Sola e independiente va sobre ruedas

La viguesa Lola Bruzon, instructora de bomberos, recorre sola Pirineos en bici y aspira a que su experiencia sirva a otras chicas como “el referente que yo no tuve”

Lola descansando en mitad de su viaje en bici por Portugal.

Lola descansando en mitad de su viaje en bici por Portugal. / C. B.

Muchas mujeres sienten cierto respeto a viajar solas, especialmente cuando se trata de destinos remotos o recorridos complejos en mitad de la nada, como los trayectos por alta montaña. No es una cuestión de capacidad física, sino de respeto a la idea de estar sola y aislada ante el peligro. Pero si algo ha demostrado el Camino de Santiago es que ellas solas y ellas en grupo de chicas son una parte fundamental de esta peregrinación cada año. Lola Bruzon es una de ellas: hizo el Camino a la inversa, sola con su bici. No es el único viaje de esta viguesa intrépida, ya que ahora está en mitad de los Pirineos. Allí donde no llegan ni las nubes.

“De momento llevo 640 kilómetros y 12.500 metros de desnivel positivo”, cuenta entre intervalos, los que la montaña provoca. Inició su andadura hace diez días en San Sebastián. Había subido al avión desde Peinador con la bicicleta “desmontada y metida en una caja de cartón, pero según aterricé la monté y empecé a pedalear”. Primera parada en Hendaya-Ordoqui, con una misión. “Me parece muy guay la idea de tocar el Cantábrico al empezar y acabar dándome otro baño en el Mediterráneo”, dice y reconoce que siente que está en forma y que llegar a Andorra le está costando menos de lo esperado. “Tenía planeados unos 17 días, pero van a ser 13 a este paso”.

  • Antes de viajar sola

    Sentido común: ”Está claro que existe un porcentaje de riesgo que no podemos controlar, pero hay que usar la cabeza”.

    No tener miedo: ”No se puede pensar en no llevar a cabo una idea por miedo a lo que pueda pasar y estar después preguntándose cómo habría sido. Si alguna vez pasa algo, que te pille viviendo”.

    Ser mujer... ¿y qué?: “Ser mujer no tiene que ser una pega para hacer algo. Somos todo lo fuertes, inteligentes, independientes y capaces que nos propongamos”.

Está trazando un recorrido que, quien conoce los Pirineos, sabe que es de una belleza incomparable, con agrestes montañas, ibones y valles imposibles de imaginar. Isaba, Jaca, Ordesa, Les Bordes...Hasta llegar a la costa de Girona. “Estoy siendo capaz de superar el reto físico que supone, no sabía si podría. En total al final del viaje serán unos 1.000 los kilómetros recorridos y 20.000 de desnivel, más o menos”, calcula. Un espectáculo no exento de desafíos físicos y mentales. Porque viajar sola no es fácil y menos por parajes salvajes. Pero para esta instructora de bomberos “viajar sola tiene mucha magia. Mi primer viaje en solitario lo hice con 25 años. Me vine desde Amsterdam hasta Vigo en bici. Nunca había hecho algo así, me faltaba un referente”.

Explica que el control mental es importante. “Cuando viajas en bici pasas muchas horas pedaleando, tiempo que estás contigo misma pensando en tus cosas. Es como una especie de meditación y yo me conocí a mí misma en ese viaje... ¡Y resultó que me caí bastante bien!”, recuerda feliz. Aunque apunta que al ir sola hay que tomar cada decisión. Y cada problema lo debe resolver ella misma. “Eres responsable de tus aciertos y tus errores. Pero pocas cosas son tan satisfactorias como esa sensación de la recompensa por el esfuerzo, que es brutal. Te hace sentir capaz de todo”.

  • Consejos de veterana

    ”Sin miedo, si necesitas algo lo encontrarás en el camino” ”Párate, escucha, agradece y respeta a quienes encuentres” “Deja todo tal cual estaba cuando llegaste (o mejor)” ”Es vital que calcules bien el agua, más que la comida” ”La cremita de los bebés, es una maravilla (¡ojo ciclista!)”

Opina que el hecho de ir sola le ha permitido conocer bien a la gente. “Te ven y se acercan a ti. Es increíble las conexiones que he hecho con gente que no conozco de nada. Tras mis viajes pienso que el mundo está lleno de gente buena dispuesta a ayudarte”.

Y rememora sus expediciones, sin poder elegir la que cree mejor. “La de Ámsterdam fue importante por ser la primera y la semilla de todo lo que vino y vendrá. La de Portugal fue muy especial porque fue justo después de una ruptura que me dejó tocada, me sirvió para volver a conectar y a enamorarme de mi misma. Y esta de Pirineos tiene unos paisajes... Nunca había visto nada igual”. Su próxima aventura es un secreto, pero “será lo más grande que haya hecho hasta ahora”, remata con picardía.

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