La UVigo explora el uso de larvas de insectos para convertir desechos animales en abono

La investigadora María Gómez Brandón colabora con expertos de Kenia, Austria y China en el análisis de las propiedades de los productos obtenidos y su aplicación al suelo

El investigador Chrysantus Tang, a la derecha, en las instalaciones del Icipe, en Nairobi.

El investigador Chrysantus Tang, a la derecha, en las instalaciones del Icipe, en Nairobi.

Sandra Penelas

Sandra Penelas

La cría de insectos constituye una herramienta de gran potencial en el marco de la economía circular para convertir desechos agroganaderos en productos de valor añadido como harinas para alimentación animal o abonos más sostenibles. María Gómez Brandón, investigadora de la UVigo en bioconversión de residuos orgánicos y ecología del suelo, ha puesto en marcha una red de colaboración internacional junto a otros expertos de Kenia, Austria y China para explorar el uso de larvas como agentes de esa biotransformación.

Sus estudios se centran en el frass, el subproducto que se obtiene tras el procesamiento de los residuos por parte de las larvas y que es una mezcla de los excrementos del insecto, los restos del exoesqueleto liberado en cada muda por exuviación y los del sustrato alimentario.

“El frass presenta cantidades significativas de nitrógeno de fácil asimilación para las plantas, por lo que podría ser utilizado como abono orgánico y ser una alternativa sostenible frente a los fertilizantes sintéticos. Pero además la exuvia del insecto constituye una reserva rica en quitina y sus excrementos también están envueltos de una película quitinosa. Esto le confiere un mayor potencial para su uso en agricultura puesto que la quitina, entre sus numerosos beneficios, es promotora del crecimiento y el desarrollo vegetal”, destaca Gómez Brandón, del grupo de Ecología Animal.

Las primeras investigaciones se centraron en el escarabajo de la fruta (Pachnoda sinuata) y todo el trabajo de campo se llevó a cabo en el Centro Internacional de Fisiología y Ecología de Insectos (Icipe) de Nairobi, que cuenta con instalaciones para la cría y la experimentación, de la mano de Chrysantus Tanta y Dennis Beesigamukama.

La investigadora viguesa y sus colegas del departamento de Microbiología de la Universidad de Innsbruck Maraike Probst y Thomas Klammsteiner analizaron las muestras. Y los expertos chinos YanYan Zhou y Yong-Guan Zhu utilizaron una técnica desarrollada por ellos mismos para rastrear genes resistentes a antibióticos.

Los resultados, que acaban de ser publicados en la revista Waste Management, revelan “cambios significativos” en la composición y diversidad de las comunidades microbianas. La bioconversión del estiércol con larvas aumentó de forma destacada la riqueza de bacterias beneficiosas para el uso del frass como fertilizante, así como una reducción de genes resistentes.

Posibles desventajas

Pero los expertos todavía tienen que analizar posibles desventajas: “Hay evidencias de que las bacterias asociadas al tracto intestinal de las larvas pueden actuar como un reservorio de genes de resistencia a los antibióticos. Y estudios previos también han mostrado la presencia de patógenos microbianos humanos asociados al tracto intestinal de los insectos, por lo que su detección y cuantificación es fundamental. Es necesario seguir avanzando en este campo de investigación y ahondar en el impacto del frass en las propiedades del suelo”.

El consorcio de investigadores ya ha dado esos primeros pasos para estudiar las propiedades del frass de distintos insectos. Además del escarabajo de la fruta, han ampliado sus estudios con la mosca soldado negra (Hermetia illucens), el escarabajo de la harina (Tenebrio molitor) y el grillo doméstico (Acheta domesticus). Y están a punto de publicar otro artículo en el que dan cuenta de “diferencias muy significativas”.

“El frass presenta cantidades significativas de nitrógeno y quitina”

María Gómez Brandón - Grupo de Ecología Animal de la UVigo

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“La siguiente fase es analizar la aplicación del frass de cada especie en el suelo con diferentes dosis y cultivos. Los estudios se hacen en el Icipe de Nairobi en condiciones de invernadero y de campo y ahora mismo estamos en la fase de recogida de muestras y procesado”, explica.

La investigadora acaba de conseguir una de las Ayudas de Consolidación Investigadora del Ministerio de Ciencia, con cargo a los fondos europeos de resiliencia, para un proyecto de dos años centrado en la mosca soldado negra, pero que también incluirá otras especies, y los efectos del frass sobre el suelo.

"El uso de larvas está en una fase de auge"

“La bioconversión de residuos con invertebrados como las lombrices ya se lleva haciendo un tiempo. El uso de larvas es más reciente, pero está en una fase de auge y ya están apareciendo start-ups en España y el resto de Europa. Todavía precisa de investigación y que ésta se traslade a la legislación. Según el reglamento europeo, antes de aplicarlo al suelo hay que someter al frass a un choque de calor de 70 ºC, pero yo creo que esto va a modificar sus características”, apunta.

“El frass es prometedor y el tiempo dirá si se consolida como el compost. Todavía no hay muchos trabajos sobre su aplicación y cómo pueda afectar dependiendo del tipo de insecto, del residuo de partida del que se alimenta la larva, del suelo o del cultivo. Hay muchas variables que estudiar”, concluye sobre el pujante campo en el que ha introducido la UVigo.

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