Tamara Falcó e Íñigo Onieva ya han empezado la cuenta atrás para darse el 'sí quiero'. En menos de dos meses la pareja se casará en el palacio 'El Rincón', en una ceremonia por todo lo alto en la que contarán con todos sus amigos y familiares.

La pareja se encuentra ultimando los preparativos de la boda para que todo sea perfecto y sus amigos ya han empezado a organizarles las primeras despedidas de solteros. La hija de Isabel Preysler disfrutó de unos días con sus amigas en Fátima, una pareja idílico y religioso al que la socialité tuvo que acudir en muleta tras su último percance en 'El Hormiguero'.

Precisamente fue allí donde desveló todos los detalles de su despedida de soltera. "Salimos del avión y había tres sillas de ruedas, así que me dijeron que me subiera a una. Me querían vestir de bacalao para esconderme de los paparazzi", comenzaba explicando a sus compañeros de la tertulia.

"Hubo algunas que no querían ir para nada a Fátima, pero al final tiramos más otras y fue precioso. El epicentro de la fiesta está en la capilla", revelaba antes de contar algunos de los juegos a los que la sometieron sus amigas. "Me hicieron un test de compatibilidad con Íñigo y todo muy bien, excepto cuando me tocó averiguar las partes de su cuerpo y me confundía con uno que se llama Antonio, hubo un poco de mosqueo", aseguró.

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"El sábado por la noche estuvimos en un restaurante rarísimo, pensaba que me había equivocado cuando entramos pero era una amiga que lo había organizado. Llegó un tío vestido de novia y se empezó a desnudar con la cara verde. No puedo especificar más, pero era todo temática de manicomio", confesó entre risas para terminar asumiendo que prefirió recorrer las calles de Fátima sin tener que someterse a ciertas actividades que llegaron a resultarle un tanto incómodas.