“Es una liberación”, aseguraba ayer en el muelle de Cangas Roberto, un usuario habitual del transporte de ría, a punto de coger el barco a Vigo y sin la mascarilla contra el COVID puesta. “Es que si nos paramos a pensar... han sido tres años con ella, mucho tiempo”, recordaba mostrando su alegría por la nueva situación en la que desde ayer el uso de la mascarilla, obligada desde que comenzó la pandemia en 2020, queda a la libre elección de los viajeros. Por eso que en el primer día, todavía había personas que sí se protegían con ella cubriendo boca y nariz en el barco o en el autobús al sentirse más seguras. Pero eran las menos, a las que todavía les será difícil dejar las mascarillas en el bolso o en el bolsillo por el miedo al contagio, y usarlas solo en donde sí siguen siendo obligatorias como en los centros médicos, farmacias y residencias de mayores.
“Esto va a agilizar mucho el transporte”, añadía Sofía, otra usuaria del barco que señala que muchas veces se les olvidaba la mascarilla y había que volver a atrás o antes de entrar que les facilitaran alguna. En su caso señala que no le da más sensación de seguridad llevarla puesta: “En el trabajo ya no la utilizaba y en las cafeterías tampoco...solo faltaba en el transporte y ahora ya está”.
La alegría fue tanto para los usuarios como para los trabajadores del sector. Moisés Sobral, que trabaja en una de las navieras del transporte marítimo entre Cangas y Vigo, reconocía que para él no era tanto un problema llevar la mascarilla como tener que pedirla a los pasajeros: “Oíamos de todo”. Reconoce que había gente que decía que estaba exento de llevarla, pero no quería mostrar el certificado porque alegaba que era un tema de protección de datos o también que aparecía sin ella porque se la había olvidado y tenía que volver a por una.
"Todos los niños estaban súper contentos sin la mascarilla"
La alegría es la cara de una moneda que tiene una cruz en la desaparición del pequeño negocio por la venta de las mascarillas. En la cafetería de la estación marítima, que antes las vendían, ya dejaron de hacerlo desde el lunes, aunque reconocen que en algunas ocasiones les producía más problemas que otra cosa porque la gente las quería gratis. Cuando más se vendían, dicen, era en fin de semana y, sobre todo, en la Navidad con las luces de Vigo. Venía gente de otros rincones del país que se mostraban extrañados de que la mascarilla fuera obligatoria en el barco.
"Pedírsela a los viajeros a veces era un problema"
Uno de los patrones de Mar de Ons, que realizó los viajes de mañana entre Cangas y Vigo, mostraba su satisfacción: “Nos hemos vuelto a ver las caras”.
"El lunes acabé la última caja de mascarillas y ya dejamos de venderlas"
La propietaria de la naviera Nabia, María Jesús Acuña, reconoce que en los primeros viajes de la mañana, de 70 viajeros había solo 1 o 2 con mascarilla. Dice que la medida está bien, que incluso se debió de ser antes.
"Era muy cansado llevarla y esto agiliza todo"
Sí que ayer había comentarios sobre por qué se sigue obligando el uso de la mascarilla en farmacias y en Portugal no: “Yo voy mucho a comprar medicinas que son más baratas allí y desde hace tiempo no usan mascarilla”.