Un brazo biónico para la cerámica de Rosa

Una usuaria de Apamp elabora obras de arte con una mano y ahora practica con una prótesis: “No contaba con tenerla nunca”

Rosa, usuaria de Apamp,  elabora obras de arte con una mano.

Para ver este vídeo suscríbete a Faro de Vigo o inicia sesión si ya eres suscriptor

Suscríbete

¿Ya eres premium? Inicia tu sesión aquí

Pedro Fernández

Carolina Sertal

Carolina Sertal

“Esto se hace así. Primero desenredo, luego escojo un par de cordones, pego dos con celo en la mesa o en la superficie en la que esté trabajando en el momento, ahora se pasa uno por aquí detrás y otro por el otro lado, se tira para que suba el nudo y listo. Se va cambiando de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Realmente, no es nada complicado, solo se necesita práctica, trabajo y, sobre todo, que disfrutes con lo que haces”. Así lo explica Rosa Araya y parece fácil, viéndola avanzar en el diseño de su pieza añadiendo con destreza el tejido mediante macramé. Sin embargo, además de las técnicas que requieren la artesanía textil y cerámica, la realidad de Rosa es que ella todo lo hace con una mano y dos brazos, también sus obras de arte.

“Nací así y a mí no me supone mucho, hago todo como siempre he hecho. Llevo tres años en Apamp y antes pintaba óleo, dibujaba, diseñaba y, cuando llegué, el taller de cerámica era lo que más se me parecía, porque en él dibujo y diseño, y poder hacerlo con barro es algo muy bonito. A mí me aporta paz, tranquilidad y diversión, porque el taller es ameno y siempre nos estamos riendo. La cerámica es para todas las personas, tan solo tiene que gustarte, tener imaginación y ganas de experimentar. A mí me gusta fusionarlo con cestería, por ejemplo”, indica esta usuaria de la Asociación de Familias de Personas con Parálisis Cerebral de Vigo.

"No contaba con tenerla nunca, pero ahora vamos a por todas"

Si bien Rosa Araya elabora sus piezas adaptada a su realidad, desde hace unos meses ha incorporado una novedad, y es que la entidad ha recibido un brazo biónico que detecta e interpreta el movimiento muscular del brazo derecho de Rosa y ya le permite asir objetos, “aunque no siempre me obedece”, puntualiza ella entre risas.

Rosa junto a sus compañeros y compañeras del taller de cerámica de Apamp.

Rosa junto a sus compañeros y compañeras del taller de cerámica de Apamp. / Marta G. Brea

Mientras espera a que Pablo llegue con la prótesis para mostrar los progresos en su manejo, esta artista de Apamp señala que “ya viste que yo que hago cerámica con una mano sola y con dos brazos, pero esta mano biónica es un proyecto en el que yo me la coloco y tengo que intentar hacer las cosas del día a día. Ya estuve probando también en el taller. No contaba con tenerla nunca, porque yo nací en Buenos Aires y en mi país es complicado, las personas con discapacidad tienen difícil independizarse, pero ahora vamos a por todas. Vamos a intentar conseguir el truco para que pueda utilizarla en todos los momentos del día y en el taller tengo que darle caña para trabajar el barro, pero seguramente lo consiga”.

Rosa Araya apenas lleva unos meses practicando y lo que más se le resiste es controlar la fuerza del agarre, pero por lo demás, está encantada: “¡Mira, si hasta tiene uñas!”, bromea esta artista plástica.

"Podemos ser felices, trabajamos, nos reímos, tenemos familias, nos enamoramos y podemos enamorar a otras personas"

Araya comenta que su historia de vida es como la cerámica, “un libro abierto”. Hija de madre gallega, acabó regresando junto a sus padres de Argentina y cuando fallecieron pasó una temporada compartiendo piso, “luchando y saliendo adelante”, pero siempre con una sonrisa, porque tal y como afirma, “yo no hay día que no sonría. Me siento libre, soy muy abierta y siempre consigo sacar risas en todos los lados. Y luego llegó Apamp, que para mí es una bendición, porque me hizo llegar hasta donde estoy y me ayudó a defenderme sola. Tanto a Apamp como al taller de cerámica le debo lo que soy, son mi familia”.

Rosa se va a quedar con la prótesis biónica un ratito más, lo que dure la batería, y antes de irse a tomar un café deja una importante lección: “Aunque las cosas han mejorado, mucha gente no ven a las personas, ven una silla. Piensan: ¡Pobres, qué vida les tocó! Y no, podemos ser felices, trabajamos, nos reímos, tenemos familias, nos enamoramos y podemos enamorar a otras personas”, concluye.

Suscríbete para seguir leyendo