Vivir por, para y en el cole

Eduardo Pérez, del CEIP Castelao, es el último de los conserjes de la ciudad que aún reside en el propio centro educativo donde trabaja: “Somos un referente para el alumnado”

Si hay un quebradero de cabeza que preocupa a los directores y directoras de los colegios de Vigo más allá de los puramente lectivos es la necesidad de volver a contar con la figura del conserje. En la actualidad tan solo 21 de los 49 cuentan con esta figura, que en otros centros ya no existe o se ha ido supliendo con contratos de personal eventual de seis en seis meses, medida que contempla el Concello dentro de su planteamiento de externalizar este servicio.

La comunidad educativa salió a protestar contra esta pretensión municipal en varias ocasiones al considerar al figura del portero como esencial para los centros. Primero porque se trata de un trabajo en contacto diario con menores y segundo porque la tareas a las que hacer frente no son nimias. Y sino que se lo pregunten a Eduardo Pérez da Silva, que realiza estas funciones en el CEIP Castelao desde hace 22 años, si bien desde el 2019 lo hace como uno más del centro. “Me ofrecieron la opción de vivir en una de las casas del colegio a cambio de su mantenimiento total, por el día y también por la tarde. Son tareas que me tienen totalmente ocupado”, cuenta Pérez.

El conserje Eduardo Pérez, del CEIP Castelao.

El conserje Eduardo Pérez, del CEIP Castelao. / Alba Villar

En principio, este es su último año como mano derecha del colegio de Navia, tras más de dos décadas. Al principio solo realizaban tareas de tarde pero el ofrecimiento de vivienda y los constantes cambios de personal en el centro le motivaron a aceptar a tiempo completo este trabajo. “Yo era operario de Jardines y por las tardes me ocupaba de las tareas de mantenimiento del centro, me dejaban un listado de cosas para hacer: cortar la hierba, arreglar persianas, hacer recados... Pero el colegio cambió mucho, pasamos de 80 alumnos a más de 350. La carga de trabajo aumentó mucho por eso también me decanté por aceptar la jornada completa como conserje a cambio de vivir en el propio centro”, explica Eduardo Pérez.

"Se crea un vínculo con los niños y las familias. Me gusta verlos crecer bien"

Más allá de las labores encomendadas a su cargo, el papel del conserje también es el de la familiaridad, el del auxilio al alumno, actuando incluso como un referente para ellos. “Nos conocemos todos, yo los conozco a todos, y me gusta ver que están bien, verlos crecer es genial. Ellos te saludan siempre que entran, se van creando vínculos entre nosotros que también es muy bueno para el alumno. Le inspiro confianza y saben que pueden acudir a mí si lo necesitan. Con una personal temporal, no”, asevera Pérez.

"Una persona externa nunca generará confianza para el centro"

A sus 65 años no entiende ni ve razonable que esta figura del portero-conserje sea privatizada. “De verdad tenemos un papel muy importante, y mismo para las familias, cuando traen al niño del médico más tarde, pues hablas con ellas, te cuentan, se preocupan y se van mucho más tranquilas. Antes también había bolsas de trabajo para estos puestos, yo lo veía, por las mañanas cada seis meses venía alguien y a los seis meses se iba. Las familias y el centro también estaba cansado”, recuerda este vigués.

Reconoce que si bien no le asusta “afrontar otros mundos”, le dará pena dejar la que fue su casa durante años. “Me dará muchísima pena, pero a partir de febrero de 2026 y no estaré aquí. Ayudaré y asesoraré al nuevo en todo lo que necesite pero pienso que también será bueno cortar esta conexión”, sentencia.

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