Las lonjas gallegas disparan un 25% sus precios por la falta de pesca de Gran Sol

En Vigo, donde mejor se paga el producto, el kilo ya cuesta de media casi cinco euros | Gran caída en ventas de las mayores especies comercializadas: merluza, rape o gallo

Vista de la lonja de Vigo.

Vista de la lonja de Vigo. / Marta G. Brea

El veto a la pesca de fondo extendido por la Comisión Europea (CE) en 87 áreas del Atlántico Norte sigue pendiente del recurso presentado por España, Galicia y el sector contra una medida que en más de una ocasión se ha tildado de “desproporcionada”. Con todo, el impacto de esta prohibición que metió en el mismo saco al arrastre y al palangre continúa haciéndose notar en tierra, donde las principales especies que la flota pesca en el caladero de Gran Sol, afectado por la citada restricción, han sufrido fortísimas caídas.

Son pescados como la merluza, el rape o el gallo, que ya no llegan de la misma manera que lo hacían hace un año a lonjas como la de Vigo, la mayor en comercialización de productos del mar de la comunidad autónoma. Según los datos recabados por FARO, solo en el puerto de la ciudad olívica estos peixes han visto rebajadas sus cantidades en casi un 22% en el caso de la merluza, entre un 13,2% y un 11,7% menos para el rape negro y blanco, y en casi un 40% en el caso del gallo.

En Vigo, en lo que va de año respecto al mismo periodo del año anterior, la lonja ha vendido un millón de kilos menos. Las ventas han bajado cerca de un 18% y se ha notado en la facturación: 1,7 millones de euros menos. No obstante, la viguesa no ha sido la única que ha albergado disminuciones en los volúmenes de mercancía manejada, estrechamente ligadas a las bajadas corroboradas en las especies de Gran Sol. En las plazas de A Coruña, Ribeira, Celeiro y Burela también se han registrado descensos del 44%, 38%, 19,5% y 11,1% respectivamente.

Esta escasez de producto ha derivado en un incremento de los precios, siguiendo la regla de oferta y demanda. En general, los precios medios de las cinco principales lonjas de Galicia se han disparado un 25% por la falta de merluza, gallo y rape, así como otras especies como el jurel o la sardina, en mayor o menor medida. Si se comparan estos ascensos, Vigo sigue siendo donde mejor se paga el kilo, con un precio medio que ha pasado de los 4,3 euros a los 4,86. Le siguen Burela (4,2 euros frente a los 3,55 de hace un año), A Coruña (3,85 euros, antes 2,88), Celeiro (3,57 euros, antes 2,9) y Ribeira (2,57 euros, antes 1,92).

El impacto del veto

Fuentes del sector que operan en Vigo constatan la caída del tráfico, que vinculan también a las mayores descargas en puertos como el de Pasaia (Gipuzkoa) en el caso de la pescada. “Estamos en el fin, tocando fondo. No tenemos producto. Esa es la cuestión, el principal problema que hay aquí es que no hay producto”, señalan en declaraciones a FARO. La semana pasada, de hecho, hubo dos días que no hubo venta de Gran Sol: el martes y el miércoles. La Autoridad Portuaria, comercializadores y armadores están abordando la situación en un grupo de trabajo constituido con motivo del gran detrimento de las descargas que, como ya adelantó meses atrás este periódico, pone en riesgo la hegemonía pesquera de la ciudad olívica.

En este sentido, las mismas voces certifican que el poco fresco que entra es, en buena parte, gracias a los barcos portugueses que se desplazan a Vigo para vender sus capturas aprovechando los mejores precios que ofrece frente a las lonjas lusas. En consonancia con los descensos de las cantidades de pescado que llegan a puerto, en el vigués el precio del rape se ha incrementado entre un 10,1% (negro) y un 13,1% (blanco) respecto a hace un año, el del gallo lo ha hecho un 21,6% y el de la merluza más de un 27,8%.

Conforme destacó recientemente el gerente de la Cooperativa de Armadores del Puerto de Vigo (ARVI), Edelmiro Ulloa, la Comisión Europea ha priorizado esta última legislatura “líneas estratégicas que vienen afectando y debilitando al sector pesquero, por ejemplo aplicando 87 zonas de veda en aguas de Europa que realmente no tenían aval científico”. “Apoyando medidas que favorecen la entrada de productos de terceros países como China, mientras se dificulta el abastecimiento de producto de la flota comunitaria y se deteriora la soberanía alimentaria”, matizó.

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