La Ciaim indaga en los familiares por pruebas de negligencia a bordo del “Villa de Pitanxo”

Tripulantes del pesquero hablaban por móvil a la hora en que la armadora asegura haber realizado el simulacro obligatorio

El "Pitanxo" en una descarga en el muelle de Frigalsa.

El "Pitanxo" en una descarga en el muelle de Frigalsa. / Cedida

Lara Graña

Lara Graña

El Villa de Pitanxo salió de Marín el 25 de enero de 2022. Tuvo que posponer la travesía al caladero por un fallo en el sistema de propulsión, por lo que regresó a puerto al anochecer. Fue en tierra, en el muelle de Frigalsa (Teis), cuando desembarcó al marinero de origen senegalés Siaka Thior, que estaba contagiado de coronavirus. Este tripulante estuvo al menos 24 horas a bordo del buque, conviviendo con los demás, y con los que había ido de cena en un restaurante de Placeres; su positivo no fue detectado a tiempo porque la armadora, como ha constatado la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim), puso proa a la mar desde la ría de Pontevedra sin haber esperado los resultados de las pruebas PCR. Son hechos ya probados en una investigación que será muy larga, pero que avanza poco a poco con el objetivo de cubrir todos los frentes. Para saber a ciencia cierta qué pasó la noche del naufragio, por supuesto, pero también qué sucedió durante la última marea del Pitanxo y antes de que el pesquero abandonase por última vez aguas gallegas. Peritos de la Ciaim desplazados desde Madrid, a servicio de la Audiencia Nacional, interrogan estos días a familiares de los tripulantes en busca de pruebas de negligencia o mala praxis, según pudo constatar FARO.

Por ejemplo, para aclarar si los tripulantes realizaron o no el simulacro preceptivo antes de partir hacia los Grandes Bancos de Terranova. Una prueba que garantizaría no solo que hubiese a bordo trajes de supervivencia para todos, sino que éstos estuviesen asignados personalmente y con el tallaje adecuado para mayores garantías de éxito en caso de evacuación. Según el mismo informe provisional de la Ciaim, en el inventario de equipo a bordo –es el que tuvo que validar Capitanía Marítima– solo figuran 22 trajes de estas características, indispensables para sobrevivir en aguas como las de NAFO, donde la temperatura ronda los 1 o 2 grados positivos. Veintidós trajes para 25 personas que salieron de Vigo a bordo del Villa de Pitanxo, como demostró este periódico; uno de ellos fue transbordado en medio del Atlántico al pesquero cangués Río Caxil, lo que le permitió evitar la tragedia. En todo caso, el pesquero de Nores se hundió con 24 personas.

A menos que el inventario de equipo fuese incorrecto, no había equipamiento de protección térmica para todos. Solo el capitán del barco y su sobrino, Juan Enrique Padín y Edurdo Rial, respectivamente, lo llevaban puesto cuando fueron rescatados. Varios de los cadáveres recuperados sí lograron subir con vida a la balsa, pero fallecieron de frío al ir vestidos con ropa de aguas o “casi desnudos”, como expuso a FARO un tripulante del pesquero que los rescató, el Playa Menduiña Dos.

Los mensajes

Respecto al simulacro, los peritos han pedido a familiares mensajes de WhatsApp o imágenes del día 25 de enero, fecha en que Pesquerías Nores asegura haber realizado este test obligatorio. Fuentes judiciales apuntan a que la armadora sitúa la realización de las pruebas de emergencia a mediodía. De la docena de familiares consultados, ninguno fue informado por los suyos de que habían realizado estas pruebas. Es más, mensajes ya aportados ante notario la causa –y verificados esta misma semana– prueban que marineros conversaban por mensajería de móvil a la misma hora en la que Nores asegura haber realizado el simulacro. Las familias del Pitanxo están convencidas de que no se realizó; además de 21 delitos de homicidio por imprudencia grave, al patrón y la pesquera se les acusa de falsedad documental, encubrimiento y otro delito contra los derechos de los trabajadores.

Adicionalmente a haber entregado un despacho falso y con identidades incorrectas, sin comprobación previa por parte de Capitanía –desde el Gobierno aseguran que la responsabilidad es del capitán y de la armadora Nores–, el buque salió con problemas de Marín. Y también lo constatan los mensajes enviados por tripulantes fallecidos a sus familiares y amigos. “Hacen las cosas tan mal que como se entere la autoridad portuaria le clausura el barco. El barco mete agua por el parque de pesca”, escribió uno de ellos. Tuvieron que estar tres días sin ducharse –entre el domingo día 23 y el miércoles 26– porque no funcionaba la potabilizadora del pesquero. Estos mensajes ya obran en poder de los peritos, que serán los que aporten sus conclusiones al juzgado que preside Ismael Moreno. Como el buque solo estaba habilitado para 22 personas, el segundo oficial y el observador científico tenían que compartir un camarote que, en realidad, era un habitáculo preparado como enfermería. El primero, el joven Raúl González Santiago, padecía de asma.

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