Llueve sobre mojado. Es un tópico pero refleja una realidad terca e incuestionable. En la taberna La Viuda ya se han acostumbrado. "Mire, ahora está lloviendo fuera y en cuanto el agua empiece a salir por ese sumidero [justo frente al local] en cinco minutos tendremos el local inundado", alerta Paco, el propietario del establecimiento. Y su profecía se equivocó por muy poco, porque en apenas dos minutos el agua que aparecía desde el encintado del suelo ya alcanzaba varios centímetros de altura. Desde las nueve de la mañana y hasta mediodía, esta situación se repitió varias veces, obligando a los clientes a marcharse del local. Él, al igual que los propietarios de otros locales de la zona, mostraba su indignación con lo sucedido. "Non hai dereito, isto é tercermundista", clamaba el propietario de la Inmobiliaria Freire.

"Aquí hay dos culpables: Aqualia y el Concello de Bueu. Para mí, el responsable directo es la empresa porque es la encargada de la recogida de pluviales y fecales y es la que me pasa el recibo. Pero el ayuntamiento sabe lo que ocurre y no hace nada", lamenta otra vez Paco. Insiste en que esta situación se registra desde hace apenas dos años y denuncia que "sólo hace falta que caigan cuatro gotas". Recuerda que el verano pasado, en pleno mes de agosto, ya vivió una situación similar.

Otro de los locales seriamente afectados fue la Frutería Katuxa, donde el agua también entró por la parte trasera y por el suelo. No llegó a alcanzar mucha altura pero cubría los más de 90 metros cuadrados del establecimiento. Las empleadas y el responsable empresarial optaban por cerrar la tienda a mediodía ya que resultaba imposible trabajar con normalidad. "Se pierde algo de mercancía, se estropean los muebles de madera y no nos queda más remedio que cerrar", explicaba resignado Juan Cal. Al lado de la frutería hay un portal de acceso a una vivienda y el agua inundó completamente la entrada.

A las empleadas de la agencia de seguros La Corona y de la Panadería Amador tampoco les quedó más remedio que coger fregona y cubo para hacer frente al agua. En el primer caso, el líquido entraba a través del suelo de la madera mientras que en el horno se filtraba por la paredes. En cualquier caso, "ya empezamos a estar acostumbrados".