casino Mercantil e Industrial en plena ebullición organizó un festival de "Arte y Moda" a beneficio de la campaña pro damnificados por las inundaciones de Valencia. Tamaña catástrofe acongojó a España entera y el franquismo extrajo el máximo rendimiento de la ola de solidaridad que se expandió por todo el país.

Pontevedra no fue menos y se volcó en apoyo de las familias de las víctimas. Las entradas para asistir a los dos pases de tarde y noche en el Teatro Malvar se agotaron rápidamente.

La alta costura pontevedresa, que entonces era muy apañada, salió de sus modestos cuarteles de invierno y se presentó en sociedad a bombo y platillo justamente cuando Milagros Riestra estaba en el mejor momento de su trayectoria periodística. Toda una feliz coincidencia.

El festival en cuestión de "Arte y Moda", como fue bautizado, resultó un insólito mestizaje de canciones y modelos. Francisco Calvo actuó como presentador, cuando todavía no era conocido como Xan das Canicas. Y la orquesta Montes amenizó el festival, junto al ballet aficionado de la Obra Sindical de Educación y Descanso.

María del Carmen Feal, Antoñita Rodríguez, Soledad García, Pepita Rodríguez, Antoñito Santos y el tenor Cantarelli, todos artistas aficionados, pusieron la nota musical y fueron muy aplaudidos.

Pero el público pontevedrés fue a lo que fue al Teatro Malvar: solamente acudió para ver como las chicas más guapas y de las mejores familias ejercían de modelos por una buena causa y desfilaban con las prendas cosidas por las modistas más cotizadas. Aquello tuvo su morbo, ¡para que negarlo!

Zita Lorente, un bombón que traía de calle al personal, lució las creaciones de Dorita; mientras que Bebé Fonseca, otra chica muy resultona de los Fonseca de toda la vida, vistió las prendas cosidas por Carmiña. Una y otra viven hoy para reírse un rato largo de aquella experiencia juvenil.

Marujita vistió a Aida Álvarez Quiñones, y Enriqueta hizo lo propio con Carmela Ozores, otros dos apellidos ilustres. Finalmente Lola puso de punta en blanco a Antoñita Rodríguez, mientras que Lolita Casalderrey hizo lo mismo con Merchi Boullosa.

Todas ellas fueron peinadas y maquilladas por el gremio de peluqueros de señoras, que se sumó al festival sin ningún personalismo. Era bien sabido, no obstante, que Manolo marcaba la tendencia a seguir.

Aquellos modelitos salidos de la alta costura local compitieron en buena lid con las prendas actuales de Olmedo, Germán y Bambi, tres comercios punteros. Además, Almón y Tilma calzaron a las modelos, mientras que Ramona Casqueiro, las manos que mejor adornaban las cabezas de las pontevedresas más distinguidas, puso los sombreros y tocados.

Milagros Riestra, cronista de sociedad, escribió: "Hasta ahora, nuestra alta costura no había hecho nunca una demostración pública y colectiva tan convincente". Dicho queda para la intrahistoria local.