Un crimen sin castigo 19 años después

Manuel Salgado falleció de un tiro en la cabeza en su garaje de Rosalía de Castro | Tras la reapertura del caso en 2021, no se arrojaron nuevas pruebas que apunten a su resolución

Garaje en el que se halló el cuerpo de Manuel Salgado, el 2 de abril de 2004. |   // A.G.

Garaje en el que se halló el cuerpo de Manuel Salgado, el 2 de abril de 2004. | // A.G. / e. villanueva

Hace hoy diecinueve años, en un garaje de la calle Rosalía de Castro, un vecino encontraba el cuerpo sin vida de Manuel Salgado, un exempleado de banca de 56 años, separado y con dos hijos, cuando bajaba de su coche para acudir a su puesto de trabajo en García Barbón. Presentaba un disparo a bocajarro en la cabeza. El mismo día del hallazgo del cadáver fueron detenidos su exmujer y la entonces pareja de esta, si bien en 2006, la Audiencia archivó la causa y la imputación que pesaba sobre ellos por falta de pruebas objetivas.

No fue hasta 2021 cuando los sobrinos y la hermana de Manuel pusieron sobre la mesa la posibilidad de obtener nuevas pruebas con la práctica de diligencias que no se realizaron en su momento y que podrían ayudar a arrojar luz a un caso criminal sin resolver. Gracias a ello, el Juzgado de Instrucción 4 de Vigo reabrió el caso para seguir investigando siempre con la mirada puesta en los mismos sospechosos: la exmujer de Salgado y su hijo como posibles responsables del mismo así como la presencia de un sicario, ejecutor material del crimen.

Concretamente, la mala relación que mantenía la víctima con su familia y los intereses económicos de estos últimos hacia los bienes de Manuel son los principales móviles que, para los investigadores, desataron el asesinato del vigués a las puertas de su garaje. Las sospechas que pesan sobre ellos nunca se han podido materializar en pruebas, ni biológicas, ni testificales ni de ningún tipo; y el paso del tiempo tampoco juega a favor del caso.

“Muchos de los testigos que aseguraban saber o ser conocedores de quién podía ser el asesino llegan al juzgado y optan por el silencio. Se acogen al paso del tiempo, como una muletilla para el ‘no me acuerdo’”, lamenta el abogado que representa a los sobrinos de Manuel Salgado en este procedimiento, y quien recientemente acaba de proponer al juzgado una importante batería de pruebas.

"Muchos de los testigos que aseguraban saber o ser conocedores de quién podía ser el asesino llegan al juzgado y optan por el silencio"

Concretamente, la acusación particular ha pedido que se cite a declarar en calidad de investigados a la exmujer de la víctima, así como al hijo y a la hija. Junto a esta petición, la acusación particular también ha solicitado la comparecencia de un nuevo testigo y el careo entre dos de los que ya declararon, por la contradicción existente en lo que manifestaron en relación con cuestiones referentes a la posible autoría de los hechos. Se piden además nuevas averiguaciones relativas al ADN del escenario del crimen. La decisión está ahora en manos del juez. “Sabemos que será complicado, hay muchísimas sospechas sobre ellos pero por ahora solo son sospechas”, lamenta.

Pese a ello, sus sobrinos siguen confiados en poder llegar a resolver la muerte de su tío antes de que el caso llegue a prescribir. “Tenemos esperanza claro, estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para que se resuelva”, explica uno de sus sobrinos, quien lanza una pregunta a modo de reflexión: “¿Quiénes son los grandes beneficiados de la muerte de Manuel? Nosotros no, claramente, pero sí hay gente que vio como todos los bienes de mi tío volvieron a sus manos”, afirma.

La principal sospecha es que se habría tratado de un asesinato por encargo perpetrado por un sicario. En sus conclusiones, los agentes dejan claro que aunque no existan evidencias de la autoría con respecto a una persona en concreto, sí sopesan que el inductor o incluso el autor material del crimen se trate de una persona de su entorno o círculo próximo.

La principal sospecha es que se habría tratado de un asesinato por encargo perpetrado por un sicario.

Esta versión encajaría basándose en dos premisas. Por un lado, la propia víctima confesó a sus amigos, días antes de su muerte, que se sentía amenazado. “Mi vida tiene fecha de caducidad, como un yogur”, llegó a afirmar Manuel Salgado. La segunda razón que sustenta esta hipótesis es la posición en la que se halló el cadáver. Los agentes tienen claro que el asesino se encontraba entre la víctima y la rampa del garaje. Consideran que el fallecido pudo ver a su asesino y optó por entrar en el vehículo, posiblemente a modo de protección, evitando así enfrentarse a él.

Testigos que se presumían claves no aportaron novedades

Por el Juzgado de Instrucción 4 de Vigo desfilaron en los últimos meses medio docena de testigos relacionados con el caso, si bien dos de estas declaraciones se presumían claves. Una de ellas era la de detective privado que fue condenado junto a la exmujer de Salgado por escuchas ilegales al propio Manuel. Tras negar su implicación en el crimen, durante su interrogatorio situó a “personas muy cercanas” a la víctima con las que mantenía “malas relaciones” como los autores, dato que apunta veladamente a su familia –exmujer e hijos– pero sin mayor prueba de cargo. Lo mismo ocurrió la semana pasada con la declaración de una mujer que en su día habría hecho comentarios en los que citaba con nombres y apellidos a dos personas que estarían relacionadas con el asesinato de Manuel Salgado. La testigo alegó no recordar nada de eso.

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