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Alfageme: el coloso de la conserva que tuvo 400 empleados

Imagen histórica de la fachada principal de Alfageme. FdV

Vigo recuperará las naves históricas de la conservera Alfagame, en Bouzas, para abrirlas a los ciudadanos tras años en el olvido. El Concello ha acordado con el propietario del solar (Aliseda, promotora del Banco Santander) la cesión a cambio de permitirle construir viviendas en parte de los terrenos, con una edificabilidad un 80% menor que en el Plan Xeral de 2008.

El nuevo PXOM destina a equipamientos dotacionales la parcela de 8.026 m2 que incluye la nave original, de tres cuerpos diseñada por el arquitecto vigués Manuel Gómez Román, y el espacio ajardinado hacia la calle Tomás Alonso que incorpora elementos patrimoniales singulares como el hórreo. Esta parcela se destinará a usos dotacionales (todavía por concretar), y el objetivo es la incorporación de un gran equipamiento municipal destinado al disfrute de la ciudadanía.

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En 1909, la firma Bernardo Alfageme abre su primera planta gallega en el Arenal, donde los pesqueros desembarcaban sus capturas en la misma playa y casi a la puerta de las conserveras que se iban instalando en la ciudad y erigieron en pocos años a Vigo como capital del enlatado. La Primera Guerra Mundial fue una gran oportunidad para las conserveras que suministraban tanto a los combatientes como a poblaciones cuyas cosechas habían sido arrasadas por las bombas y el fuego. El conflicto y la posguerra fueron la época dorada para el sector y lo que hizo que en 1928 la firma optase por construir una nueva planta en la calle Tomás Alonso, a donde daba la fachada de la empresa en cuyos terrenos también se construyó la vivienda familiar. La fachada trasera, la de Beiramar, daba a la Ría y las embarcaciones descargaban la materia prima directamente a las dos rampas unidas que todavía se conservan. La conservera, que llegó a crear 400 puestos de trabajo, fue vendida en plena burbuja inmobiliaria a una promotora, que acabaría quebrando en 2011. En mayo de 2015 salió a subasta en el juzgado Mercantil de Vigo entre protestas de los trabajadores y acabó finalmente en manos de los bancos.

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